Llama de Incertidumbre

Capítulo 12

Comprendí el dolor que

causaría y lo disfruté.

Ethan

7 de diciembre de 1999

No recordaba la última vez que me sentí pleno, conocía la debilidad a la perfección, y mi única debilidad estaba muerta. Su recuerdo acechaba con revelar lo que se escondía del mundo.

Engañaba y mentía, me ocultaba tras la máscara de chico simpático, no conocían al verdadero Ethan Morthent: el que disfruta las cosas aterradoras, el que ama con intensidad y odia con ella, el que puede soportar todo excepto una mentira, el que mata solo por divertirse.

Tenía claro lo que hacía y por qué. Todos tienen una debilidad, y esa es la única forma de hacer caer a quien no tiene sentimientos.

Olvidaría, mataría su recuerdo con la única finalidad de eliminar la oportunidad de que alguien llegara a destrozarme.

Me quedé todo el día en casa, trataba de olvidarla. No, no trataba de hacerlo. La estaba olvidando, y la incertidumbre de no saber qué pasó me mataba lentamente.

Salí al patio, respiré profundo mientras mi mirada se dirigía al piso, como si eso me fuera a dar las respuestas que necesitaba. El viento sopló, levanté la mirada, di la vuelta y una voz familiar me detuvo.

—Nos engañaste, Ethan… —dijo Emily, amenazante. No entendía. No. No me podía haber descubierto, y menos ella. No podía estar pasando ahora.

—Tendrás que ser específica. Para tu desgracia, desde que Zoé murió todo está lleno de mentiras, deberías saberlo más que nadie, en especial porque te la pasas engañando a la gente. Lástima que conmigo no lo has logrado —pronuncié, dándome la vuelta para posar la mirada en sus ojos.

—Contradictorio querer decir que yo me la paso mintiendo, cuando tú no haces otra cosa más que engañar, con el cuento del mejor amigo protector enojado con el exnovio de su amiga. ¿Vas a negar que Zoé sufrió más contigo que con Jonathan? —dijo Emily, acercándose unos pasos a mí.

—No hables de Zoé cuando tú no estuviste para ella cada que llegaba con el corazón destrozado por él, cuando regresaba llorando y rota. Dime dónde estuviste cuando él dejó de hacerle daño psicológico y empezó a golpearla. Siempre estuve ahí para ella, la amaba, era capaz de todo con tal de salvarla. Ella no sufrió a mi lado.

—¿Con qué tranquilidad puedes decir que la amabas? ¿O es que ella no sufrió cuando le disparaste y la dejaste desangrando? ¿No te suplicó que la dejaras, que no lo hicieras, y aun así lo hiciste? Disfrutaste cada momento en el que agonizaba —su pausa se hizo eterna y sus palabras apuñalaron mi corazón.

— La mataste —sentenció Emily sin quitar su mirada de mí. Tardé en procesar sus palabras. La creía capaz de muchas cosas, y esto no era una de ellas: culparme por la muerte de la persona más importante en mi vida. Recobré la compostura unos segundos después.

—No quise hacerle daño, menos después de ver por lo que estaba pasando. ¿Cómo puedes acusarme de haber matado a mi mejor amiga, al amor de mi vida? —dije más expresivo de lo que hubiera deseado.

—Los engañaste. Yo no vuelvo a caer en tus mentiras, Ethan. La verdad saldrá sin necesidad de que actúe, tú solo terminarás entregándote.

—No. Yo no la maté —dije, intentando convencerme. ¿Acaso ese disparo…? Necesitaba respirar, calmarme y pensar. Me dirigí hacia adentro sin importarme dejar a Emily ahí afuera. Agarré las llaves de mi coche y tomé camino hacia mi oficina; necesitaba volver a organizarme. Durante el trayecto mi cabeza no paraba de darle vueltas a todo lo que Emily había dicho. Estaba demasiado concentrado y perdí de vista el camino por un momento.

*

Ethan manejaba un Ferrari 355 del año, color rojo. Su cabeza le daba vueltas. Un dolor punzante le invadió la cabeza, su mente quedó en blanco por un momento, pisó el acelerador a fondo y se estrelló contra un muro de piedra. El impacto logró destruir la parte delantera del automóvil. Ethan se golpeó fuerte la cabeza por el impacto y quedó inconsciente.

La sangre había salpicado el parabrisas, brotaba a chorros de su cabeza. Ethan seguía sin tomar consciencia. Pasó media hora antes de que la ambulancia llegara. Los paramédicos intentaban actuar lo más rápido que podían; debido al fuerte golpe que sufrió no podían arriesgarse a que perdiera la vida.

Después de unos minutos Ethan se encontraba en la ambulancia de camino al Moment Health Lead-Deadwood Hospital, el mejor hospital del pueblo.

Presentaba una herida fuerte en la cabeza, de la cual brotaban chorros de sangre. Fue metido a quirófano para poder cerrarla. La operación duró tres horas, en las cuales Madisson y el padre de Ethan habían llegado.

Ethan fue anestesiado antes de iniciar con la operación, a pesar de no haber recobrado la consciencia. Al salir del quirófano seguía inconsciente; la única señal de vida que mostraba era su respiración constante.

El doctor salió a la recepción e informó al padre de Ethan que la operación fue un éxito, pero que su hijo no había despertado. Las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de Alexander Morthent. A pesar del alivio que sintió al saber que su hijo seguía vivo, la preocupación lo invadió al recordar que seguía inconsciente.




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