Lizäri

Capítulo 27: Fuera del Calabozo.

Los jóvenes Soldados se encuentran frente al último Jefe del Calabozo Brumar, luchando contra las bolas de lodo que lanza el Pezuña de Lodo, a Lizari se le ha roto el arco, ahora está más vulnerable, pero aun así, sigue dando pelea. Sus demás compañeros esquivan los ataques de aquel último oponente.

—¿Qué podemos hacer? ¿Cuál podrá ser su punto débil? —cuestiona el vampiro, esquivando las bolas de lodo.

—No creo que la electricidad sea buena para esto —agrega Renfaz, que está más cerca de él, realizando el mismo plan de evitar ser golpeado.

—Vamos, juguemos... ¡Juguemos a las quemadas! —dice Pezuña de Lodo.

—Quemadas... —susurra Lizari— ¿Y si se prueba con el agua? —pregunta a los chicos.

—Pero el Rey dijo que le gustaba el agua —responde Jena.

—Puede ser... que haya sido una pista —analiza Denathal—. Jena, prueba con un ataque de agua, el más fuerte que puedas crear.

—Bien —responde la joven elfa, mientras carga su arco con tres flechas—. Torrente de agua filosa —exclama lanzando los proyectiles, formando torrentes finos de agua que al impactar, corta.

—¡Aaah! Lastiman a Pezuña, lastiman... ¡No quieren jugar! —exclama, incrementando la velocidad de sus ataques, siendo ahora, más difícil su esquive.

—¡Cuidado! —exclama Faena, mientras protege a Jena siendo aporreada por una de las bolas, cayendo inconsciente.

—¡Faena! —enuncia Jena, corriendo hacia ella.

—Jena, ataca otra vez —dice nuevamente el vampiro.

—Yo me quedo con ella, anda —agrega Vía, quien posa sus manos sobre Faena, Renfaz se acerca y crea un campo que repele por unos minutos, los ataques del enemigo.

Torrente de agua filosa, ¡muérete de una vez, alimaña! —exclama Jena con furia, mientras impacta su ataque en el monstruo de lodo.

—¡Nooo! Juguemos... Lodo se... va —dice agonizando y desvaneciéndose en el lugar, dropeando unas hojas curvas filosas.

Los chicos al terminar el calabozo, reaparecen en la entrada del mismo, mirando hacia las afueras. Los demás soldados de otros grupos, celebran el primer calabozo con triunfo. Faena se había despertado por la imposición de mano de la joven elfa Vía. La joven enana está siendo ayudada por Renfaz, pues perdió todas sus energías debido a la bola de lodo que impactó contra ella.

Lizari trae en sus manos el arco totalmente destruido al atacar a la hormiga gigante. A pesar de eso, se siente feliz por haber logrado nuevas cosas.

—Muy bien, chicos. Lograron completar el calabozo en una hora con veinte minutos —dice el instructor de los guerreros, mientras aplaude con alegría—. Ahora, los siguientes grupos —menciona.

—¿Qué tal les fue? —pregunta el príncipe a sus amigos.

—Todo genial, cosas nuevas. No les podemos decir nada, pero tengan cuidado. Podrán con esto —responde Renfaz.

—Está bien amigo enano. Nos vemos en un rato —agrega Edmund mientras se encamina al interior del calabozo, seguido del grupo de Tián.

—Bueno chicos, ¿qué tal les fue? —pregunta uno de los magos aprendices, quien se llama Nola.

—Fue muy bien, interesante y un poco complejo. —Le responde Lizari.

—Lástima que no podemos guiarlos un poco, porque la cuestión de ello es que uno mismo debe deducir y sobre todo saber trabajar en equipo. —Jena responde, mientras se sienta en el suelo. Algunos la imitan, otros quedan de pie.

—Es necesario todo esto, como Soldados Arcanos y como defensores del bien. Trabajar en equipo es esencial para el bien de nuestros aldeanos, de nuestra paz —dice Denathal.

—Eres muy bueno con la esencia arcana azul, me encantaría dominar la electricidad —menciona Nola observando al vampiro.

—Requiere mucho entrenamiento y concentración, esforzarse y sobre todo no rendirse. Puedo ayudarlos un poco, pero depende de ti si lo logras.

—¿De verdad? ¿Me ayudarías?

—Si.

—No será nada sencillo —agrega Won, quien está recostado en una roca.

—¿Eres guerrero, no? —pregunta una de las chicas de otro grupo, llamada Esma, una maga del grupo 7.

—Eeh, sí... —responde el huargen.

—¿Por qué no utilizas armas?

—No las necesito, mis garras son suficiente para pelear.

—Sería bueno que empezaras con una, aunque digas no necesitarlo, es mejor contar con muchas cosas en caso de que haga falta —alienta Jena.

A Lizari se le ha roto su arco, este lo había hecho ella misma, por lo que no sabía qué hacer para comprar uno mejor o crear otro como ese. Los chicos disimulan y esperan que todos terminen de realizar el calabozo

Pasadas las horas, todos los grupos habían realizado el calabozo con éxito, algunos tardaron más y tuvieron heridos. El grupo de Edmund y Tián, según palabras del mismo príncipe, fue genial, a pesar de que al inicio el joven cazador se mostraba engreído y muy creído de sí, hasta estar en frente de aquellos monstruos y necesitar apoyo de todo su grupo, se supo manejar bien y tomar sabias decisiones por el bien de todos.

Los jóvenes caminan rumbo a la aldea. Han pasado el día completo en el bosque Brumar, ahora es media noche y la mayoría están agotados, algunos heridos y débiles por los efectos negativos de las habilidades de los jefes del Calabozo Netherita.

—¡Aaah! Quiero descansar —exclama el enano pelirrojo quien va caminando junto a sus amigos, mientras estira sus brazos.

—Si, nos merecemos un buen descanso —dice Tommus, parte del grupo del príncipe.

—Bien merecido, entreguemos los objetos dropeados y vayamos a nuestros hogares —menciona Jena, subiendo los escalones que conducen a la plaza central y a la gran bóveda que se encuentra en el mismo lugar.

En el gran puesto que está en la plaza, están los jóvenes que asistieron al calabozo, entregando los objetos que habían arrojado los monstruos de Netherita. Recibiendo pagos y otros curaciones por sus heridas. Hablando entre sí, compartiendo sus experiencias.




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