Lincoln || Una batalla contra el corazón || Disolutos I

EPÍLOGO

HOLA MIS AMORES.

TODO LLEGA A SU FINAL.

ESPERO SUS REACCIONES.

LES AMA.

JEN <3

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«La única manera en la que se pueda salvar es hacerlo por su cuenta.

Es la única que puede acabar con el sufrimiento que está experimentando.

No acepta ayuda, no permite que la liberen de su padecimiento, asi que si quiere que mitigue debe de apersonarse, porque nadie velará por su bienestar, y a la final es el o usted»

•◦•◦

Junio de 1811…

Las palabras no pudieron ser más acertadas.

Ella por su cuenta habia deducido aquello ni bien advirtió lo que seria su matrimonio con Antuan Dupont desde hace más de una década, pero Kirstin se caracterizaba por ser de temperamento determinado, tozuda, rencorosa, aunque también se definía como una dama inteligente, mimada y delicada, por eso, cuando recibió el primer abuso a su integridad venido de la mano de su padre no siendo precisamente físico, sencillamente no pudo razonar.

El fue el que le dio esa vida, el que la entregó a ese hombre sin siquiera considerar su opinión, pese a que no era necesaria.

Y por eso mismo, es que no podia dejar que supiera los atropellos por los que estaba sufriendo, lidiando con la situación sin siquiera hacer amago de defenderse.

No sentía que hubiese un motivo valedero, cuando no solo el primer hombre que amó la defraudó si no también el segundo caballero que se convirtió en el dueño de su corazón, cuando ni bien tuvo la oportunidad le dio la espalda sin siquiera considerar tener unas palabras.

Aunque también estaba su hermano, pero a el nunca lo habia querido inmiscuir en sus problemas.

Le parecía tan correcto y perfecto, y con un corazón tan puro, que simplemente mancillar a ese hombre único con sus problemas, llanamente no lo sentía como correcto.

El la defendería.

Mataría por ella si fuese necesario, pero ya con su vida arruinada era suficiente, y verlo después de tanto feliz con la mujer que amaba esperando su primer hijo, era de alguna manera una alegría en medio de tanto martirio.

Exhaló quejándose en el proceso sin poder contenerlo, mientras intentaba levantarse de la cama que no sabía que estaba ocupando, siendo detenida por una mujer que a duras penas distinguía al tener los ojos prácticamente cerrados por los golpes recibidos.

¿Qui… quien es usted? —preguntó ni bien pudo encontrar su voz, pese a que le dolió hasta hacer un amago de carraspear.

La señora no respondió de manera inmediata, mirando hacia los lados como buscando algo o alguien con quien comunicarse.

Repitió la pregunta, pero recibió la misma nula respuesta.

Solo un par de gritos inteligibles para sus aturdidos sentidos, y unos pasos mientras intentaba ponerse en pie, aunque la vida se le fuese en el intento, pues Antuan no podia verla en ese estado, eso era darle una ventaja y lo único que tenía era la indiferencia hacia su persona que lo enervaba hasta el punto de dejarle en la inconsciencia.

Poco le importó darse cuenta que debajo de las sabanas estaba desnuda, cosa que agradeció pues no soportaba en esos momentos ni un solo gramo de su piel, mucho menos la tela que la cubriría, sin embargo sabia que tenia que adecentarse, que la debilidad no podia estar valorada, sin embargo, ni bien tuvo los pies en el suelo, y se irguió tragándose un grito de dolor y caminó un par de pasos lejos de la cama intentando ubicarse se mareó, lucecillas de colores titularon en sus ojos, y por un momento todo se puso negro haciendo que su cuerpo perdiese al completo la poca anergia que había adquirido cuando estuvo en la inconciencia.

Esperándose el golpe seco que aquello acarrearía, y otro par de hematomas que no se notarían cuando su cuerpo seguramente estaba plagado de estos.

Su piel era muy sensible y con el paso del tiempo resentía tanto los ultrajes, que al final algunos quedaban como marca permanente.

Nunca llegó a tocar el suelo porque un brazo se enrolló en su cintura sosteniéndola, consiguiendo que intentase enfocar a la persona que de alguna manera pudiese llamar salvador, pero lo único que consiguió fue ver de forma borrosa unos ojos marrones que la observaban con intensidad, y percibir el aroma que este desprendía, siendo de alguna manera un calmante, porque pudo suspirar consiguiendo que su cuerpo se relajase lo suficiente para poder descansar como hace mucho no lo hacía.

•◦•◦

Acabar con la escoria que le suponía Antuan Dupont, nunca fue el problema.




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