-No quiero hablarte de las veces que me rompiste el corazón y de las veces que lloré por ello, no. No vengo a producir dolor, vengo a sanarlo. Quiero dejar en claro que, por ahora, no hablaré de matemáticas ni tampoco de cómo sobrellevarlo. Vengo a hablarte de cosas realmente bellas, de lo bonito que conllevaba el “sí, hoy y mañana”, para nosotros. No temas, no lo hagas porque, como he dicho, no vengo a provocarte dolor. Pero, debo avisarte que, a partir de ahora, en estos momentos, puede que lo sientas, aunque eso no sea mi intención, a la hora de recordar el porqué vengo a “sanarlo” todo. Acabo de avisarte y el que avisa no es traidor.
>>La gente suele decirse “siempre” como promesa de futuro, nosotros no. Nosotros teníamos el “sí” de afirmación; “hoy” de presente; y “mañana” como futuro cercano pero, a la vez lejano, “sí, hoy y mañana”. Eso, sin dudarlo, era suficiente. Tú solías decírmelo antes de rozar nuestras narices, como un beso marcado con inocencia. Y yo, respondía como podía, con la respiración agitada y con la excitación a flor de piel, solo podía sellar nuestro pacto con el toque de nuestros labios; estaba decidida. Poco después y aún lo recuerdo, decidiste dar el primer paso a romperme el corazón: la mentira. En nuestros pactos había un silencio oculto. Con eso, y sin más soluciones, se conlleva a la ruptura. Punto y coma.
Hablemos de matemáticas. Uno más uno es igual a dos pero, si le restas uno queda uno. En el amor es igual, el corazón se puede dividir en lados iguales, derecha e izquierda, eso es igual a uno más uno que es igual a dos. Ya tenemos dos trozos unidos pero, restémosle uno y quedará un solo lado, ¿qué pasa con el otro lado? El otro lado quedará en el “olvido temporal”, puede regresar o no. Yo te quise, lo hice. Estuviste en el “olvido temporal” durante mucho tiempo; tú eras el otro lado de mí corazón, el otro “uno” que hacía posible la suma. Aún así, debo admitir que la felicidad llenaba plenamente mi pecho. Quiero devolverte el favor.
La debilidad nunca fue tu fuerte, siempre fuiste de fierro. La admiración siempre me llegaba cuando te veía caer, desde lejos, y te levantabas combatiendo contra muros y demonios. Y aunque, tú y yo ya no estemos en el mismo camino quiero que sepas que serás mi mayor debilidad, ya que yo si tengo mi “fuerte”. Perdóname si siempre llegaba tarde a nuestras citas, yo solamente quería sentirme bella y segura de mí misma ante ti. Solo me queda decirte una cosa antes de ir me…yo…
-Sí, hoy y mañana.-me responde él.