Parte 1
¿El final?
Jamás me arrepentiría
de haber intentado matarlo.
Jonathan
17 de enero de 2000
Eran inicios de los 2000 y Deadwood parecía atrapado en 1990; nada había cambiado demasiado: el lago abandonado y Pump House abierta 24 horas.
Me encontraba en mi oficina, con decoración minimalista. Odiaba el desorden. Salí un momento a la terraza para despejarme. Encendí el cigarro mientras miraba los colores anaranjados del cielo y el viento recorría mi cuerpo. Emily llegó más temprano de lo acordado; estábamos en la terraza, con la luz de la luna iluminándonos.
Nos quedamos unos minutos solo con la luna a nuestras espaldas. Podía estar así un largo rato; de mi cabeza no salía su mirada penetrante y su llamativa figura. Emily rompió el silencio segundos después.
—Por ahora estamos a salvo, aunque... —dijo Emily, con ese tono tan desesperado que siempre la ha caracterizado.
—No será suficiente —contesté, intentando sonar relajado.
—Smith... —murmuró—. He hecho todo lo que has querido —dudó—. Cada cosa que me pediste la cumplí, pero... —Hizo una pausa, pensando si seguir hablando o callarse.
—¿Pero qué, Emily? —Noté cómo tensaba su cuerpo mientras se alejaba unos pasos de mí en la pequeña terraza.
—Es demasiado —su voz temblaba como si la carga emocional estuviera por consumirla—. No puedo más, no quiero seguir mintiéndole a todos en la cara; no quiero mentirle más a Ethan.
Fruncí el ceño muy rápidamente. ¿Por qué sus palabras me importaban? Me acerqué a ella; retrocedió unos pasos, y acorté la poca distancia que quedaba, acorralándola contra el barandal.
Terminé con la distancia que nos separaba. Miré el brillo de sus ojos verdes, incliné la cabeza, observé sus labios carnosos, de color carmesí. Sentí el impulso de besarla. Dejé nuestros labios a unos centímetros de distancia; podía sentir su respiración acelerada. Cerró los ojos por impulso, y deseé besarla ferozmente. Pero... terminé alejando esos pensamientos de mí.
—Vete —jadeé—. Si no quieres seguir con esto, no te voy a obligar, pero en el momento en que cruces esa puerta, serás mi enemiga, y sabes cómo han terminado mis enemigos en el pasado —espeté en tono hostil mientras miraba sus ojos de un verde brillante oscurecerse.
Me sostuvo la mirada por unos segundos. Dudé. Pasó por mi mente la idea de tener que acabarla. Borré ese pensamiento rápidamente. Emily seguía ahí frente a mí. No se iría.
Me alejé de ella mientras el silencio se apoderaba de la pequeña terraza. Era un silencio espeso, pero esta vez era diferente; había algo diferente. Sentía algo extraño que no podía descifrar.
30 de octubre de 1999
Un día... era todo, y esto se acababa. No habría más, no podía haber más. Tanto tiempo planificando esto para que, al final, solo bastara un segundo.
Se había ganado mi confianza demasiado rápido. No podría decir por qué acepté que me ayudara con esto. Pude haber contratado a alguien mejor; así tendría la certeza de que todo resultaría tal cual lo planeado.
No podía negar que tenía una belleza excepcional. Era todo lo contrario a Zoé: fría, oscura y dulce a pesar de todo. Me volvían loco sus ojos verdes, mirándome con desesperación, como si quisiera decirme algo pero jamás pronunciaba nada. Tenía el cabello negro, ondulado y suave.
—Emily —dije, alejando esos pensamientos de mi mente.
—¿Mande? —pronunció tranquila.
—Esto acabará con nosotros —dije frívolamente.
—Lo sé, Jonathan.
—No existe margen de error. Nada puede salir mal. Apégate al plan y no volveremos a vernos. Comete un error, y no me importará si terminas muerta —dije calmado.
No mostró ninguna reacción, ni un leve gesto. Se limitó a salir de mi oficina. La puerta se cerró de un golpe. El frío inundó el lugar; un escalofrío recorría mi cuerpo. Quería que todo terminara lo antes posible, pero... necesitaba su calor.
17 de enero de 2000
El silencio era algo común entre nosotros. Por más que deseara romper con él, no era sencillo. Cada palabra que salía de mi boca era una farsa que se hacía cada vez más grande.
—La presión hará que no salga de un mismo punto. Ethan no puede descubrirnos —sentencié, intentando dejar atrás lo que había pasado hace unos minutos.
—Tenemos que actuar rápido —dijo más desesperada de lo que hubiera imaginado.
—Plantaré evidencia falsa —pronuncié, dando por terminada la conversación.
Los errores son inadmisibles; solo tenía que entrar, matarlo y salir. Su error, por más pequeño que fuera, nos metió en todo este lío. Solo queda una cosa por hacer. Juro que no voy a descansar hasta que Ethan deje el caso, sea como sea.
Cuando tocas fondo, es porque no has conocido el abismo que se encuentra a tu lado, amenazando con llevarte hasta él.
31 de enero de 2000
—¡Smith! ¡Ethan nos descubrió! —Me quedé paralizado por unos segundos; después, caí en cuenta de lo ocurrido.
—Te descubrió. Solo uno saldrá vivo de eso —pronuncié con tono tajante, y vi cómo Emily tensaba el cuerpo.
—Si caigo yo, caemos los dos —intentó sonar segura, pero la voz le temblaba y sus ojos estaban vidriosos.
—Yo no he metido las manos en nada. Tú eres la que tiene que preocuparse —caminé hacia el otro lado de la oficina.
—Solo cumplí tus órdenes —se le quebró la voz, y las lágrimas empezaron a salir de sus ojos.
—¡Tú la mataste! —le grité, clavando mis ojos en los suyos. Odiaba que intentara hacerse la víctima, cuando todo fue su culpa desde el principio.
No existe prueba que me vincule con esa noche ni testigo que me reconozca. Podría no ser un crimen perfecto, pero yo saldría ileso. Vi cómo la subían a la patrulla esposada y supe que esto apenas era el comienzo.