Lincoln || Una batalla contra el corazón || Disolutos I

PRÓLOGO

BERIT

(Schlehdorf – Alemania)

Convento de Monasterio de Schlehdorf.

Agosto de 1807…

 

No podia respirar.

Ver como el convento se perdía de su vista era muestra de que sus esperanzas de que aquello fuese un sueño se despejaban, mostrándole su densa realidad.

Una de la que al parecer era imposible escapar.

Como deseaba ser sus hermanas.

Que el conformismo reinara en su sistema, pero era un hecho que no podia simplemente dejarlo pasar por alto, puesto que, sin saberlo, ya tenían planes para su existencia convirtiéndola en una marioneta al uso.

Siendo imposible que se enojase cuando no sabía a ciencia cierta los motivos, y sus deseos no tendrían validez.

No obstante, no quería conformarse.

Necesitaba una solución, y por muy dictador que le pareciese su padre, le estaba dando una solución.

Con sus condiciones, pero era mejor que nada, teniendo en cuenta el título que ostentaba y que nadie pasaba por encima de sus ideales.

Dejó escapar el suspiro tembloroso que tenía entre pecho y espalda desde que se despidió de su encomienda, pues antes de irse tenía que cerciorarse que quedaba en buenas manos, pues era lo único que tenía su plan andando.

Odiando utilizar a una criatura para sus fines, pero en su defensa no fue la que la puso en medio, fue un intercambio favorable, porque el Conde de Albemarle le ayudaría con sus fines, si velaba por la integridad de la sobrina de Lady Aurora Harris, la pequeña Alicia, y eso estaba haciendo, teniendo en cuenta sus desavenencias con la dama.

Todo por su libertad.

Tenía que recordárselo constantemente para no enloquecer.

—¿Recuerdas cuando te empeñaste en aprender combate cuerpo a cuerpo porque Fernando y Charles estaban teniendo un enfrentamiento amistoso? —ese simple recuerdo en los patios del palacio que la vio crecer le robó una sonrisa.

Era la más pequeña de sus hermanos, pero no la favorita.

Por eso se empeñaba en ser notaba buscando la manera de sobresalir, y con doce años viendo como sus primo y hermano se enfrentaban decidió que debía estar con ellos.

Que asi fuesen para que le enseñaran le prestarían atención, porque ni sus hermanas la tomaban en cuenta pues no estaban en la labor de aguantar incordios de una niña, cuando ellas estaban comprometidas o casadas y lejos del palacio.

» ¿Qué ocurrió con tu intento de llamar la atención? —se mordió la cara interna de la mejilla, mirándolo de reojo con el rostro encendido topándose con los ojos azules idénticos a los suyos esperando una respuesta de su parte.

Inhaló superficialmente el aire que necesitaban sus pulmones para dar una respuesta decente sin irse a trabar.

—Los vencí —soltó en un susurro, mientras se relamía los labios aparentemente resecos.

—Luchaste por meses, te caíste y te levantaste, pero el diciembre antes de la cena con la familia lograste vencer a ese par de aprovechados que te veían como un juego, en vez de como una verdadera rival —nunca fueron amables con ella.

Solo querían que desapareciera la molestia, pero cada día se levantaba y entrenaba con ellos hasta que su cuerpo regordete pedía a gritos descanso.

—No me pude parar en días de la cama —e igualmente era uno de los recuerdos más bonitos que tenía antes de recluirse en el convento después de que su madre partiese de ese mundo.

—Pero te ganaste su respeto, y admiración, aunque nunca te lo acepten a la cara ese par de bribones —se ruborizó, porque era la primera vez que le hablaba con orgullo en la voz, dejándola sin saber que decir.

Era su padre, pero era poco lo que compartían e interactuaban.

Siendo una de las veces cuando le dijo de su compromiso con el príncipe de Prusia, Federico Antonio Von Brandt, siendo una de las razones que la llevo a escapar, al no darle opción de negarse y ahora…

Como en el pasado veía imposible salir de esa encrucijada a menos de que tuviese un plan de acción, ese mismo que podia hundirla aún más si no salía como se especulaba.

—¿No entiendo que tiene que ver mis ganas de atención con lo que estoy a punto de hacer? —si lo analizaba podía sacar una conclusión, pero no estaba de ánimos para jugar a ser una mente prodigiosa.

—Tu perseverancia a la hora de conseguir lo que deseas es lo te llevará al triunfo —se mordió el labio mirando sus manos entrelazadas sobre su bonita falda de viaje color azul.

Si lo deseara, sería más fácil ponerle el empeño para ganar, pero era forzada su aparición y exigencias frente a un hombre que no la conocía, y que seguramente nunca se tomara el trabajo de averiguar con quien se estaría desposando.

Y puede que estuviese montando el caballo sin haberlo ensillado, pero no tenía pensamientos negativos, pues nada podia ser peor que sus días en América y lo que vino después.




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