Linaje de Sangre -0

Capítulo 6: Frente a la Puerta

Alex caminaba detrás de la chica mientras ella examinaba cada estante con un nivel de detalle que parecía casi excesivo. Escogía un paquete, revisaba la etiqueta, lo comparaba con otro, y luego volvía a colocarlo en el estante si no cumplía con sus estándares. Esto se repetía una y otra vez, mientras Alex suspiraba internamente.

"¿Por qué me ofrecí a hacer esto?" pensó, sintiéndose atrapado en una tarea interminable.

Observándola en silencio, no pudo evitar analizarla. Su forma de inspeccionar cada cosa con tanto cuidado y comparar precios le hizo pensar que probablemente era una estudiante universitaria que vivía sola. Tenía sentido: si vivía sin apoyo constante, debía ser muy cuidadosa con sus gastos.

Sin embargo, mientras sus pensamientos vagaban, sus ojos la recorrieron instintivamente de abajo hacia arriba. Sus zapatos sencillos y cómodos, unas piernas largas que la falda hacía poco por ocultar, su figura delgada pero bien definida, y finalmente, su cuello. Era ahí donde sus ojos se detuvieron. La parte superior de su suéter estaba desabotonada, dejando su cuello completamente visible.

Alex tragó saliva. Algo en su interior comenzó a revolverse. Una sensación desconocida y peligrosa lo invadió. Su instinto de vampiro despertaba, llamándolo a morderla, a sentir la calidez de su sangre.

Pero antes de que pudiera hacer algo, la voz de la chica lo sacó bruscamente de su trance.

—¿Eres nuevo en la ciudad?

Alex parpadeó, sacudiendo la cabeza para despejar sus pensamientos.

—¿Qué? Eh… sí, más o menos. ¿Cómo lo supiste?

La chica le lanzó una mirada fugaz mientras seguía escogiendo cuidadosamente vegetales.

—Nunca te había visto antes en la universidad. Y, siendo la única universidad importante de la ciudad, sería raro no cruzarme contigo.

Alex se tensó ligeramente, tratando de mantener una expresión relajada mientras luchaba por ignorar el zumbido persistente de su instinto.

—Bueno, supongo que es un lugar grande —respondió con un tono neutral.

La chica soltó una pequeña risa seca mientras examinaba una lechuga.

—Quizás. Pero si fueras estudiante, estoy segura de que ya estarías en uno de esos grupos de populares que todos conocen.

Alex frunció el ceño, confundido.

—¿Y por qué crees que estaría con los populares?

Ella finalmente se giró un poco hacia él, aunque sin mirarlo directamente a los ojos, y respondió de manera casual mientras revisaba otro vegetal.

—Por tu apariencia. Alto, atlético, buena mandíbula, ojos verdes. Pareces sacado de un comercial de colonia barata.

Alex abrió los ojos, sorprendido. Por un momento, casi lo tomó como un cumplido, pero el tono analítico y casi despectivo de su voz lo hizo dudar.

—Auch... eso dolió —respondió, llevándose una mano al pecho en un gesto exagerado de falsa indignación—. ¿Siempre eres tan directa con los extraños?

Ella finalmente lo miró, con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Solo digo lo que veo. Además, los chicos como tú suelen ser arrogantes. Y yo no pierdo el tiempo con eso.

Alex alzó una ceja, a medio camino entre la diversión y la molestia.

—¿Así que ya me has categorizado sin siquiera conocerme? Eso es un poco injusto, ¿no crees?

La chica se encogió de hombros mientras colocaba cuidadosamente un par de zanahorias en su cesta.

—Tal vez. Pero la primera impresión cuenta, ¿no?

Alex dejó escapar un suspiro, tratando de no tomárselo demasiado en serio. Decidió cambiar de tema mientras intentaba ignorar el ligero hormigueo que todavía sentía en sus colmillos.

—Por cierto, ¿siempre compras así? Podrías abrir una clase sobre cómo elegir productos perfectos.

Ella lo miró de reojo, con una ceja levantada.

—Cuando tienes que administrarte, cada centavo cuenta. Pero claro, no espero que alguien como tú lo entienda.

—Auch, otra vez —dijo Alex, llevándose la mano a la cabeza como si hubiera recibido un golpe—. No me subestimes. Tal vez soy más humilde de lo que crees.

La chica soltó una leve risa.

—Claro. Humilde. Seguro.

A pesar de las constantes pullas, Alex no pudo evitar sentirse un poco intrigado. Había algo en su actitud, una mezcla de franqueza y confianza, que lo desafiaba de una manera que no había sentido en mucho tiempo.

Mientras la seguía, ya no solo pensaba en cómo sobrevivir a esta prueba de Cassandra. Ahora quería saber más sobre ella.

—Por cierto, ¿cuál es tu nombre? —preguntó finalmente.

Ella se detuvo por un momento, como si estuviera decidiendo si valía la pena responder.

—Elena —dijo finalmente, antes de girarse hacia otro estante.

Alex sonrió ligeramente, sintiendo que, de alguna manera, esta interacción estaba lejos de terminar.

—Alex. Un placer conocerte... Elena.

Alex suspiró mientras terminaba de colocar las bolsas de compras en el mostrador de la caja. Había pasado más tiempo de lo planeado acompañando a Elena, pero por alguna razón no se sentía molesto. Había algo en su compañía, su actitud directa y ese aire de confianza que la hacía diferente de cualquier otra persona que hubiera conocido.

Cuando pagó la cuenta y recogió las bolsas, Alex no pudo evitar pensar en cómo había terminado siendo su "asistente personal" por accidente. Caminó junto a Elena mientras ella llevaba una de las bolsas más ligeras, y continuaron charlando durante el camino hacia su departamento.

—¿Siempre compras tantas cosas? —preguntó Alex, intentando romper el silencio.

—Cuando no quiero salir de casa por unos días, sí. No soy muy fan de socializar —respondió Elena, sin siquiera mirarlo.

Alex levantó una ceja.

—¿No pareces del tipo que evita a las personas?

Elena soltó una pequeña risa.

—No las evito. Solo elijo con quién vale la pena gastar mi tiempo.

Alex no respondió. En parte porque no sabía qué decir, y en parte porque esa respuesta lo dejó preguntándose si él entraba en esa categoría o si simplemente lo estaba usando para cargar las bolsas.




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