No lo conocía ni sabía mucho de él, pero las pláticas continuas despejaban mi mente de aquella abrumadora carga que llevaba conmigo llamada vida. Platicar logró enamorarme ciegamente de él, comenzamos el juego de las fotos y al verlo me pareció el hombre más sexi de este mundo e hice todo lo que estuvo en mis manos para lograr que ese hombre fuera para mí.
Aquellas pláticas subieron de todo y en un determinado tiempo ya añorábamos vernos y cumplir todo aquello que habíamos planeado vivir. Para mí era sorprendente que él aun sabiendo cómo me encontraba de salud le resultará interesante, él era mi mundo y yo era el suyo.
Cada vez que iba a cita o tenía alguna recaída él se enteraba obvio por mí y gritaba por estar atado de manos y no poder hacer nada para que mejorara mi situación. Eso solo hizo que lo quisiera más y mi loco amor cruzo fronteras.
Él era de Cuba y yo mexicana, el dinero que me dieron de finiquito lo emplee para ir por él, no me importaba nada, solo estar en sus brazos y ser su mujer de manera legal.
Aunque mi familia no estuvo de acuerdo no me importó, construí y acondicione aquel espacio que sería nuestro hogar, aunque con escasos recursos tendríamos de todo. Él no pudo aportar nada porque su país a pesar de que él era estudiado y uno de los mejores docentes no le proveía dinero suficiente, ganaba para darle de comer a sus hijos y no para contribuir a nuestro hogar. Por ese motivo todo corrió por mi cuenta. Más de cien mil pesos perfectamente invertidos o por lo menos así lo vi en esos momentos y de algo estoy segura. No me arrepiento de nada.
Mi hermano el que más me mimaba, me acompañó a la mitad de mi viaje, nos despedimos en Cancún para que yo tomara el vuelo que me llevaría a los brazos de mi amor.
Al tocar tierra, mi corazón, aquel débil y partido corazón latía con fuerza. Más vivo que en cualquier otro momento.
Mirarlo fue entender que todo valía la pena, el viaje largo, el dolor en la espalda, el dinero invertido, todo, todo valió cada centavo y cada minuto.
Verme reflejada en sus ojos me hizo amarlo más de lo que podía amar a alguien. Nos besamos y ese día fue el mejor de mi vida o mejor dicho esa semana. Al día siguiente nos casamos y fui su mujer de manera completa, conocí a su familia, hijos e incluso ex esposa. Yo estaba tan segura de su amor que no le di importancia a la recomendaciones que ella me dio.
Él vale mucho, pero no es lo que parece.
Ignoré cada palabra porque solo era una mujer dolida que por fin veía feliz al padre de sus hijos. Olvide lo sucedido con aquella extraña, en verdad no le di importancia a nada de lo que dijo, solo disfrute cada segundo al lado de mi ahora esposo.
Disfruté de su país ya que siempre quise conocer y afortunadamente me tocó la dicha de recorrer. Me subí a la guagua, me fume un puro e hice un sin fin de actividades que la chica enferma de tres meses de vida jamás pensó lograr un tiempo atrás.
Como todo lo bello llega a su fin, aquella semana de ensueño finalizó. Debía regresar a la realidad y esperar unos meses para que al él le permitieran salir para que viviera a mi lado, esos meses fuero un infierno, los afronte con valentía. Hablábamos más enamorados que nunca, añorando fundir nuestros cuerpos en deseo una vez más, como aquella primera vez.
Las fotos ya no bastaban para tranquilizarme, lo quería a él, su aroma, su voz, su sabor y todo su ser.
El tiempo de espera termino y mi cuento de andas por fin daría inicio (o eso era lo que creía). El primer mes fue difícil porque él venía de otro país y no tenía trabajo. Durante ese tiempo vivimos de mis ingresos. Mi familia a diferencia de otras ocasiones me dieron un poco la espalda, me dejaron sola, principalmente mis dos hermanos, porque mi madre y mi hermano favorito al final se unieron a mi felicidad. Aquellos que creí me ayudarían a tener una vida más feliz al lado del hombre que amaba se alejaron. Ellos hicieron todo lo posible por hacerle ver a él que solo era un intruso y que nunca pertenecería a la familia.
Los cuestione, llego un momento en el que no aguante sus groserías, mi esposo solo entraba a casa enojado y me decía lo que le habían hecho, pero él era tan bueno que no contestaba nada.
Me afronte a su versión, quería saber ¿qué les habíamos hecho para que nos tratarán así? Les pregunté también porque si yo les había dado tanto ahora ellos no me podían regresar un poco de eso.
Se miraron a los ojos y no supieron que contestar. Mi hermana dijo que simplemente era una estúpida corazonada. En su corazonada él no era el indicado y me haría sufrir mucho, mis ojos se pusieron por un momento en blanco al escuchar su argumento.
Mi hermano me dijo otra barbaridad, según él, no le gustaba verme con mi esposo a mí lado, no le gustaba ver cómo me desvivía y olvidaba mí alrededor por él. Ese día y por unos días más no les dirigí la palabra. Llegue a la conclusión de que solo eran celos, ya que era el hombre que según ellos les venía a quitar a su hermana mayor, pero las cosas no eran así, él era la persona que venía a darle razón a mi vida.
Los días pasaron y ellos seguían apáticos. Tome medidas extremas y ni eso les sirvió para entrar en razón. Por último opte por centrarlos de nuevo, hablar con ellos por fin les hizo entender que me dolía lo que le estaban haciendo. Ellos dijeron que no era a mí a quien le hacían los desplantes, pero les hice entender que era lo mismo, porque yo lo había elegido como compañero de vida y que solo me estaban martirizando con sus celos y presentimientos estúpidos.
Conseguí que me prometieran tratarlo mejor y así fue por un tiempo. Sabía que él no era de su total agrado, pero por lo menos los buenos días le daban y las malas caras se fueron. Cumplieron su promesa de tratarlo porque me querían y sé que lo hicieron por mí y no por él, para mí eso fue suficiente.
Nuestra suerte cambió y un nuevo trabajo llego para ofrecernos una mejor calidad de vida, o eso pensé cuando llegó con la noticia. Antes de ese trabajo y a pesar de las groserías de mis hermanos éramos felices, no tanto como cuando viaje a su país, pero teníamos una buena armonía juntos. Pero el dinero (o por lo menos eso creía) nos arruino todo.
Él llegaba tarde alegando que al no tener los medios para hacer su trabajo en casa tenía que quedarse más tiempo.
Le creí, aquellas mentiras me las trague. Pero se volvió más frío y ya no hacíamos el amor, solo teníamos sexo y eso porque yo lo exigía.
Siempre creí que algo había hecho mal para que él perdiera el interés, quizás no poder tener hijos fue lo que le molesto, quizás mi comportamiento empalagoso como mis hermanos celosos me decían fue el detonante para que una persona fría como él se alejara, pero no supe la verdad hasta tiempo después.
A aquel familiar que siempre me apoyó le dije la verdad, él fue mi confidente. Mi hermano escucho todo el dolor que estaba guardando, le dije que ese dolor en las noches hacía que mi corazón palpitara con más rapidez, afectando mi salud en lugar de ayudar.
En ese momento él también me confesó que nunca le había gustado mi esposo, solo era cordial porque era el trato que yo me merecía, no él, me dijo que él era una mala persona.
Estúpidamente también me enoje con él, deje de decirle mis problemas y al igual que al resto de mi familia solo les contaba mentiras, les decía que era feliz y que toda aquella nube negra ya no existía.
La realidad era otra, una más fría y dolorosa. Mi esposo y amor de mi vida se había convertido en mi pesadilla psicológica. Incluso puedo jurar que desde que se fue de su país dejo de ser el hombre que yo amaba para convertirse en la mierda que fue conmigo.
¡Uf! Yo era tan ingenia y "buena" que no quería dejarlo, no quería que mi primer matrimonio a la edad de cuarenta años fracasara.