Lincoln || Una batalla contra el corazón || Disolutos I

VII

Hola mis amores, primero que nada feliz año.

Se que estuve perdida de las redes, pero estaba trabajando y no había tenido un respiro, pero ahora en este nuevo año me he puesto las pilas, y se vienen cositas.

Primeramente a finales de año se terminó el corazón de la bestia, y con este una etapa de mi vida en que me descubrí en muchos aspectos, que me retó y me demostró que podemos si queremos.

Que nada ni nadie nos puede pisotear.

Pero siguiendo con lo que pasara este año, intentaré que lo que falta de la historia de Luisa y Alexandre sea corregido y publicado a la venta.

Al igual que la historia de Sebastien.

Espero cumplir con esa meta, al igual que el publicar la segunda parte de la trilogía Stewart y terminar la historia de Lincoln, que no será tan larga como las anteriores, y la historia de Jen, que es la mas moderna que tengo, al igual que la de Gary y Dereck.

Esperó este año sea lleno de prosperidad.

Gracias por seguir aquí.

Les ama.

Jen <3

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BERIT

 

Se sentía fuera de lugar.

Como si la piel que cargaba no le perteneciera.

Últimamente, ya ni siquiera conocía su reflejo.

Y no lo decía especialmente por su físico, que era más de lo mismo, si no por la manera en que sus ojos resplandecían, como un brillo surreal iluminaba su rostro haciendo que su pecho se agitase hasta el punto de que sus mejillas se coloreasen solo pensando en él, y por eso mismo, después de aquella noche en que le reveló parte de su pasado en América, es que decidió fingir un resfriado enclaustrándose una semana en sus aposentos sin recibir ningun tipo de visitas aparte de la señora Fischer, que sin decir una palabra la observaba con su particular ceño fruncido juzgándola, pero sin darle su punto de vista al respecto, pese a que como siempre tendría razón.

No por nada, era la mejor amiga de su madre al igual que su madrina, y con la muerte de su progenitora se habia tomado el trabajo de estar presente en los momentos más importantes de su existencia, hasta el punto de que su padre la invitó a quedarse en el palacio tras enviudar, entendiendo que se necesitaban, cuando esta habia quedado sola y desprotegida porque nunca habia podido engendrar a un heredero.

Agradeciendo ese pequeño gesto, cuando la mayor parte del tiempo se olvidaban de su existencia, al solo tenerla en cuenta cuando necesitaban que hiciese el trabajo sucio a los que sus hermanos mayores se negaban.

Se levantó de la cama y tratando de despejar su mente se dirigió al palanganero para mojarse la cara, pero en vez de poner su mente en blanco, todo lo hizo de manera automática, que no supo en que momento quedó sentada frente al tocador admirando sin ver su reflejo, percatándose que pese a sus ojeras acentuadas por el nulo sueño su rostro seguía luminoso porque el continuaba en sus pensamientos, no ayudando sus gestos genuinos inocentes que la hacían suspirar como nunca se habia permitido soñar.

Y eso no debería de ser objeto de su desvelo porque estaba consiguiendo lo planteado desde un inicio, teniendo el aval hasta del padre del escoces para involucrar sentimientos, pero eso no quitaba el hecho de que estuviese utilizándolo y que su actuar no fuese completamente genuino, y no era por la apuesta con Lady Fitzgerald, que para esos momentos por su falta de acción la estaba perdiendo, si no por lo que era verdaderamente importante, lo que la tenia en ese lugar, mordiéndose la lengua cuando las mentiras nunca fueron su fuerte.

Cosa que la tenía agotada, y a punto de mandar todo por lo que habia ido a ese lugar al carajo.

Ya tenía la condena, podia vivir ese suplicio hasta que un milagro la librase de lo que la atormentaba, pese a que habia hecho lo posible por esquivar su futuro, después de todo, su primo Charles le ayudaría de alguna manera a sobrellevar la situación, para eso estaba ahí.

A él también le convenia que la solución llegase, y que se sacrificara un poco era lo mínimo que se esperaba teniendo en cuenta que era el mayor afectado de manera positiva en toda esa situación.

Por fin salió de sus pensamientos cuando sintió unas manos en sus hombros parpadeando con efusividad para apreciar desde el reflejo la persona que se atrevía a tocarla de manera tan abierta.

Se relamió los labios con ansiedad cuando advirtiendo en sus ojos color verdoso, lo que se negaba a hacer.

No estaba lista para enfrentarlo sin echarse a llorar.

—Solo un día mas —dijo en un susurro, que a duras penas pudo soltar al tener la garganta cerrada —. Prometo que me armaré de valor y seguiré adelante, pero necesito un poco mas de tiempo para asimilar lo que me está ocurriendo.

—Si piensas que el sentimiento desaparecerá de la noche a la mañana, tengo que ser portadora de malas noticias —apretó los parpados suponiendo lo que venía a continuación —. Tienes que poner los pies en la tierra, porque eso es lo único que te dará el temple suficiente para seguir adelante sin importar las consecuencias —se le enlagunaron por milésima vez los ojos.

Se giró para quedar enfrentada a esa mujer que pasaba de los cincuenta, llevando con orgullo las canas y las arrugas que el sufrimiento y los años le habían otorgado.




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