El sol comenzaba a esconderse tras los árboles cuando Viktor llevó a Alex a una zona más despejada del bosque. El aire se sentía más pesado, como si la misma naturaleza anticipara lo que estaba por suceder.
-Hemos cubierto lo básico por hoy, Alex, pero ahora quiero probar algo diferente -dijo Viktor mientras se quitaba la chaqueta y la arrojaba a un lado. Sus movimientos eran meticulosos, cargados de una calma inquietante-. Necesito saber cómo reaccionas en un enfrentamiento real.
Alex frunció el ceño, retrocediendo un paso.
-¿Un enfrentamiento? ¿Contigo? No creo que sea justo.
Viktor dejó escapar una risa grave.
-La vida tampoco lo será. -Su mirada se tornó seria-. Este no será un combate para ganar o perder, sino para enseñarte algo. Quiero que intentes golpearme con todo lo que tienes.
Alex dudó, pero al ver la firmeza en los ojos de Viktor, adoptó una postura defensiva.
-Está bien. No me hagas arrepentirme.
Sin previo aviso, Alex cargó hacia él, aprovechando la velocidad que había empezado a dominar. Viktor no se movió hasta el último segundo, esquivando el golpe con un paso lateral fluido.
-Lento. Intenta otra vez.
Alex apretó los dientes y atacó de nuevo, lanzando una serie de golpes rápidos. Pero Viktor, con movimientos casi sobrenaturales, los esquivaba uno tras otro, como si pudiera predecir cada acción de Alex.
-¿Es esto todo lo que tienes? -se burló Viktor, su tono lleno de calma.
Molesto, Alex intentó algo diferente. Fingió un golpe a la cabeza y luego cambió de dirección para intentar barrer las piernas de Viktor. Por un momento, pensó que lo había sorprendido, pero Viktor saltó ágilmente, aterrizando detrás de él con una sonrisa.
-Bien pensado, pero aún no es suficiente.
Antes de que Alex pudiera reaccionar, Viktor movió la mano en un gesto aparentemente simple, apuntando al suelo cerca de Alex. Una ráfaga de aire cortante pasó zumbando, levantando hojas y polvo. Alex perdió el equilibrio y cayó al suelo, sorprendido.
-¿Qué fue eso? -preguntó Alex, levantándose mientras sacudía la tierra de su ropa.
Viktor extendió una mano, mostrando sus dedos. Un leve brillo oscuro se formó alrededor de ellos, como si la misma sombra del bosque respondiera a su voluntad.
-Mi habilidad única -dijo con un tono tranquilo-. No es algo impresionante como lanzar fuego o manipular la mente. Es algo tan simple como mover las sombras mi alrededor. Pero bien utilizado, puede ser mortal.
Alex miró sus manos, tratando de comprender.
-¿Mover el sombras?
-Exacto. -Viktor dio un paso adelante, y con un simple movimiento de su mano, creó una corriente usando la sombra de un árbol que derribó al mismo árbol joven a pocos metros de distancia-. La habilidad en sí no es lo que la hace peligrosa. Es cómo la utilizas.
Se giró hacia Alex, su mirada más seria que nunca.
-Hay vampiros que subestiman habilidades simples, pero un maestro de estas puede vencer incluso al más poderoso. Por eso, antes de obsesionarte con descubrir tu habilidad única, aprende a usar lo básico. Cada movimiento, cada decisión en combate, debe tener un propósito.
Alex tragó saliva, impresionado.
-¿Y qué pasa con mi habilidad?
Viktor lo observó detenidamente, cruzando los brazos.
-Eso es algo que debes descubrir por ti mismo. Pero, considerando tu linaje, estoy seguro de que será algo excepcional. Aunque -hizo una pausa, esbozando una sonrisa ladeada-, la verdadera pregunta es si podrás controlarla.
Alex frunció el ceño, intrigado.
-¿Controlarla?
-Las habilidades de los vampiros primordiales son poderosas, pero también peligrosas para el propio usuario. Muchos no sobreviven al proceso de descubrirlas por completo. Es como despertar a una bestia dentro de ti. Por eso, primero aprenderás a luchar, a sobrevivir, y a dominar tu cuerpo. Solo cuando estés listo podremos empezar a explorar tu potencial.
Viktor hizo una seña con la mano.
-Ahora, ataca de nuevo. Pero esta vez, piensa antes de actuar. Observa mis movimientos. Aprende de cada error.
El entrenamiento continuó, esta vez con Alex intentando predecir los movimientos de Viktor y adaptarse a sus ataques rápidos y precisos. Aunque no logró golpearlo, comenzó a notar patrones en los movimientos de Viktor y a reaccionar con más precisión.
Finalmente, después de horas, Viktor alzó una mano para detenerlo.
-Eso es suficiente por hoy. -Lo miró con una mezcla de dureza y aprobación-. Tienes potencial, Alex, pero todavía te falta mucho. Descansa. Mañana será más duro.
Alex, exhausto, se dejó caer al suelo, respirando con dificultad. Mientras miraba las estrellas a través de las ramas, no podía evitar sentir una mezcla de miedo y emoción. Su camino apenas comenzaba, pero algo en su interior le decía que estaba destinado a algo grande.
El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas, tiñendo el cielo de un naranja profundo. Alex y Viktor se encontraban en un claro del bosque, donde el aire fresco era el único alivio para los músculos adoloridos de Alex. Dos semanas de entrenamiento intensivo habían hecho su trabajo: Alex ya era más rápido, fuerte y ágil, con un mejor control sobre sus sentidos vampíricos. Sin embargo, el misterio de su habilidad única seguía sin resolverse.
-Bien hecho, muchacho -dijo Viktor, cruzando los brazos mientras observaba a Alex sostener una espada de madera con postura firme-. Pero aún te falta mucho para siquiera pensar en enfrentar algo real. Sin descubrir tu habilidad, eres solo fuerza bruta. Y eso no siempre es suficiente.
Antes de que Alex pudiera responder, Cassandra apareció de entre los árboles, con dos castores muertos colgando de una mano.
-¿Interrumpo algo importante, caballeros? -preguntó con una sonrisa, lanzando los animales frente a ellos.
-Perfecto, justo a tiempo -dijo Viktor, ignorando su tono burlón y tomando uno de los castores-. ¿Tienes hambre, Alex? Porque necesitas esto más que nunca.
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Editado: 03.02.2025