Lirios bajo la Luna

Prólogo

Hay historias que no se leen, se respiran. Lirios bajo la luna es una de ellas. Desde la primera palabra, Eber y Ernesto no son personajes, sino heridas abiertas que el lector lleva consigo como propias. Esta no es una simple historia de amor; es un mapa de ruinas y renacimientos, donde cada página huele a tierra mojada, a cuchillos oxidados y a versos escritos con las uñas.

El Eco de lo Salvaje
El bosque no es escenario aquí, es un personaje más. Los lirios manchados de sangre, el faro que guarda secretos como un viejo cómplice, el molino abandonado donde el pasado gruñe entre las vigas rotas… Cada lugar palpita con una vida propia, recordándonos que la naturaleza no es testigo, sino cómplice. Eber y Ernesto no luchan solo contra Damián, sino contra la geografía misma que los rodea, esa que esconde huesos bajo las raíces.

Amor como Acto de Guerra
¿Hasta dónde puede doblarse el alma antes de romperse? Ernesto responde con sus manos ensangrentadas y sus besos que saben a penitencia. Eber, con sus versos arrancados y su cuerpo que fue territorio de cacería. Su amor no es romántico: es una trinchera. Cada caricia es un desafío, cada promesa, un juramento tallado en la piel de un monstruo que no eligieron ser.

"¿Qué más estás dispuesto a perder por mí?"
Esa pregunta resuena como un disparo en la noche. Porque aquí, amar no es dar flores, es afilar el cuchillo que el otro usará para cortarte.

La Herencia del Dolor
El descubrimiento del diario de Marta no es un giro, sino una bomba de racimo. Eber no solo pierde un padre; pierde la narrativa de su propia vida. ¿Quién es un hombre cuando la sangre que creyó llevar en las venas era mentira? La respuesta no está en los genes, sino en los poemas que escribe, en las manos de Ernesto que lo reconstruyen cada noche.

¿Por qué Esta Novela Quema?
Lirios bajo la luna no teme ensuciarse. Juega con el barro de la moral, mancha al lector de lodo y lágrimas, lo obliga a preguntarse: ¿Yo habría torturado por amor? ¿Perdonado el horror si venía envuelto en devoción?* No hay respuestas fáciles, solo personajes que se aferran a la luz de luna como si fuera el último cable a tierra.

Y al final, cuando Damián caiga (porque todos los monstruos caen), no será la muerte lo que importe, sino qué sembraron en su tierra envenenada.
Eber y Ernesto ya trascienden el papel; son símbolos de cómo el amor puede ser a la vez refugio y campo de batalla. No los sueltes. Déjalos sangrar, déjalos sanar. El mundo necesita historias que recuerden que hasta en el corazón más oscuro, pueden crecer lirios.



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En el texto hay: @oscuro @gaylove @juvenil

Editado: 24.06.2025

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