“El orden es el placer de la razón
pero el desorden es la delicia de la imaginación.”
—Paul Claudel—
Jonathan
25 de febrero de 2000
Todo estaba por cambiar. Dejaría atrás cualquier sentimiento, seguiría la razón y no el corazón; arriesgaría todo con tal de lograr mi objetivo.
Llegué a su oficina. Observé la pared llena de fotografías, papeles por todas partes. Un verdadero desorden. Era un error estar allí, sabía que no lo necesitaba. Sin embargo, sin él no existia diversión.
—¿Has pensado en lo que te dije? —pregunté posando mi mirada en sus ojos negros. Su iris se oscureció al instante.
—Nos parecemos más de lo que imaginas, Jonathan —respondió, dándose la vuelta.
—Jamás me rebajaría a tu nivel, Ethan —mis pasos fueron el único sonido que nos acompañó durante unos minutos.
Lo tenia tan cerca de mí, como lo quería desde hace meses y aun así en lugar de matarlo fue él quien hablo.
—El malo y el bueno, siempre actuando como el villano: amenazante, egoísta, indiferente. No eres más que un cobarde sin saber cómo enfrentar sus emociones. Te ocultas tras tu máscara de chico malo, pero, aunque sea por un segundo, en tus ojos se logran ver destellos de emoción que intentas ocultar.
—No actúo como el villano —hice una pausa—Soy el villano —afirmé con determinación.
—Es mejor ocultar como eres realmente, por tu tono, podría jurar estabas a punto de pedirme ayuda, ¿Me equivoco?
—¿Cómo lo haces tú? Andando por ahí como si fueras el bueno, cuando tú y yo sabemos que, en el fondo, eres igual que yo. Estás decidido a encontrar la verdad, sin importar si eso significa matar. En tus manos corre sangre. No matas porque es tu última opción, matas por dolor. Pero disfrutas arrebatarle la vida a los demás, aun cuando son personas que te importan —dije con vehemencia.
—Sí nos parecemos, Jonathan, pero tú no viniste hasta aquí para confirmar lo que ya sabíamos.
—Sé que desconfías de Emily —dije, pasándome una mano por el pelo.
—Tampoco confío en ti, pero aquí estoy —respondió con ironía.
—Quiero venganza, y tú justicia. Necesitamos ser sinceros. Empiezo yo Emily mató a Zoé esa noche.
—No esperes que me sorprenda cuando dices algo que yo deduje hace tiempo —su tono corto el aire que llegaba a mis pulmones.
Tarde pocos segundos en recuperarme, la noticia no era nueva, pero escuchar esas palabras salir de su boca me desconcertaron.
La única forma de tenerlo en mi equipo era revelando verdades que Ethan aun no estaba listo para conocer.
––No era capaz de distinguir que estaba haciendo, pero lo disfrutaba, cada grito, cada tortura, y cuando me canse dispare, sin mirar a quien ni en donde, Ethan la mate ––no respondió y agradecí que no lo hiciera.