Lizäri

Capítulo: No me arrepiento.

Luego de haber estado por un buen rato en las afueras de la aldea Claro Este, los chicos regresan, todos platicando, algunos en silencio, pensativos en el caso de Jena, Edmund y Renfaz; Lizari está inmersa en sus pensamientos y preparando a su mente y sí misma, por lo que pronto comenzará a realizar, Denathal y Won van juntos, también en total calma; el vampiro observa de reojo a la chica de cabello caoba, quien sabe que lo próximo que harán, puede cambiar por completo sus vidas.

Todos llegan a las puertas de la Aldea, por la entrada Oeste, rumbo a sus cabañas y en el caso de Denathal, el lobo y el príncipe, al castillo del Rey. El chico de ojos rojizos se despide de Lizari con una mirada y asintiendo con delicadeza, proceden a ir a descansar. Los demás chicos, Tyreesa, Vía, Tommus, Clarisa y Narva, siguieron a sus cabañas, despidiéndose y dejando a Renfaz y a la elfa, cerca del hogar de Lizari.

—Liza —dice Jena sin apartar la vista en el camino—, eres mi amiga, más que eso, te considero mi hermana, por lo que... —hace una pausa y se detiene en el camino, tomando a su amiga con sutileza por los hombros.

—No te presionaré, confía en mí, pero —vuelve a hacer una pausa breve y ve con seguridad a los ojos verdes de la chica—. Sobre todo, confía en ti, sé que puedes con todo.

Lizari al escuchar a su amiga apoyarla y animarla, suelta una pequeña lágrima, abrazándola y agradeciéndole por siempre estar a su lado.

—Amiga, no sabes lo mucho que te quiero, gracias por tus palabras, perdón por no contarte. —suelta un suspiro profundo, pues aún no comprende cuando fue que comenzó todo esto.

—Yo sé que no es fácil para ti, todo lo que ha pasado —dice Jena.

Renfaz también está presente y observa, escuchando todo lo que sus amigas comparten entre sí. Él también se preocupa por todo lo que ha vivido la joven cazadora, sabe también que no es fácil y trata de ser fuerte para darle las fuerzas necesarias.

—Tienes mi apoyo total, ranita —menciona el enano a Lizari

—Gracias, chicos —dice mientras se acerca a la puerta de su cabaña con más optimismo por las palabras de sus amigos, sabe con certeza que debe protegerlos a roda costa, son su vida y su alegría.

—Descansa Liza, nos vemos mañana para entrenar Lizari asiente y entra a la cabaña para así descansar.

*

Es un nuevo día, Lizari está despierta desde temprano, había pasado toda la noche pensando en lo que la maga Daerys le dijo a ella y a Denathal. Procede a desayunar algo, pero se da cuenta de que no tiene nada, por lo que sale de la cabaña, rumbo al barrio comercial, a comprar algo de comida.

Mientras camina unos ciento cincuenta kilómetros, aún pensativa. Va observando cada puesto y se detiene en uno a comprar unos panes y también leche, a ella le gusta el café, por lo que compra granos enteros, para molerlos en su cabaña y hacer un tipo de infusión, endulzándolo con miel de abejas. Edmund va caminando por el mismo lugar y observa a Lizari comprando, por lo que se acerca a ella a saludarla.

—Hola Liza, ¿Cómo amaneces? —dice con cautela el joven príncipe.

—Ed, estoy bien. ¿Y tú? —pregunta

—Bien... —hace una pausa, en su mente hay una mezcla de celos y sentimientos encontrados por todo lo ocurrido—. Liza, sería bueno que no estés tanto tiempo junto a ese vampiro. Lizari voltea a ver a Edmund con cara de asombro y a la vez un poco molesta por lo dicho. 

—Mira todo lo que ha pasado desde que él llegó. Además...

—Edmund, te aprecio mucho, pero por favor, él no tiene ninguna culpa...

—Lo sé, pero...

—¡Pero nada Ed! —interrumpe exaltada la joven cazadora—, ¿vas a cuestionar las decisiones de tu padre?

—Lizari, ¿Por qué tardaste tanto ayer? Me preocupa todo lo que está ocurriéndote, desde que...

—Edmund, no puedo decir nada más y no te preocupes por mí —finaliza diciendo, marchándose rumbo a su casa, va un poco fastidiada por las palabras del príncipe. Esta no se da cuenta y choca con Jena, quien ya los había visualizado mucho antes e iba a saludar.

—¡Liza, cuidado! —exclama la joven elfa. 

—Amiga, lo siento no te vi —dijo

—No te preocupes, pero... ¿Por qué discutías con Ed? 

—Pregúntale a él, no sé qué le ocurre —enuncia la joven de ojos verdes—. Voy a casa y luego nos vemos. 

 —Liza... —dice Denathal, este acompañado de Won, se acercaban sigilosamente desde el castillo del Rey. 

Ella voltea y ve los ojos rojizos del vampiro, está un poco frustrada por lo acontecido con Edmund. 

 —¿Cómo estás, preciosa? —pregunta el joven vampiro. 

 —Bien, voy a casa —dice. 

 Nuevamente, emprende su corto viaje hasta su cabaña, entra rápidamente y cierra la puerta. Coloca las compras en una mesa de madera que tiene y se sienta en una silla, colocando sus brazos encima de la mesa, cruzados y su cabeza acostada en ellos. Comienza a derramar lágrimas de tristeza, de desesperación, de confusión, de no saber por qué le sucede todo a ella. 

 —No entiendo, madre. Como puedo hacer esto, no puedo. Yo no puedo. 

Denathal decide seguirla, no sin antes decirle en susurro a Won, que se quedase con los demás. Llega a la cabaña de Lizari, tocando la misma de forma suave. La joven se levanta, se limpia los ojos y procede a abrir la puerta lentamente, mirando se queda perpleja al ver esos ojos rojizos que tanto le calman. 

 —Denathal, ¿Qué haces aquí? 

 —No puedo dejar de no hacer nada. ¿Puedo pasar? —pregunta, esperando la confirmación de la joven de cabello caoba. 

 —Pasa —dice Lizari, mientras abre un poco más la puerta y se hace a un lado para dejar que el vampiro acceda. 

 —Es muy linda y ordenada tu cabaña —menciona el joven para darle ánimos a Lizari. 

 —Hago lo que puedo, el desorden me crea estrés. 

 —Somos iguales en ese aspecto... —hace una pausa, al mismo tiempo que se sienta en una de las sillas de madera. 




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