PEQUEÑA ORUGA
La historia comienza conmigo siendo una preadolescente, doce años tenía cuando llegué a mi fraccionamiento, era una niña de casa y la verdad es que me gustaba vivir así, sin mencionar chicos. Todo cambió cuando llegué a este lugar un chico había atrapado toda mi atención, su nombre era Daniel. La primera vez que lo ví me lo había topado caminando por el lugar, la verdad es que no había demasiada gente aún viviendo donde ahora era mi hogar, como toda niña inocente, quise acercarme a él y hablarle, comenzamos una relación al poco tiempo, era la primera vez que yo quería a alguien externo a mi familia, para mí era algo nuevo y sorprendente,mi primer amor, Daniel. Todo parecía ir bien y parecía que en ese preciso momento se mantendría así, pero la realidad puede ser un golpe cruel cuando te das cuenta de lo negativo de la situación. Daniel, aunque era un buen chico tenía algo sombrío ni siquiera estaba relacionado con él en sí, si no con la forma de ver la vida de su familia. Su padre, era machista y con decir esa característica ya nos podemos imaginar la influencia que podía llegar a tener en su hijo, posiblemente sería una vida muy violenta para cualquier mujer que formará parte de su familia. Mi mejor amiga siempre ha sido mi madre, así que ella me hablaba sobre que era mejor cortar la relación, como una pequeña persona apenas aprendiendo a amar es díficil que uno llegué a entender los motivos del porque las personas te dicen eso, es como si quisieran destruír lo que amas, sientes que el mundo se te viene encima cuando no es cierto, las personas que te rodean a veces solo quieren protegerte. Así que por mucho que me quemará por dentro la idea de dejar ir a mi primer amor, me armé de mucho valor, porque una parte de mí decía que era lo correcto, tomé mis cosas antes de salir y fue ahí cuando lo ví por última vez, se veía tan guapo como siempre, me acerqué a él.
—¿Qué era eso importante que tenías que decirme?
Él me miro con esa peculiar mirada que lo caracterízaba cuando tenía curiosidad.
—Tenemos que terminar, mi familia ya no aprueba esto. Tu papá influye mucho en tí y eso podría ser malo para mi persona en algún punto.
En su mirada ahora noté cierta tristeza pero a la vez parecía que comprendía lo que estaba diciendo, asintió.
—Entonces es todo, nos vemos Lizeth.
Se despidió con la mano antes de alejarse de mi vista, yo me quede inmóvil, las lágrimas no pararon al menos durante ese día y esa noche. Mi mejor amigo Manuel quien era como un hermano para mí porque me había enseñado mucho sobre la vida, no podía estar ni cerca de él porque quería golpearlo, pero yo entendía a Daniel no era su culpa tener un padre así, aunque la mayoría tenía coraje. Era uno de esos días después de que mi primer amor había acabado, estaba con mi mejor amigo, ambos teníamos un refresco en la mano y le dabamos pequeños sorbos cada determinado tiempo.
—Sé que esa ruptura te afectó mucho, pero debes seguir y es mejor que sea sin él, no es para tí.
Dijo Manuel antes de darle uno de esos tragos a su lata de refresco.
—Supongo que ya vendrán más amores.
Dije, aunque no estaba segura de que fueran tan especiales como el primero, porque sabes que el primero es único, es el que te enseña a amar de una manera tan incierta y hermosa a su manera, nunca olvidaría a Daniel, aunque hacía poco tiempo se mudó y ya no volví a saber nada de él. Al poco tiempo, conocí a Rolando un chico bastante lindo, comenzamos una relación después de unos meses de conocernos, mis padres sabían y me daban permiso. Incluso mi fiesta celebrando mis quince años fue maravillosa, mi novio , bailó conmigo el vals, la pasamos bastante bien. Después de mis quince años, mis emociones, mis sentidos estaban a flor de piel, así que un día Rolando y yo decidimos tener nuestra primera vez, era la primera para ambos, aunque muchas películas o libros te digan que la primera vez puede ser hermosa, la realidad es que para mí no lo fue, dolío mucho y personalmente no lo había disfrutado ni un poco, quizá la inexperiencia o demás pero no fue como me lo imaginaba. Durante mi relación conocí a Aldair, un chico que comenzó a trabajar en un negocio que tenía mi madre, a la cual yo solía acompañarla mucho para ayudar,por supuesto respetaba mi relación con Rolando, aunque Aldair, se me hacía inevitablemente atractivo. Corrí a contarle a mi mejor amigo, a mi confidente porque el tenía que saberlo absolutamente todo.
—Me parece atractivo Aldair, pero tengo una relación con Rolando.
Solté cuando estabamos sentados como cada viernes en la noche, cuando salíamos a conversar sobre como nos fue en la semana.
—Deberías seguir a tu corazón, ese es el único consejo que puedo darte.
Pero todo comenzó a cambiar después de eso, Rolando comenzó a ser celoso y posesivo, al punto de que no entendía ni que Aldair y Manuel solo eran mis amigos.
—Eso es una tontería, tu eres mía. No necesitas más amigos en tu vida.
Rolando me miraba, no lo reconocía. Así que decidí terminar con él antes de que todo fuera peor, así seguí mi vida y ahora conocía mejor a Aldair y me dí cuenta de lo increíble que era, que se parecía demasiado a mí y al poco tiempo me pidió que fueramos novios, me enamoré demasiado de un chico de diecisiete años, ese chico amoroso y cariñoso que me demostraba ser. De nuevo me sentía confiada, sentía que todo podía solo mejorar, una chica enamorada de dieciseis años. Aldair, nunca me presionó para tener relaciones, todo se dio de manera natural, mi segunda vez que para mí en realidad esta podría ser la primera, sentí su amor y eso me hacía sentir segura. Pero al poco tiempo gracias a su madrastra Aldair, tuvo que irse a vivir lejos, la relación se complicó, sin embargo, él me amaba tanto que no le importaba tener que viajar alrededor de dos horas solo para poder verme, sin duda el amor crecía cada vez más y más.