Lincoln || Una batalla contra el corazón || Disolutos I

XIV

Hola mis amores.

Como había dicho, las actualizaciones vendrían con mas frecuencia, al tener casi la ultima parte de la historia de Luisa y Alexandre a punto de ser lanzada en preventa.

Por el momento recuerden que Lady esperpento, Lady sinvergüenza, y tres de los 4 libros de la serie prohibido están a la venta.

 Estamos se puede decir casi en los últimos capítulos de Lincoln, pero aun quedan cosas por saber.

Sin mas que añadir, me cuentan como van entendiendo la historia.

Recuerden que conecta con la de el lobo de Albemarle, y hay cosas que pueden ser spoiler, aunque se puede leer por separado.

Sin mas que añadir.

Les ama.

Jen <3

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28 de diciembre de 1807…

Algo no andaba bien.

La nebulosa de amor en la que se habia sumido seguía intacta y creciendo a pasos agigantados, sin embargo, esa noche, mientras se preparaba para asistir al compromiso de celebración del aniversario de bodas de los Duques de Beaumont, algo le decía, que esa velada no solo sería significativa para los Allard de Borja, cuando aparentemente de una forma inexplicable sus existencias estaban entrelazadas.

Su padre portando algún tipo de conexión, y por ende dejándole de alguna manera, como siempre, en medio de la confrontación sin saber cómo reaccionar al respecto.

Sin poder sacarse de la cabeza una frase en específico de aquella carta, en donde, como de costumbre, se ponía de primer lugar, pero ¿Hasta cuándo podria soportarlo?

Era un hueso duro de roer con respecto a mostrar sumisión, pero ya estaba cansada de obsequiar sonrisas cordiales y callar tratando todo con tensa calma, cuando lo único que quería era dejar de servirle a seres que ni siquiera pensaban en su bienestar.

En ningun momento se preocupó en indagar si estaba bien.

Simplemente lo asumió, pese a que cuando la metió en ese aprieto le dijo por primera y única vez que la amaba.

Y puede que estuviese informado de cada paso que daba, pero no quitaba el hecho de que no era capaz de escribirle algo tan básico como aquello.

Dejó los pensamientos intrusivos, irguiéndose para empezar esa noche cuanto antes.

Tenía los nervios de punta y no poseer respuestas del monasterio donde se crio, al haberles escrito por algo en específico hace casi un mes, no estaba obrando de la mejor manera en su sistema.

—Schön [jg1] —aduló la señora Fisher, mientras le acomodaba la parte trasera del vestido, al este tener una semi cola.

Caminó hasta el espejo que se ubicaba en uno de los extremos, apreciándose al completo.

En el proceso escuchando como la puerta era tocada, y sin más dilación con una autorización ser abierta mostrando a Kirstin, la castaña de ojos verdes tristes, que frente a su familia sonreía tratando de apartar la desdicha que cubría su alma, diciéndolo con conocimiento de causa al entender algo del tema, cuando su padre investigó a su futura familia para que no fuese al completo a la deriva.

Le sonrió a su reflejo cuando sus miradas se encontraron, siendo su único intercambio mientras la señora Fisher abandonaba la habitación para darles privacidad.

—Te ves preciosa —la primera en hablar fue la castaña tras un carraspeo, haciendo que se volviese a fijar por unos momentos en su aspecto, y en como ese vestido de tonalidad plateada hacia brillar sus ojos azules y destacar la piel blanquecina, como si ella fuese la que estuviese resplandeciendo.

Intentó hacer un halago de vuelta, visualizando que no estaba vestida para el evento, si no como todos los días que iba de visita, a su marido tener una casa en Londres, pese a que su residencia era en Francia al aprovechar el compromiso, y quedarse para las festividades de fin de año.

No pudo hacer ninguna observación, porque antes de siquiera pronunciar palabra obtuvo como respuesta un sollozo que hizo que se alertara y llegase a su encuentro para acunarla entre sus brazos, dejando que se descargase, mientras la dirigía a la cama para sentarse en esta sin tener que separarse.

Cuando al fin pudo de alguna manera calmarse, la separó de su cuerpo para limpiar con sus dedos las lágrimas que bañaban su precioso rostro.

Podia decirse que era la más hermosa de sus hermanas.

La que más brillaba, pese a que de alguna manera parecía opacada.

Era delgada, pequeña y con un rostro de muñequita en los que destacaban sus grandes ojos verdes que la hacían ver adorable sin siquiera querer parecerlo.

En esos momentos se apreciaba vulnerable, haciendo que sintiese, pese a que de las hermanas era con la que menos se llevaba, pues solo habían cruzado un par de saludos cordiales, que quisiese protegerle del mundo entero.

—¿Qué ocurre, Kirstin? —preguntó al ver que negaba perdida en sus pensamientos —. Lo que sea hablado en esta habitación, puedes estar segura de que no será divulgado —trató de darle confianza para que se sincerara, porque si la habia buscado precisamente a ella, en vez de a sus hermanas era porque la tenía como única opción e intentaría darle una solución, o por lo menos un oído que la escuchara.




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