Los días pasaron rápidamente, cada uno más intenso que el anterior. Alex había dejado atrás la torpeza inicial y comenzaba a moverse con mayor fluidez, pero Viktor no le daba tregua. Cada nuevo ejercicio parecía diseñado para empujarlo al límite, no solo físicamente, sino también mentalmente.
Viktor colocó a Alex en un claro del bosque, con los ojos vendados.
—Los humanos dependen demasiado de la vista. Como vampiro, tienes sentidos más agudos, pero debes aprender a utilizarlos sin depender de uno en particular.
—¿Cómo voy a entrenar si no puedo ver? —preguntó Alex, frustrado.
—Escucha. Huele. Siente. —Viktor se acercó en silencio, su voz como un susurro alrededor de Alex. —Cierra los ojos y concéntrate.
De repente, Alex sintió un golpe en el hombro. Luego otro en la espalda.
—¿Qué estás haciendo? —gruñó Alex, girando hacia el origen del golpe.
—Dándote incentivos para que prestes atención —respondió Viktor, riendo.
A medida que el ejercicio avanzaba, Alex comenzó a escuchar los sutiles movimientos de Viktor: una rama crujir, un leve desplazamiento de aire. En un momento, logró esquivar un golpe, luego otro, y finalmente atrapó la mano de Viktor antes de que pudiera golpearlo de nuevo.
—No está mal, chico. Pero aún estás lejos de ser perfecto.
Segunda lección: Velocidad y precisión
Cassandra tomó el relevo, trayendo consigo una docena de pequeñas esferas metálicas.
—Esto será divertido —dijo, lanzando una de las esferas al aire.
Antes de que Alex pudiera reaccionar, la esfera explotó en una nube de humo.
—¿Qué es esto? —tosió Alex, tratando de orientarse.
—Son pequeñas trampas de distracción. Tu tarea es simple: recoger todas las esferas antes de que exploten. —Cassandra sonrió. —Ah, y no olvides que Viktor estará tratando de derribarte mientras lo haces.
El ejercicio fue una mezcla de caos y aprendizaje. Alex corría de un lado a otro, usando su velocidad vampírica para intentar atrapar las esferas antes de que detonaran. Al principio, fracasó varias veces, pero pronto comenzó a anticipar los movimientos de las trampas y esquivar los ataques de Viktor. Para cuando terminó, estaba cubierto de rasguños y tierra, pero con una esfera en cada mano.
—Lo lograste... apenas —dijo Cassandra, cruzándose de brazos.
—La próxima vez será más difícil —añadió Viktor con una sonrisa.
Tercera lección: La caza
Una tarde, Viktor llevó a Alex más profundo en el bosque, donde los animales eran más abundantes.
—Ya te enseñé a controlar tus sentidos y a moverte con velocidad. Ahora es momento de ponerlo todo en práctica.
Le entregó un cuchillo afilado y señaló hacia los árboles.
—Allá hay un venado. Ve y consíguelo.
Alex frunció el ceño.
—¿Qué hay del uso de las habilidades vampíricas?
—No siempre podrás depender de ellas. Aprende a cazar con tus manos primero. Cuando domines lo básico, entonces podrás usar tu velocidad y fuerza como ventaja.
La caza fue un desafío inesperado. Alex tuvo que aprender a moverse en silencio, a anticipar los movimientos del animal y a mantener la calma bajo presión. Cuando finalmente atrapó al venado, sintió una mezcla de triunfo y repulsión al tener que beber su sangre directamente.
—Esto es más difícil de lo que pensaba —admitió Alex, limpiándose la boca.
—Y apenas estás comenzando —respondió Viktor.
Lección especial: El combate
El entrenamiento culminó con un enfrentamiento directo entre Alex y Viktor.
—Quiero ver cuánto has aprendido —dijo Viktor, adoptando una posición de combate. —No te contendré.
Alex tragó saliva, sabiendo que Viktor no estaba bromeando. Cassandra observaba desde un árbol cercano, claramente disfrutando del espectáculo.
Viktor atacó primero, moviéndose tan rápido que Alex apenas tuvo tiempo de reaccionar. El golpe lo lanzó hacia atrás, pero Alex se recuperó rápidamente, usando su velocidad para esquivar el siguiente ataque.
—Bien, estás mejorando. Pero no lo suficiente. —Viktor utilizó su habilidad única sobre las sombras, para crear una ilusión de sí mismo que confundió a Alex.
Mientras Alex intentaba atacar la ilusión, Viktor lo golpeó desde un ángulo inesperado.
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó Alex, jadeando.
—Esto también es parte de mi habilidad única. Pero lo que la hace peligrosa es cómo la uso. No se trata del poder que tienes, sino de cómo lo aplicas.
Alex asintió, procesando las palabras de Viktor. Aunque había perdido el enfrentamiento, había aprendido más sobre sus propias limitaciones y cómo mejorar.
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Después de semanas de intenso entrenamiento, Alex comenzaba a comprender los límites y posibilidades de sus habilidades vampíricas básicas. Sin embargo, la habilidad única que Viktor tanto mencionaba seguía siendo un misterio.
Una tarde, durante un ejercicio particularmente exigente, Alex comenzó a sentir una extraña energía recorriendo su cuerpo, como si algo latente intentara salir a la superficie.
—Hoy trabajaremos en algo diferente —dijo Viktor mientras se cruzaba de brazos, observándolo con atención. —Es hora de empujar tu cuerpo y mente más allá de lo ordinario. Si tienes una habilidad única, este es el momento de descubrirla.
Cassandra, sentada en una roca cercana, sonrió con curiosidad.
—No todos los vampiros despiertan sus habilidades únicas tan temprano, pero si realmente eres descendiente de los primordiales, no deberías tardar mucho más.
El disparador del descubrimiento
Viktor llevó a Alex a un área despejada en el bosque, donde los árboles formaban un círculo natural. En el centro había varios troncos y rocas estratégicamente colocados.
—Atácame con todo lo que tengas. —Viktor adoptó una postura relajada, pero sus ojos brillaban con un desafío.
—¿Y si no puedo...? —comenzó Alex, pero Viktor lo interrumpió.
—Puedes. Y lo harás.
Alex comenzó con movimientos básicos: ataques rápidos con su velocidad vampírica, tratando de golpear a Viktor. Sin embargo, Viktor esquivaba cada intento con facilidad, casi como si estuviera jugando.
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Editado: 03.02.2025