Linaje de Sangre -0

Capítulo 5: Un Paseo Entre Sombras

El sonido de la ventana al abrirse hizo que Alex se despertara de golpe. Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una figura familiar se acercara demasiado a su rostro. Cassandra estaba inclinada sobre él, sus ojos brillando con un destello juguetón en la penumbra de la habitación.

-¿Qué demonios? -exclamó Alex, retrocediendo hacia el cabecero de la cama, alarmado por lo cerca que estaba ella.

Cassandra sonrió, mostrando ligeramente los colmillos.

-Buenos días, Alex. Es hora de que comencemos tu primer entrenamiento.

-¿Entrenamiento? ¿Ahora? -preguntó Alex, confundido mientras se frotaba los ojos-. Apenas amanece.

-Exacto -respondió Cassandra mientras lo tiraba de la cama con una fuerza sorprendente, casi sin esfuerzo-. La mejor hora para aprender a controlar tus instintos es cuando estás rodeado de gente.

Alex frunció el ceño mientras intentaba mantenerse de pie, todavía medio dormido.

-¿Rodeado de gente? ¿Qué estás planeando?

Cassandra no respondió, limitándose a entregarle un par de lentes oscuros y una chaqueta ligera.

-Ponte esto. Vas a necesitarlo.

---

Minutos después, Alex y Cassandra caminaban por las calles de la ciudad. La luz del sol aún no era intensa, pero Alex sentía una extraña incomodidad bajo su piel. Los lentes oscuros ayudaban, pero la sensación de vulnerabilidad lo mantenía alerta.

-¿Por qué me trajiste aquí? -preguntó Alex mientras miraba a su alrededor. La gente iba y venía, completamente ajena a lo que él era ahora.

-Para que aprendas a controlar tus instintos -respondió Cassandra con calma-. Es importante que te acostumbres a estar cerca de humanos sin dejarte llevar por el hambre o tus emociones.

Alex tragó saliva, sintiendo un ligero cosquilleo en su garganta.

-¿Y qué pasa si no puedo controlarlo?

Cassandra lo miró con una mezcla de seriedad y compasión.

-Por eso estoy aquí. Pero debes intentarlo, Alex. Si quieres vivir una vida normal, este es el primer paso.

Mientras caminaban, Cassandra comenzó a explicarle los aspectos básicos de ser un vampiro.

-Primero, nuestras habilidades generales -dijo mientras señalaba un callejón a su izquierda-. Velocidad, fuerza y agilidad superiores. Si entrenas lo suficiente, puedes moverte más rápido que el ojo humano puede percibir, romper metal con tus manos o saltar alturas impresionantes.

-Eso suena... genial, pero también aterrador -comentó Alex, tratando de ignorar el creciente zumbido en su cabeza causado por el bullicio a su alrededor.

-Es un arma de doble filo -advirtió Cassandra-. La misma fuerza que puede salvarte también puede exponerte si no tienes cuidado. Pero además de esas habilidades básicas, cada vampiro tiene una habilidad única.

Alex levantó una ceja, intrigado.

-¿Única? ¿Como qué?

-Podría ser telequinesis, manipulación de sombras, persuasión más allá de lo normal... -Cassandra se encogió de hombros-. Depende de ti descubrir cuál es la tuya. Pero eso vendrá con el tiempo y, por supuesto, con el entrenamiento.

Alex torció el gesto al escuchar la palabra "entrenamiento".

-¿Con Viktor?

Cassandra sonrió, claramente entretenida por su reacción.

-Sí. Viktor será tu instructor principal.

-Genial... -murmuró Alex, su voz teñida de sarcasmo-. Seguro que me hará correr hasta morir.

-No te preocupes -dijo Cassandra con una risa ligera-. Viktor puede parecer aterrador, pero en el fondo es un buen tipo.

-¿Muy en el fondo? -Alex arqueó una ceja.

Cassandra asintió, su sonrisa ahora casi cómplice.

-Muy, muy en el fondo.

Mientras seguían caminando, Alex comenzó a notar algo. Cada vez que pasaban cerca de alguien, sentía un tirón, como si algo dentro de él quisiera alcanzar a esas personas. Su garganta comenzó a arder, y el zumbido en su cabeza se intensificó.

-Cassandra... algo está pasando -dijo Alex, su voz tensa.

Cassandra se detuvo y lo miró fijamente.

-¿Sientes el hambre?

Alex asintió, intentando no mirar a la pareja que acababa de pasar junto a ellos.

-Es como si algo en mí... quisiera atacarlos.

-Eso es tu instinto vampírico despertando -respondió Cassandra, colocándole una mano en el hombro-. Respira profundo, concéntrate en mi voz. No tienes que ceder a ese impulso.

Alex cerró los ojos, tratando de seguir sus instrucciones. El ardor en su garganta no desaparecía, pero logró calmarse lo suficiente como para no perder el control.

-Bien hecho -dijo Cassandra con una sonrisa de aprobación-. Este es solo el comienzo, Alex. Pero si sigues practicando, llegará el día en que puedas caminar entre humanos sin siquiera pensar en ello.

Alex asintió lentamente, aunque no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo le tomaría llegar a ese punto.

-¿Y qué pasa si no lo logro? -preguntó en voz baja.

-Lo lograrás -dijo Cassandra con firmeza-. Tienes más fuerza de la que crees.

Alex caminaba nervioso por las calles de la ciudad. La luz del sol, aunque atenuada por las nubes, seguía siendo molesta para sus ojos, y la gente que pasaba a su lado le parecía extrañamente ruidosa. A pesar de todo, el consejo de Cassandra resonaba en su mente: "Habla con alguien. Necesitas aprender a controlar tu instinto. Yo estaré aquí si algo sale mal."

El solo pensamiento de perder el control lo hacía dudar. Caminaba con las manos en los bolsillos de la chaqueta que Cassandra le había dado, tratando de parecer casual mientras miraba a las personas que pasaban. Todos le parecían demasiado ocupados, demasiado ajenos a su mundo ahora.

Alex nunca había tenido problemas para socializar en su vida anterior. Su altura era imponente, de aproximadamente 1.85 metros, con un físico atlético gracias a su pasión por los deportes. Su cabello castaño oscuro siempre estaba algo desordenado, pero combinaba bien con sus ojos verde intenso que parecían cambiar de tonalidad con la luz. No era de extrañar que siempre llamara la atención de las chicas en su antiguo vecindario.




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