Linaje Roto

Capítulo 3. (EDITADO)

Año 3006. Promisedland, la tierra de las criaturas sobrenaturales. Lago del renacimiento espiritual. Territorio de la manada WhiteMoon. 
 

Todos, los que componían la manada WhiteMoon y los representantes de las demás manadas del consejo rodeaban el lago mientras camareros se paseaban a su alrededor con copas de vino espumoso.

El bosque estaba repleto de luces y era una vista hermosa de contemplar. Cuando el gran reloj marcó las doce en punto y se formó un silencio sepulcral. Elena estaba en la punta del acantilado y su vestido blanco relucía bajo la luz de la luna. 
 

Cinco minutos después ya había murmullos, la chica no había sufrido ningún cambio, quince minutos después los murmullos se habían convertido en discretas conversaciones sobre la vergonzosa situación, una hora después, el Beta Aodhan estaba rojo de ira y Elena, sentada sobre una de las rocas, al borde se encontraba de lo más confundida.
 

Uno de los rumores era que Elisabeth la difunta esposa del Beta, le había engañado con otra criatura, quizá se habían confundido de gen o quizá el engaño había sido con un simple humano, la raza más baja de todas, ¡Vaya vergüenza! Cada uno de los comentarios mordaces que hacían con respecto al momento, estaban causando que el rostro de Aodhan pasase por todos los colores del arcoíris.
 

Su hija, la hija del Beta, no solo no tenía un lobo de raza pura, sino que encima ni siquiera poseía uno. Nunca se había dado una situación similar, ni siquiera con un omega, ¿Cómo era posible que la hija del Beta más poderoso de la historia no tuviese lobo? Tras otra media hora de comentarios furtivos, la paciencia del Beta se acabó y rugió con rabia a la vez que gritaba...
 

-¡DESTIERRO!-

Todos se callaron de golpe, ¿Habían oído bien? ¿Había dicho destierro? ¿A su propia hija? 
 

-Ella no es mi hija, ni siquiera es una loba, es una simple humana, propongo el destierro al mundo humano, ella debe irse al lugar al que pertenece.-
 

El destierro para los lobos que estaban acostumbrados a vivir en manada era lo más doloroso que existía, era el castigo para el peor de los pecados, la traición. 
 

-Pero papá, yo no he cometido traición...- 
 

Las lágrimas habían comenzado a bajar por las mejillas de Elena que ya había dejado del acantilado para enfrentar cara a cara a su padre. 
 

Mientras descendía, Elena había pensado en miles de maneras de disculparse por la deshonra que le había producido, estaba segura de que él lo comprendería, e incluso la consolaría y buscaría una manera de hacerla sonreír, después de todo era su padre, pero al oír eso su corazón se había parado de golpe. 
 

-No me llames así. A partir de ahora somos extraños, no necesito perder mas orgullo Elena, no sirves ni siquiera para servir a la naturaleza a la que perteneces. Seguro que ningún espíritu lobo ha querido servirte, ni puro ni impuro, eres la desgracia de la familia Moon. Si todavía te queda algo de cara y dignidad, te ordeno que renuncies a tu apellido delante de todos los aquí presentes.- Las palabras de Aodhan eran como cuchillos puntiagudos y dolorosos que se clavaban con fiereza en el corazón de Elena. 
 

-Me niego al destierro, puedes adoptar mi apellido pequeña, te protegeré.- Dan estaba detrás de ella, muy seguro de sí mismo, defendiéndola como siempre. Eso es, Dan nunca le fallaría, después de todo era su mejor amigo, su persona favorita. 
 

-Piénsalo Dan, o ella o yo, ¿Vas a renunciar a tu hermano jurado, ese que luchó la Gran Guerra Racial a tu lado y te cedió el liderazgo de WhiteMoon decidiendo seguirte ciegamente y ser tu soldado más fiel, por una simple falla como esta?- 
 

Aodhan sentía tanta rabia que no pudo evitar chantajear sin piedad a Dan, a su Alpha, pues acababa de perder a su hija, el último miembro de su linaje, y tan solo le quedaba Dan.

Sabía con seguridad que Dan le elegiría, y no se equivocó. Dan se apartó del lado de Elena, marcando el destierro en su frente suponiendo que al no tener lobo no sufriría, pero ante la sorpresa de todos Elena se retorció de dolor, su corazón dolía demasiado, se sentía como si se lo acabaran de arrancar y un vacío invadió su interior mientras un grito brotaba de su alma. 
 

Aodhan agarró su cabello con brusquedad arrancando el pasador de oro y obsidiana en el proceso y haciéndole un gesto a un demonio de transferencia la arrojó al lago sin piedad. 
 

-Considéralo mi regalo, te enviaré directamente, así no tendrás que ser perseguida por nadie, solo espero no volverte a ver pequeña falla.- Y con esas palabras Aodhan se dio la vuelta y sin mirar hacia atrás, notó como una lágrima casi imperceptible bajaba por su mejilla. 
 

Elena sintió la falta de aire en sus pulmones inmediatamente, Dan, su Dan, la había abandonado. Su padre, la había repudiado y la había desterrado públicamente delante de todo el mundo, y lo más doloroso era que Dan lo había permitido. Sentía que todo ese amor propio que se había esforzado por conservar se había esfumado de golpe, ahora sí, estaba sola, en el limbo.
 

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Año 3020. Actualidad. Mundo humano. Rabat, Marruecos.

Solo había sido un sueño. Un mal sueño, uno en el que todos los recuerdos que había evitado habían salido a la luz sin que ella pudiera hacer nada al respecto. Habían pasado casi quince años desde que su vida se descompuso, desde que había sufrido el rechazo de aquellas personas que una vez fueron su todo. A la mente de Elena vinieron todos esos recuerdos que se había esforzado tanto por olvidar. 
 

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Año 3006. Mundo humano. Madrid, España. 

 

La caída al lago y el limbo, su cuerpo flotaba en la oscuridad mientras que el sentimiento de vacío la llenaba de nuevo, la idea de estar alejada de su manada, de su padre y lo más importante, de su Dan, aquel hombre que le había dicho que también la quería le producía un enorme dolor en el pecho que le hacía desear la muerte instantánea.
 




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