Lincoln || Una batalla contra el corazón || Disolutos I

II

“Mis estimados lectores, que viven del prójimo.

He aquí la que no es nadie para juzgarlos, cuando es la primera en enterarse, y compadecerse de sus almas sedientas por un poco de la vitalidad que da el degustar de las calamidades de los seres que nos rodean, y a veces llamamos amigos, cuando estamos lejos de desearle un bien y reímos por su desdicha.

Por eso, sin convertirme en la persona cruel que no desean leer, les soltaré el nuevo acontecimiento, que tiene como protagonista a Lord Berwin Spinster, Conde de Lincoln.

El mismo que anda tras las faldas de la siempre estirada Lady Danai Fitzgerald, nieta del difunto Duque de Buccleuch, y que no escatima en esfuerzos por rechazarlo, pese a que está a un paso de pedir posada a sus amigas las mucho más esturadas que ella, y que tienen de hermosas lo de inhumanas, puesto que las deudas no caducaron con el deceso del septuagenario pervertido de su tierno abuelito.

Dispensen mi desenfoque, pero es que el chisme clama por ser contando, y mi mente dispersa no se enfoca en un solo tema.

En caso tal, la noticia principal, es que me he enterado de que nuestro perfecto Conde, según rumores, está a un paso de contraer nupcias.

Lo curioso de todo este asunto es que la negativa persistente de Lady Fitzgerald nos pone a dudar de quien será la afortunada.

No obstante, tengo una candidata, que desde hace un par de semanas habita en la residencia de los Duques de New castle Upon - Tyne, los padres de nuestro adorado libertino.

Y no es otra que la extranjera que ha estado dando paseos con las hermanas de nuestro Conde, y que he podido comprobar, es alemana, pero no cualquiera, si no Lady Berit Habsburg - Lothringen, Princesa de Alemania.

En pocas palabras le ha salido competencia a nuestra estirada arruinada.

Nada menos que una verdadera princesa.

Lo único que les puedo decir es que es una belleza alemana, que, con su porte de princesa, que en realidad es, puede que esté dispuesta a hacerse a uno de los calaveras más deseados de Inglaterra.

¿Será suficiente para que Lady Fitzgerald deje de hacerse la interesante? 

¿Habrá triángulo amoroso a la vista?

Lo único seguro es que en esta novela ha arribado la tercera en discordia, y si es como imagino, nos dará mucho que comentar y será mi nueva persona favorita.

¿Quién será la vencedora?

¿Hagan sus apuestas?”

Extracto extraído de la gaceta informativa de Lady Chatty.

 

•◦•◦

 

BERWIN

 

Se sentía fastidiado.

No tenía privacidad.

Se estaba desquiciando, mirando por cada esquina para enterarse quien era esa bendita Lady Chatty, que se atrevía a revelar sus intenciones, y la presencia de esa mujercita que había logrado sortear no visitando a sus padres, siendo un beneficio, teniendo en cuenta que habia escapado de la charla de su progenitor y las decenas de invitaciones para cenar, pero ya no podia huir por más tiempo.

Era su último día de libertad, porque la noche siguiente se abriría la temporada y con esta la fila de debutantes y solteronas en busca de un marido, siendo su punto de enfoque, como si no tuviera suficiente con esa especie de prometida que debía verle la estampa, y tener que repasar la mirada por ese generoso cuerpo, que le obsequiaban las vistas más exquisitas desde que recordaba.

—Enfócate, que no tengo todo el día para servirte de niñera, pedazo de gallina —esas palabras bruscas cortantes seguidas de un golpe en su nuca lo sacaron de sus pensamientos, agradeciéndoselo, pese a regalarle una cara de fastidio, sobándose la parte afectada.

—Tu humor chispeante es algo que agradezco antes de tomar el primer alimento del día —rodó los ojos cuando este resoplo hastiado —. Querido Cayden, ¿tengo que recordarte que el que solicitó reunirse fuiste tu?

—Te invité a desayunar para comentarte algo que me tiene intranquilo, y lastimosamente es con el único que puedo dialogar al respecto, pero no pensé que antes de servirle a un amigo, tenía que ver la manera asquerosa en cómo te le sigues rebajando a esa don nadie —se envaró sintiéndose ofendido, perdiendo fácilmente el humor.

No solo estaba ofendiendo a una dama, si no a la futura madre de sus hijos.

—Puedo soportar ese humor de mierda que mantienes, Portland, pero no te vuelvas a meter con el amor de mi vida —soltó en tono severo, pero este solo arqueó una espesa ceja, mientras lo miraba con esos perturbadores ojos violetas, que tenían de empáticos lo que el de estirado.

—Ahora el que da asco eres tú —espetó Lord Cayden Green, Conde de Portland, que era conocido por su personalidad cerrada, que no daba espacio a interacciones carentes de conteniendo sustancioso.

Era un caballero en todo el sentido de la palabra, con altas expectativas para ser cazado, sin embargo, desertaban en los intentos por atraparlo cuando les decía de manera directa y cruel que buscaba más que una cara bonita, cuando el cerebro es lo que realmente le parecía atractivo.




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