¿Por qué me siento tan diferente?
Me pregunté aún con los párpados cerrados, podía escuchar un pequeño río en la lejanía y una sensación desconocida que recorría mi cuerpo.
Duele...
Me duele mucho.
Mis brazos y piernas palpitaban con el compás de un tambor, la cabeza me daba vueltas y no estaba segura si podría ponerme de pie en estos momentos.
Era la primera vez que sentía dolor, así que trataba de acostumbrarme, mis ojos parpadeantes se abrían lentamente, adaptándose a la luz. Poco a poco pude observar lo que me rodeaba: un valle con unos cuantos árboles, césped opaco y un ambiente algo desolador, sabía dónde estaba aunque jamás había estado en este lugar, a lo lejos pude ver una aldea.
A pesar de que se escuchaba un sonido leve en el ambiente, se percibía algo solitaria, así que supuse que no hallaría a ningún ser allí.
Sentí una presencia imponente a mis espaldas, al mismo tiempo escuché unas cuantas ramas rompiéndose en el césped, gire mi rostro hacia el sonido y vi a un muchacho allí parado, ladeé mi rostro y me quedé mirándolo, confundida.
—Hola — dijo dando un paso al frente con sus manos en los bolsillos, a causa de mis reflejos, di un paso a atrás —No te haré daño — sentenció alzando sus manos a la altura de su pecho —No quiero hacerte daño.
Hablaba con una voz grave y controlada que hacía imposible ignorarlo, vestía un traje negro, junto a una capa que caía por sus hombros. Lo miré a los ojos con recelo, se acercó a mí y estuve lista para defenderme, con calma quitó la capa de su cuerpo manteniendo sus ojos fijos en mi rostro —Toma, cúbrete, este no es un buen lugar para estar en ese estado —. dijo ofreciéndome la capa.
Me quedé pensando por un momento, "En ese estado" ¿a que se refiere? levanté mis manos y recordé que estoy en mi forma humana, ya entendía, estaba desnuda frente a él, así que con serenidad respondí —Pero es solo carne, la desnudez es natural.
—Linda me gustaría decirte que aquí también es natural pero te podrían hacer algo — sus labios se curvaron levemente en una media sonrisa y un brillo extraño destelló en sus ojos.
No dije nada más, solo me dispuse a tomar el pedazo de tela y lo coloque sobre mis hombros, doble mis alas y cerré los botones, me quedaba bastante grande pero descubrí que traía unos agujeros a los costados por los que saque mis manos, lo mire sonriendo — Gracias.
Me senté en el césped y respire hondo. El aroma que desprendía su capa inundó mis fosas nasales. No olía nada mal; me empezaba a gustar esa fragancia a tierra mojada. Miré pensativa el cielo opaco recordando lo que había pasado para llegar a este lugar, cerré mis ojos y dejé que la poca brisa chocara contra mi rostro, el silencio me parecía bien y oportuno, pero el chico volvió a hablar.
—¿Te molesta si nos sentamos en la sombra? — preguntó señalando un sauce blanco a unos cuantos metros de nosotros.
Sacudí mi cabeza hacia los lados, antes de que intentara levantarme, el muchacho me tendió su mano, la tome por cortesía pero cuando sentí un pequeño pringonazo en mi mano lo solté disimuladamente, camine junto a él hasta una pequeña banca bajo el árbol, nuevamente era una sensación bastante desconocida para mi además del calor, empezaba a sentir como la temperatura subía en el ambiente y poco a poco se apoderaba de mí.
—¿Cómo llegaste aquí princesita? — preguntó sarcásticamente interrumpiendo el silencio y antes de tener la oportunidad de decir algo, él prosiguió —¿Te rebelaste contra Dios? ¿Iniciaste una rebelión? o ¿simplemente te desecharon como basura? — su sonrisa era de total burla.
Con calma le respondí —Siempre está conmigo, no me ha "desechado", ni siquiera en este lugar — se quedó con una leve sonrisa molesta y solo se dispuso a mirar la nada. Por mi parte llevé mi mirada hacia el gran sauce blanco, me dio curiosidad que estaba muy bonito a diferencia de los demás así que pregunté —¿Por qué este árbol está mejor cuidado que los demás?
El chico observó despreocupado hacia las hojas que caían del sauce y tomó una entre sus manos, luego me miró con sus profundos ojos rojos y sonriendo dijo —¿Estás segura que sabes dónde estás? — con la misma calma que he estado tratando de tener desde que desperté moví mi cabeza de arriba hacia abajo, él entrecerró los ojos y continuó hablando con un tono suave y serio —Es el escape — respondió, lo mire cuidadosamente esperando a que continuara y así lo hizo, llevó su mirada hacia la aldea y dijo —Es la única forma de salir de ese lugar, pocos lo saben pero es muy fácil salir de allí cuando encuentras este árbol, pero es algo complicado — se rasco el cuello pensativo.
—Pero, si es el escape ¿por que seria complicado? es el árbol más bonito de todos, es difícil perderlo de vista— pregunte confundida.
Me miró con intensidad y con voz pausada dijo — Es un pequeño juego — al notar mi mirada dudosa siguió hablando—Algunos demonios vienen a este lugar para molestar a las almas — hizo una pausa y pensó por un momento —¿Quieres entrar y te cuento en el camino? — esperó a que respondiera algo, aun asi no recibió respuesta de mi, continuó hablando —Digo, también podríamos buscar algo de ropa para ti. — se levantó de la banca y metió sus manos en los bolsillos.
Debí haber rechazado su propuesta o haberle dicho que no necesitaba la ropa,pero aquí estoy confiando en un completo demonio desconocido. En silencio nos acercabamos a la aldea, pude notar que el leve ruido que escuche al despertar se intensificó, pero no se veía movimiento en aquella aldea así que me pareció muy extraño. llegamos al umbral y me sorprendí un poco ante las palabras del chico.
—Buena suerte, conoce tu nueva naturaleza princesita — pude sentir una especie de fuerza que pasaba por mi cuerpo, algo fugaz e instantáneo.
Al traspasar la entrada del pequeño pueblo había música por todos lados, y puestos ambulantes de comida, personas bailando, caminando, comiendo e incluso peleando, estaba concentrada viendo todo lo sucedido hasta que el joven me interrumpió.