Llamada a medianoche

Capitulo 2

Una mujer asustada se encerraba en su dormitorio parecía asustada sus cabellos castaños estaban alborotados y húmedos del sudor que emanaba de su cuerpo, en posición fetal miraba su reflejo en el espejo, sus ojos marrones enrojecidos por las lágrimas que caían a borbotones por su rostro y la boca abierta en búsqueda desesperada de oxígeno.

La misma mujer esta vez corría desesperadamente por la calle sin importarle a cuanta gente chocara e incluso hiciera caer por la acera, su ritmo era firme y decidido yendo a máxima velocidad hasta que rodeo la plaza Chatham y finalmente, se paró en el portal del bloque de edificios.

Por último, ahora esa misma mujer estaba luchando con una persona misteriosa que no se podía apreciar con claridad, sin embargo, la mujer parecía luchar con uñas y dientes contra su agresor o agresora, intentaba gritar pero una mano le tapaba la boca impidiéndole poder hablar y ahogando sus gritos, ella le arañaba los brazos y la mano con la esperanza de escapar de su agarre pero finalmente, esa mano misteriosa le dio un empujón haciendo que esa mujer caerá hacia atrás dando vueltas por las escaleras acabando su trayectoria con un golpe seco contra la pared.

Krista entonces despertó empapada en sudor, con el corazón latiéndole a cien por hora aun sentía la adrenalina de lo que había presenciado, o más bien imaginado,  había sido una pesadilla horrible, la guinda del pastel para su día de mierda que empezaba a difuminarse por su ventana, los primeros rayos de sol del día la hicieron moverse rápidamente de la cama e irse a dar una ducha para despejarse e intentar olvidarse de ese mal momento que acababa de pasar.

Krista no había podido dormir en toda la noche, primero la situación de confinamiento la había dejado nerviosa y las pesadillas recurrentes durante toda la noche tampoco había ayudado a mejorar su sueño, la situación la ponía con mal cuerpo, ya que sabía que la situación del coronavirus estaba mal, se mascaba en el ambiente y había seguido las noticias y seguido las recomendaciones básicas pero nunca imaginó esto, un confinamiento en casa.

Empezaba a lamentarse de haberse mudado a otro estado, su madre había llamado esa misma noche, pero ella insistió en quedarse en Nueva York esperando que la situación mejorará y pudiera incorporarse otra vez al trabajo. O más bien, se había engañado  a si misma confiando en que su situación se arreglara y este confinamiento fuera algo provisional, porque de lo contrario, estaría condenada a la soledad hasta que se decretara la abertura de fronteras estatales. Como había firmado ya su contrato laboral, ya empezaría a cobrar, además haría teletrabajo mientras durará el confinamiento por lo cual, las necesidades financieras estarían cubiertas y su madre se tranquilizaría sabiendo que no pasaría hambre, ni necesidades básicas, pero se intentaba convencer que esto sería algo temporal y en poco, podría volver a ver a su familia, porque de lo contrario habría tomado una de las peores decisiones de su vida. Echaba de menos su hogar, y estar lejos de su gente, eso la carcomía por dentro y la hacía arrepentirse de haberse marchado de su casa, si hubiera sabido que no se podría salir se habría mudado a casa de sus padres con la tranquilidad de saber que Jane no podría acosarla, sin embargo, la mudanza ya estaba hecha, su trabajo nuevo y su contrato de seis meses gastándose todos los ahorros en este nuevo apartamento, había tomado una decisión e iba a cumplirla, empezar una nueva vida.

-Bueno, toca poner buena cara –dijo en voz alta mientras se disponía a realizar parte de su trabajo delante del ordenador.

Empezó a trabajar y todo parecía ir bien, sin embargo, las pesadillas que había tenido la noche anterior la había dejado tocada, un escalofrió le recorría la espalda, achacaba la culpa a la situación de confinamiento, tenía que ser eso, se había puesto muy nerviosa y eso provocó semejante pesadilla.

Aunque quedaba la duda en el fondo de su mente sobre qué lo había provocado, nunca veía películas de terror, la aterraban demasiado y luego no dormía durante días, pero extrañamente dichas pesadillas no la aterraban es más, la mantenían en un estado de alerta como si fuera una advertencia de que algo malo iba  a pasar y tenía que estar preparada.

De repente un ruido fuerte procedente de la puerta, la levanto de un salto de la silla e hizo que abriera la puerta, pero allí no había nadie pero cuando bajó la mirada vio una pequeña taza de café de papel con un folio escrito debajo, cogió el café con la mano derecha mientras leía la hoja de papel que decía “Como es imposible tomarnos el café juntos ¿qué te parece una videoconferencia? Mi número es el 485940281 y mi usuario Dylan_Thor.”

Krista sonrió ante el café, era un detalle nada más pero agradecía el hecho.

-Gracias –grito ella desde la puerta de su apartamento mientras miraba el apartamento de enfrente.

Dylan había cometido un fallo abrir la luz mientras miraba la reacción de Krista desde la mirilla, ella había apreciado mirando por la rajilla de la puerta de enfrente y la mirilla como había alguien al otro lado de la puerta, la luz lo había delatado y rápidamente vio como la luz se apagaba.

Krista rio mientras cerraba la puerta, estos últimos dos días habían sido de lo más curiosos, miedo por dejarlo todo, esperanza al conocer al nuevo vecino, nerviosismo y temor ante el confinamiento, e inquietud ante las pesadillas de anoche, pero estos pequeños detalles hacia que Krista viera la luz al final del túnel, que incluso en el peor de los casos había pequeñas alegrías que había que disfrutar.



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En el texto hay: misterio, amor, suspense

Editado: 29.03.2021

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