Lizäri

Capítulo: Vidia

Vidia cuenta a los dos jóvenes, todo lo que escuchó decir de los secuaces de Helthas, por lo que Folch y Rudi, se miran el uno al otro...

—Debemos dar aviso a Denathal, alertarlo antes de que sea tarde —dice Folch, mientras piensa en como lo lograrían

La niña los mira y suspira

—Yo iré

—De ningún modo Vidia, tu hermano nos encargó que te cuidáramos —dice Rudi

—¿Y como avisarán, dime? —reta la vampiriza

Folch mira por un buen rato a Vidia, justo en ese momento llega la madre de la pequeña, de caza, pues ellos viven de los animales salvajes, como también de brotes y demás frutos. La comida escasea en Oeste Sombrío y es difícil conseguir alimento, por lo que la madre hace un sacrificio por cazar cerca del Bosque, que toca la barrera al Claro Este.

—Ya llegue, Vidia —dice la vampira.

—Mami —corre y abraza a su madre, ella como su hermano, son unidos y muy amorosos.

—Espero, te hayas portado bien mi pequeña colmillo —habla mientras le da un dulce beso en la frente de su hija.

»Chicos, espero no les haya ocasionado molestias.

—No señora Viresa, no nos molesta —responde el joven ogro.

Él a diferencia de los demas de su raza, ha mal visto la horrible naturaleza de los ogros, como es posible que tanta maldad les divierta, hasta el punto de acabar con todo. Desde muy pequeño ha sido rechazado por no tener la fuerza bruta que caracteriza a su raza y que por tal motivo, no ha madurado su ser.

—Su hija nos da buenos momentos, es muy inteligente —dice la joven huargen.

—No lo niego, se parece mucho a su padre y a su hermano —menciona la madre—. Como estará mi hombresito valiente.

—Señora, debemos hablar de algo importante... —dice Rudi con cuidado.

—Que pasa, ¿le sucedió algo a mi Denathal? —cuestiona con intranquilidad.

—No, no... No se trata de él —explica Folch—. Se trata de...

Se pausa con recelo de decir lo que Vidia escuchó

—Mami, me escapé en un momento, pero... cuando venía de regreso a casa, escuché a los secuaces de Helthas.

—¡Vidia, que te he dicho de salir sola, es peligroso!

—Lo siento mami, pero creo que fue lo mejor porque escuché que... quieren derribar la barrera

Viresa al escuchar las palabras de su hija, no supo que decir, como reaccionar.

—Es necesario avisar a su hijo, señora Viresa. Creo que... —Rudi es interrumpida por la madre de Denathal.

—Vidia, no puedes, es... es muy peligroso, ¿y si te capturan? —dice asustada.

—Conozco un atajo para llegar al rio y que nadie nos persiga —agrega Folch.

—Hija...

—Mamá, soy la única que puede cruzar, toda la aldea y hasta el mundo están en peligro, si derriban esa barrera...

Antes que Vidia terminase de hablar, su madre toma un morral y comienza a llenarlo de cosas, de alimento y otras cosas como una daga para que su hija se proteja. Vidia observa a su madre y se levanta para ayudarla y terminar lo antes posible.

Mientras tanto en el Claro Este...

Ya en el Claro Este es de noche, Denathal acompaña a Lizari, por el camino que los lleva a la aldea. Van en total silencio mientras miran el cielo y a las estrellas, a la vez que a su derecha, vuelan algunas luciérnagas comunes.

—En el Oeste hay unas luciérnagas que alumbran azul, son muy bellas, a mi madre y a Vidia les encanta verlas —dice con serenidad el joven vampiro.

—Que se siente tener mamá... —pregunta la joven sin mirar a Denathal

—Pues, como puedo describirlo, mi madre es muy protectora, asustadiza, pero a la vez fuerte, bondadosa —dice mientras voltea su mirada hacia el camino

Llegan a la puerta de la aldea en donde está Jena y Renfaz, quienes buscaban a su amiga por todos lados.

—Hola chicos... —dice Lizari.

—¿Dónde estabas? te buscamos por todos lados —menciona Jena.

—Solo fui un rato al rio, luego Denathal me alcanzó y hablamos un buen rato de su hermanita y de su familia.

—¿Hermanita? —cuestiona Jena, cambiando su mirada hacia el vampiro-. ¿Tienes hermana?

—Si —responde sin hacer contacto visual a el aun le cuesta entablar con otros que no sean Won o Lizari—. ¿Dónde está Won?

—Creo que está en el campo de lucha —dice Renfaz—. Por cierto, mañana debemos reunirnos en la plaza, así que deberíamos ir a descansar, seguramente será un largo día.

—Es verdad, no sé que sucede pero requieren nuestra presencia mañana —menciona Jena.

—Ni si quiera hemos entrenado —agrega el joven enano.

Lizari sabe que no han podido por su culpa, nuevamente es invadida por sentimientos de culpa y de preocupación, se encamina hacia su cabaña

—Iré a descansar, nos vemos mañana.

—Liza —susurra su amiga Jena, volteando a ver a Renfaz.

—¿Y ahora que hice? —objeta el enano

Denathal observa a Lizari caminando, pero no la sigue en cambio se encamina al castillo.

—Nos vemos —Se despide Denathal, mientras toma su rumbo.

Jena y Renfaz asienten y también se retiran a sus cabañas.

Denathal llega a su recamara asignada, pero, como no duerme por ser vampiro, se entretiene leyendo libros que el Rey le facilita libremente. Algunos hablan del origen de la esencias arcanas, otros hablan de armas y herramientas arcanas muy potentes, uno de esos libros llama su atención. Contienen algunas escrituras en otro idioma que él no entiende, pero recuerda el pergamino que la maga Daerys les enseñó a él y a Lizari. También contiene algunas imágenes de especies de entes divididos, pero al no comprender su contenido, sigue ojeando hasta que da con algo extraño...

Mientras tanto en el Oeste Sombrío...

—Yo no iré, Folch, Rudi. Cuiden muy bien de Vidia y asegúrense que cruce el rio —dice Viresa a los chicos, mientras se agacha para ver a su pequeña, mientras la toma de sus mejillas rosadas tiernamente—. Vidia mi preciosa colmillo, ten mucho cuidado y dile a tu hermano que lo extraño mucho.




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