Una nota ensangrentada,
el inicio de su propia muerte.
Ethan
21 de febrero de 2000
La nota seguía en mi escritorio, cubierta de sangre. Las palabras eran claras: “No sigas con esto, Ethan”. Quería descubrir al responsable.
Sin embargo, mi mente solo podía preguntarse: ¿Madisson? Su nombre no salía de mí, me empezaba a consumir.
Buscando la verdad que yo mismo oculté, en un lugar que saqué de mi memoria. ¿De qué sirve una mentira si tú mismo te empeñas en no creerla?
Mi escritorio estaba vacío, y a pesar de querer llenarlo con la investigación, salí de mis pensamientos en cuanto su mirada se clavó en mí. Lo sabía, sabía lo que acabaría haciendo.
—Emily —pronuncié en un hilo de voz, mientras mi cuerpo se tensaba al instante.
No dijo nada. Sinceramente, no entendía qué respuesta esperaba. Se acomodó detrás de mí, y sus manos recorrieron mis hombros suavemente, un gesto que me tranquilizó.
—Ethan —su cálido aliento rozó mi mejilla.
Sus labios se dirigieron a mi mejilla, depositando un dulce y suave beso.
Aunque lo intenté, mi cuerpo reaccionaba a su contacto, recordando todo lo que había pasado entre nosotros.
Me levanté de la silla bruscamente. Sin pensarlo, la aparté con fuerza, enviándola lejos, como si quisiera destruir todo lo que me separara de Emily.
Su mirada bajó de mis ojos a mi abdomen, que quedaba ligeramente descubierto por mi camisa desabrochada. Desesperado, me acerqué a ella y la tomé de la cintura, acercándola más a mí. Su perfume con olor a vainilla invadió mis fosas nasales.
—Emily —susurré en su oreja.
—Cállate y hazlo —jadeó. Mis labios anhelaban su contacto y nuestras respiraciones se aceleraron.
Uní nuestros labios en un beso desesperado. Ambos sabíamos que no era la primera vez que esto pasaba, pero siempre parecía ser la última. Pasó las manos por mi cuello y empezó a jugar con mi cabello.
Separé nuestros labios unos segundos para tomar aire. De sus ojos verdes salía un brillo, y sonreía con malicia. En ese momento mandé todo al carajo. La volví a besar, pero esta vez con desesperación y un deseo incontenible.
Jonathan
La vi salir de la oficina de Ethan. Llevaba un vestido rojo que se ajustaba a su figura, y su pelo corto despeinado. Sus ojos se oscurecieron en cuanto me vio. Su semblante cambió de lo que parecía ser coqueteo a serio, incluso tímido.
Ethan. Su nombre resonó en mi cabeza. Entré en la oficina, y lo primero que vi fue la espalda de Ethan descubierta. Una mezcla entre enojo y celos me invadió.
Mis pasos resonaron en la habitación y Ethan volteó ligeramente hacia mí, y después sirvió un vaso de whisky.
—¿Te divertiste? —Ethan suspiró y pasó una mano por su pelo.
—¿A qué viene la pregunta? —Su expresión era fría.
—Ella saliendo de aquí con la ropa desacomodada y tú sin camisa… —mi mirada se clavó en él y la ira comenzó a subir— ¿Algo más que agregar?
—No veo por qué tendría que explicártelo —pronunció, cansado de la conversación.
—Quiero que lo hagas…
—Tendrás que preguntarle a ella. Seguro te cuenta con detalle lo que hicimos —sonrió con malicia.
22 de febrero de 2000
La ira seguía en mi interior. Emily se encontraba a mi lado. Llevábamos un rato en silencio.
—¿Besaste a Ethan? —pregunté con rabia.
—¿Celoso, Smith? —contestó con picardía.
—Es imposible que tú me pusieras celoso. Solo es curiosidad. Te vi muy divertida saliendo de su oficina ayer.
—No, no solamente lo besé —afirmó mientras sonreía.
Apreté los puños por impulso, y quise hacerla mía. Me acerqué a ella y la acorralé contra la pared.
—Puedes acostarte las veces que quieras con él, y tu cuerpo siempre seguirá reaccionando a mis roces, Emily. ¿Lo haces por deseo o me intentas olvidar con él? —susurré cerca de su oreja.
Me alejé de ella y volví a centrar mi atención en los papeles que estaban en mi escritorio. No esperaba una respuesta.
—No importa con cuántos esté, tú jamás saldrás de mi mente. Y en mí, tu nombre siempre llegará a mis labios.
—Entonces deja de intentar olvidarme y pruébame.