Capítulo 16: Entre Pasillos y Secretos

Elena caminaba con paso firme por los pasillos del campus, señalando cada área con la naturalidad de quien se mueve en un entorno que conoce a la perfección. Alex la seguía a su lado, observando cómo saludaba de vez en cuando a otros estudiantes. Algunos le devolvían la sonrisa, otros la miraban con una mezcla de admiración y recelo.

—¿Qué fue todo eso allá atrás? —preguntó Alex de pronto, rompiendo el silencio.

—¿Qué cosa? —Elena giró la cabeza con curiosidad.

—Con Chris... parecías conocerlo bastante bien.

Elena desvió la mirada, apretando ligeramente los labios.

—Solíamos ser amigos —respondió tras un momento de silencio—. Pero ya no.

—¿Algo que ver con lo que le dijiste? —insistió Alex.

Elena se detuvo frente a una ventana que daba al jardín central del campus. Se apoyó en el marco y miró hacia afuera.

—Chris solía ser... diferente —dijo finalmente—. Antes era solo un tipo normal, algo torpe pero buena persona. Pero cuando empezó a juntarse con los del equipo, todo cambió. Quiso encajar a toda costa, y terminó volviéndose uno de ellos. Ahora cree que ser popular le da derecho a tratar a los demás como basura.

—¿Y tú? —preguntó Alex—. ¿También intentaste encajar con ellos?

Elena soltó una breve risa, pero sin alegría.

—No soy precisamente el tipo de persona que encaja en ese mundo.

—¿Por qué lo dices?

Elena se giró hacia él, apoyándose de espaldas contra la ventana.

—No me gusta seguir a nadie —dijo con una sonrisa ladeada—. Prefiero hacer las cosas a mi manera.

Alex asintió, reconociendo que eso encajaba con la impresión que había tenido de ella desde el primer día.

—¿Y qué más? —preguntó él, curioso.

—¿Qué más qué?

—De ti. Sé que lees mucho, pero ¿qué más te gusta hacer?

Elena se encogió de hombros.

—Supongo que soy bastante aburrida... leo, escucho música, y a veces salgo a caminar. No es precisamente emocionante.

—No parece tan aburrido —dijo Alex con sinceridad—. ¿Tienes algún libro favorito?

Elena levantó una ceja, sorprendida por la pregunta.

—Depende del género —respondió—. Si hablas de misterio, El nombre de la rosa es una obra maestra. Si es romance, Orgullo y prejuicio. Y si buscas algo que te haga pensar... 1984.

—Vaya... tienes buen gusto.

—¿Y tú? —preguntó Elena, cruzándose de brazos—. ¿O solo estás fingiendo interés para quedar bien conmigo?

—No sé... —Alex sonrió levemente—. Supongo que tendrás que averiguarlo.

Elena lo miró por un instante, como si intentara descifrarlo. Luego negó con la cabeza, divertida.

—Eres raro, ¿lo sabías?

—Me lo han dicho antes.

Elena soltó una suave risa y siguió caminando.

—Vamos, aún tenemos que ir por ese café... aunque si sigues con esas preguntas, tal vez te deje perderte por tu cuenta.

Alex la siguió, sonriendo para sí mismo. Por primera vez desde que llegó a la universidad, sentía que las cosas podían salir mejor de lo que esperaba.