Lincoln || Una batalla contra el corazón || Disolutos I

XVI

BERIT

Presente…

—… y por ilusa me creí cada halago, hasta que me dejó sin salida siguiendo su voluntad —para ese momento se hallaba mirando el crepitar de las llamas de la chimenea, al avivarlas por su cuenta mientras intentaba poner sus pensamientos en orden, y controlar sus emociones para que el pánico no saliese a relucir.

Tampoco dio demasiados detalles de ese día que seguía tan fresco en su mente.

Solo se enfocó en lo realmente importante, narrándole lo que aconteció tras su regreso, y cómo fue que accedió a la idea de desposarse con un supuesto moribundo, que prácticamente se había levantado de entre los muertos, exigiendo a su esposa.

Quedándose en silencio sin atreverse a mirarlo, dejándolo procesar la información sin siquiera ir por la mitad de la narración.

—No hay dudas o reclamos por el momento, asi que puedes proseguir —no sabía si eso era peor.

Ni siquiera podia pedir que le creyese.

Que confiase en unos sentimientos que no habia sido capaz de exteriorizar al completo.

Pero, de igual manera quería algo.

Algún tipo de reacción, al ser tan transparente, sin embargo, no podia exigirla por el simple hecho de no estar en condiciones de pedirla.

—Y me casé, no por la razón inicial como pensé —eso le salió como un suspiro lastimero.

—¿Qué? —el tono tenso que implementó la hizo tragar grueso, aliviada al apreciar por lo menos una reacción por su parte.

—Ver postrado en una cama a punto de morir a un hombre tan malicioso, lleno de vida, soberbio, ambicioso y apuesto como Federico,  y todo por mi culpa fue un golpe lo bastante contundente para mis remordimientos, al punto de replantearme ser egoísta y solo desear su deceso —no se tachaba precisamente de bondadosa, cuando tenia una consciencia que la culpaba todos los días de sus egoísmos, porque si hubiese pensado más en las consecuencias de sus actos, tendría al mismo destino que llevaba sobre sus espaldas con una única diferencia.

No habría conocido a Berwin, y ahí volvía a primar su egoísmo, porque no cambiaria por nada del mundo la sensación que despertaba el escoces en sus entrañas, pues, por vez primera de verdad sentía que quería algo en la existencia con tanta fuerza como para luchar por conservarlo.

—Sigo sin comprender, porque si era un hombre con tantas cualidades decidiste huir de él —el comentario estaba lleno de veneno.

Con un tono de voz de una persona que solo era herida por un ser que verdaderamente le importase, pero no podia simplemente hacer algo para evitarlo, cuando claramente lo había hecho de manera inevitable al pretender utilizarlo.

—Que no me llamase la atención unirme a un hombre con su carácter, por el simple hecho de que no me ofrecía una existencia ni remotamente tranquila, eso no me hace una desalmada que no quisiese remediar las consecuencias de mis actos —dijo en tono quedo, sin despegar la mirada del crepitar de las llamas, mientras ponía las manos en puño cuando percibió que su presencia estaba mas cerca que segundos atrás, sin contar con el resoplido que implementó como respuesta a sus palabras, tratando de contenerse para no iniciar una conversación que no tenía lugar.

—No comprendo —dijo en un tono de ignorancia fingida, mezclado con la ironía que la estaba haciendo perder los estribos —. Aceptaste casarte a cambio de una libertad lejos de él ¿Qué parte de eso dice que te quedarías a su lado? —sonrió con desgana, porque las cosas no eran tan fáciles.

En su mundo nunca lo eran.

—La parte en la que acepté mi culpa, considerando el llevar a cabo el papel de esposa y estar a su lado el tiempo que fuese necesario —para siempre —. Porque no puedo sacarme la imagen de mi cabeza, en donde le dispararon frente a mis ojos solo por defenderme.

Lo siguiente que apreció fue como su visión era arrebatada de las brasas, para que a continuación sus ojos conectasen con aquellos avellana que le mostraron un infierno en el que se quemaría sin temor a calcinarse.

Jadeó, al nunca haber captado ese brillo en los ojos del escoces.

Como si le estuviesen quitando su bien mas preciado, y fuese la primera vez que alguien se atreviese a ese cinismo.

—¿Me estás hablando enserio? —afirmó con la cabeza al no poder mediar palabra, pues solo tenía mente para respirar de manera superficial, intentando no perderse en todo lo que le provocaba, solo consiguiendo que su tono y sentir dolido se acrecentara —¿Y en donde carajos quedaba yo? —se relamió los labios cuando sus respiraciones se mezclaron.

—Si… si me permites poner en orden mis ideas, te aseguro que llegaremos a ese punto —le salió como un ruego, consiguiendo que sonriese por su actitud, mientras se mordía el labio y asentía, intentando darle su espacio personal, pero su actuar automático fue contradictorio cuando lo tomó de la levita para que no le quitara el calor de su cercanía.

No poniendo objeción, tomándola por la cintura haciéndola caminar un par de pasos al costado recostándola en la pared continua al hogar, quedando sus piernas entrelazadas, apreciando como el calor se intensificaba y el corazón comenzaba a latirle de manera preocupante, mientras las manos y la piel misma le picaban sin saber cómo sentirse o proceder para cambiar las ansias de…




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