Linaje Roto

Capítulo 13. (EDITADO)

Año 3020. Actualidad. Mundo humano. Rabat, Marruecos.

"Recuerda, recuerda cuán fuerte puedes ser Elena".

Elena estaba confundida. Tras la sucesión de esas imágenes escalofriantes que habían pasado por su mente como si estuviese hipnotizada, la piel del brazo derecho le había comenzado a picar con furia.

Axia estaba tumbada sobre la tierra bocabajo, a una distancia prudente del palacio fuertemente iluminado y protegido.

Elena cogió unos prismáticos y trató de encontrar alguna grieta para entrar mientras se aseguraba de ir bien armada.

Eso iba a salir muy mal si entraba de frente sin conocimientos previos, asique a gran velocidad hizo uso de su inteligencia para conseguir piratear la red de seguridad del palacio y trazar una ruta de escape segura para todos los rehenes.

Los lobos serían los encargados de entrar por unas grandes tuberías que conducían al alcantarillado subterráneo del palacio; alguna ventaja tendrían que tener esas suntuosas fuentes del jardín de las que tanto presumía el sultán.

Mientras tanto, ella los conduciría a la salida del alcantarillado y sellaría la entrada para poder evitar una persecución innecesaria. 
Elena, se encargaría de colarse en el edificio para poder quitar el gran candado que sellaba la ruta y que solo podían abrir desde dentro los días de la limpieza los trabajadores.

Si todo salía bien, los rehenes saldrían cargados por los lobos, que los llevarían lejos y los pondrían a salvo.

¿Qué necesidad había de arriesgarse en el mundo humano pudiendo vivir en la magnífica Promisedland? ¿De verdad un chute de adrenalina causado por la persecución de cazadores humanos y sin poder usar sus habilidades merecía la pena?

La respuesta era sencilla:

Muchas criaturas sobrenaturales bajaban en busca de diversión. Ese planeta estaba lleno de conflictos en cada esquina y en Promisedland todo era paz desde que acabó la última Guerra Racial.

Axia sería la responsable de aniquilar a tiro limpio a todo aquel que pudiera perseguirlos. Era un plan perfecto, eso sí, si todo salía bien.

Elena le dedicó una sonrisa tranquilizadora a Axia, quién estaba tan tensa que te temblaban las manos sin poder evitarlo.

-Todo saldrá bien, Axia.- Le dijo mientras desplegaba la ballesta que llevaba atada al muslo convirtiéndola en un práctico arco de metal ligero.

Desde aquella distancia, sería muy difícil acertar a dar en un punto exacto del balcón, pero Elena con total maestría dio de lleno en el primer intento dejando a Axia sorprendida.

La flecha, unida a un cable de metal, se había fijado con fuerza a la pared, asique Elena atando el otro extremo a un árbol firme, se deslizó como si fuera una tirolina.

La máscara que se había puesto para que no reconocieran su rostro le dificultaba la respiración y entre toda esa adrenalina que le causaba el viendo chocando directamente con cara, comenzó a recordar la melodía de nuevo.

Con la fuerza, el peso ejercido, y la velocidad a la que se deslizaba, el cable tembló por un instante, lo que causó que Elena maldijera.

Si caía desde esa altura se convertiría en tofu humano.

Elena deseó poder volar con todas sus fuerzas, y algo involuntario en su cabeza tembló.

La imagen de un hombre alado sosteniendo en el aire a una hermosa joven con cabello cobrizo la cegó mientras un compás de notas rápidas se repetían en su interior con fuerza.

Segundos después, cuando Elena recuperó la conciencia, no pudo evitar soltar todas las maldiciones que pudo en la milésima de segundo que le quedaba antes de estrellarse contra el grueso muro de la pared del palacio del sultán.

Su cuerpo, bien entrenado, aunque habiendo perdido bastantes reflejos, reaccionó lo más rápido que pudo y su frente quedó a menos a menos de un cm de la dura superficie, lo que indicaba que si no se había roto la nariz en el proceso había sido pura suerte de novata.

Había visto a un ángel, esas criaturas eran casi imposibles de ver porque custodiaban La Escalera hasta los Nueve Cielos y ella había tenido una visión divina en la que el hombre aparecido era insólito, no se parecía nada a un ángel guardián. Era una belleza.

Con seguridad se coló en el interior sabiendo que con anterioridad se había ocupado de sabotear toda la videovigilancia instalada en las esquinas del palacio y era totalmente imposible que la hubiesen descubierto.

Elena recordó las graves heridas de Brad, el oscuro sótano y todas aquellas criaturas moribundas y se vio muy tentada a asesinar al sultán por todos sus crímenes, pero en su cabeza, por suerte, todavía quedaba algo de raciocinio.

Ahora, andando por los pasillos oscuros con cautela y dirigiéndose al salón de fiesta que era tan conocido, recordó que Hiram ya no la quería en el peor momento posible y un sentimiento de rabia se instaló en su corazón.

Elena no era estúpida, sabía que estaba con otras mujeres y que por eso ya ni siquiera se molestaba en tocarla, solo la forzaba cuando llegaba borracho e insatisfecho y eso, por alguna razón hizo que su sangre hirviera con furia.

Algo no iba bien en su cabeza. Ella no era así, sus emociones estaban descontroladas totalmente como si hubiera otra persona desconocida que le causaba ese enorme desastre mental.

Sentía dolor, ira, confusión, rabia, ganas de matar, maldad...y eso que no había pasado ni media hora desde que esa sensación de trance caló hondo en su cuerpo.

De alguna manera, Elena se las arregló para llegar a la puerta secreta que recordaba de la última vez, aunque como esperaba, esta tenía a varios guardias en la puerta.

Ahora, desde que había comenzado a alucinar en estéreo, no sabía con certeza cuál iba a ser su siguiente paso por lo que intentando recuperar la cordura se acuclilló en una esquina y trató de centrarse de nuevo, pero el instinto de matar la superaba.

Uno de los vigilantes, probablemente un cazador la localizó por el temblor que producía su cuerpo que involuntariamente había revelado su posición.




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