Lineage Chronicle: First Hunt

Capítulo 2: Conocimiento

El amanecer se veía frío desde la ventana que daba a la habitación del hotel, en la que se podía ver dormir a Jake después del incendio. El cristal empañado filtraba un tono grisáceo.
Jake transpiraba. Las sábanas estaban húmedas y se revolvía entre ellas como si peleara con alguien en sueños. Respiraba entrecortado.
De repente, se escucharon pequeños gemidos hasta que se levantó gritando.

Se miró el brazo mordido, se arrancó el vendaje y vio, con horror, cómo la piel se cerraba sola, tendón tras tendón, como si alguien rebobinara el momento. Un zumbido extraño recorrió su brazo, acompañado de un olor metálico, parecido al ozono.

—¿Jake, estás bien? —era Chase, que estaba durmiendo en la cama de abajo

Más tarde, en la mañana despues del incendio

Chase y Jake desayunaban en silencio en la mesa de la habitación. Chase rompió el hielo.

—Jake… no quise decir nada antes, pero… primero nos atacó una bestia que parecia un animal rabioso que se deshizo en humo, y ahora tu herida que parecía hecha por la boca de un oso— está totalmente cerrada. y solo Pasaron horas. asi que Tengo que preguntar: ¿sos un hombre lobo?

—¿Qué? No, Chase. Ni idea de cómo maté a esa cosa, ademas como un hombre lobo se deshaze en un humo.?

—Bueno… otro misterio para la lista.

— ¿Qué te dijeron los bomberos?

—Que se quemó casi toda la cocina y mi pieza quedó irreconocible.

—Menos mal que este hotel tenía cama extra. Si no, ibas a dormir en mi auto… con los lobos.

—Mirá quién habla de lobos

—Que no me voy a convertir en hombre lobo

Chase se levantó.

—Es temprano. Voy a ver si rescato algo de mi casa.

—Te llevo. Después paso por la tienda de repuestos —dijo jake

llegando a la casa quemada

Chase bajó del auto. Jake, desde la ventanilla, lo despidió con una sonrisa torcida:

—Tené cuidado con los french poodle del vecindario.

—Ja, ja. Vamos a ver si sigue sonriendo cuando se convierta en hombre lobo.

Chase cruzó la cinta policial. El olor a humo viejo seguía pegado en las paredes. La cocina estaba hecha un desastre: muebles astillados, marcas de garras en el piso, hollín en las paredes. Entre los restos encontró el cuchillo que le había dado a Jake la noche anterior. Nunca lo había visto antes. Lo levantó, notando el brillo opaco del filo.

—¿Será del abuelo? —murmuró.

El olor a humo lo llevó por el resto de la casa. El hollín manchaba las paredes, dejando un rastro oscuro. Llegó a su habitación: la puerta estaba hecha añicos, la cama y las cortinas reducidas a carbón, las paredes resquebrajadas. Se detuvo en el umbral. La garganta se le cerró.
En su cabeza solo pensaba en el momento que estuvo allí: creyó que moriría.

—¿Por qué la bestia atacó acá y por qué a mí?

—Eso lo puedo responder —dijo una voz detrás de él.

Chase giró. Un hombre con saco y sombrero estaba parado junto a la puerta.

—Señor Sullivan… ¿qué hace acá?

—Como dije, dar respuesta. Pero primero tenemos que encontrarlo. Seguime a la habitación de tu abuelo.

Chase le hizo caso, pero se sentía extrañado: no entendía qué hacía acá. Ya entrados en la habitación:

—Chase, ¿me prestás ese cuchillo?

—Sí, aquí tiene… pero ¿qué va a hacer con él?

—Tu abuelo siempre esconde muy bien sus cosas, pero yo lo conozco muy bien —dijo acariciando la pared de la habitación—. Acá está.

Mientras tanto, en otro lugar del pueblo

(negocio motorizados)

—¿Cincuenta dólares por un repuesto genérico? —Jake apoyó los codos en el mostrador.

—Lo tomás o lo dejás.

Jake entonces sacó la mirada del vendedor de repuesto y, al observar un poco el entorno, vio atrás del vendedor una maleta metálica, lo que lo sorprendió. Después sonrió y se recostó un poco sobre la vidriera del vendedor.

—Cincuenta USD es buen precio… pero para los que no saben que tenés un subfusil de grado militar, el cual es ilegal en Oregón. Así que, para quitarte molestias, te doy treinta USD por mi repuesto y me voy sin problemas.

El vendedor tragó saliva. Aceptó.

Ya afuera de la tienda salió victorioso, pero su momento fue interrumpido cuando escuchó, como si un lobo estuviera aullando, y a solo metros de él. No entendía de dónde salía: estaba en el centro del pueblo, era todo urbano, sin un árbol a la vista, y la gente que pasaba por ahí parecía no escucharlo. Cuando paró, volvió a caminar hacia su auto, mientras pensaba en su cabeza:

Sintió un zumbido bajo la piel en el brazo mordido, como una respuesta involuntaria. El olor metálico volvió. Volvió a su auto, dejó el repuesto en el asiento y se arremangó: la piel estaba intacta

—¿Qué me estará pasando?

RING RING. Sacó el celular.

—Hola, Chase, ¿qué pasa?

—Necesito que vengas a la tienda de repuesto a la que me trajiste ayer. Tenés que venir urgente.

—¿Es algo serio?

—Solo vení, no lo puedo hablar por celular.

—Ok, estaré ahí en cinco minutos.

llegada al Negocio de Sullivan

—¿Qué pasa, Chase?

—Pasa, quiero que conozcas a alguien —dijo Chase, abriendo la puerta.

Al entrar, Jake vio a Sullivan.

—Hola, Jake. Chase me habló de vos —dijo, extendiéndole la mano—. Soy Christopher Sullivan.

—Mucho gusto.

—Apretás fuerte; con razón pudiste salvarlo de la bestia.

Jake lo miró, sorprendido.

—¿Usted sabe sobre eso?

—Esa es una de las razones por la que están acá, así que síganme.

Sullivan los llevaba a la parte trasera de la tienda, hasta una puerta que tenía un tablero con código. Tecleó y la puerta se abrió.

Lo que vieron los chicos los dejó sin aliento: cámaras de vigilancia distribuidas por todo el pueblo, equipo de radiofrecuencia y un arsenal de armas que haría temblar a la policía.

Chase, intentando recomponerse:

—Pero, señor Sullivan… usted vende repuestos y cosas en general.

Jake, mientras tanto, se limitó a decir:




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