Llamada al amor

Capítulo 2: Naila

—No digas bobadas, Assia.

—Jake es guapo y en la boda de Nika no dejaba de mirarte. A ti te gusta o no le hubieras tirado a Luke encima—río recordando eso—. Es entendible que estuvieras enfocada en la terapia y descubriendo lo que quieres hacer de tu vida.

—Acuéstate tú con él.

—No y no. Trey me dejaría y no puedo perderlo y soy buena hermana. Además, a Jake no le intereso y no es de lo que se compromete y tú no te quieres comprometer con nadie, así que es perfecto para ti. Yo soy feliz con Trey.

—Alguien con quien ya deberías casarte.

Suspira.

—No es que no quiero. Estoy esperando que él dé el primer paso, aunque da miedo. Las cosas van bien entre nosotros, demasiado bien. ¿Y si nos casamos y todo se arruina? Hay tantas relaciones que funcionan bien con la convivencia, luego se casan y al año se divorcian.

—Nika y Gideon están casados y se casaron seis meses después de que él se lo propusiera y se fueran a vivir juntos.

Se levanta.

—Lo de ellos es diferente, tienen una hija. Avísame como siguen las cosas con la tienda y si acaricias los abdominales de Jake o no.

—Tonta. Te perdono porque me trajiste donas. Por culpa de ustedes, ahora soy adicta a ellas.

—La comida grasosa es lo más.

Assia sale la tienda y yo sonrío.

Nunca imaginé que podría llegar a tener una buena relación con mis hermanas, en especial con mi hermana mayor y me alegro de que sea así.

Haber salvado a Regina del primo psicótico de Gideon me ayudó a dejar atrás mi personalidad de niña mimada, caprichosa y superficial. Cuando una cree que está por morir, la vida pasa por la mente y te das cuenta de que cosas son importantes en la vida.

Ahora me considero una mujer centrada, que trabaja en una tienda ropa que intenta mantener en pie.

La idea original era vivir con Assia, pero nos dimos cuenta de que eso generaría problemas y ella quería mudarse con su novio Trey, así que me mudé sola a un departamento en el mismo edificio que ellos, aunque si la tienda no mejora, deberé buscar otro trabajo y encontrarlo rápido o Assia tendrá que darme cobijo o Nika y Gideon.

Con Natasha, la amiga de mis hermanas, no podría vivir porque no tengo una relación estrecha como ellas, además es una maniaca del orden y la limpieza y viviría estresada teniendo que acordarme de sacarme los zapatos antes de entrar y no apoyar el vaso sobre la mesa sin portavasos. Siempre podría pedirle a Luke que me acepte en su departamento dado que nos hicimos buenos amigos, pero vive en un monoambiente y él suele llevar sus ligues cuando está en Victoria y no viajando.

Ni modo, espero que el plan de Jake funcione.

Hablando de rey de Roma, él entra por la puerta con una sonrisa. Viste traje a medida de color azul oscuro y una camisa azul claro sin corbata. Sus zapatos brillan más que las joyas falsas y baratas que tengo en mi armario.

Es guapo y no está mal sentirse atraída por un hombre como él.

He evitado a los hombres para enfocarme en mí y en mi trabajo. Los hombres suelen distraerme y pasé gran parte de mi vida buscando uno con dinero que mantuviera. Todo por causa de mi madre que me llevaba a ello, sin embargo, tras su muerte, pude restablecer mi relación con mis hermanas y comencé a ver que hay algo más en la vida que hombres y que no necesito uno para ser feliz o mantenerme. Yo puedo mantenerme sola y cuando desee tener una relación, buscaré un hombre y será por amor y no por dinero.

El sexo es otra historia, más fácil que el amor y hace mucho que no lo practico y es bueno para el estrés.

«Naila, enfócate, tienes que salvar el negocio, no acostarte con el amigo de tu cuñado». Un paso a la vez.

—Linda tienda.

Sonrío, agarro la jarra de café y lleno una de las tazas. Me acerco con esta.

—Mucha ropa—le tiendo la taza—. Café. Puedes agregarle leche o azúcar, pero tienes cara de tomar café solo.

Él sonríe.

—Acertaste. ¿Por qué una tienda de ropa?

—Porque me gusta la ropa y sé de moda. No fui a la Universidad porque mi madre decía que era una pérdida de tiempo y no me creía lo suficiente inteligente para entrar. Para ella la solución era buscarme un hombre con dinero que me mantuviera. Me di cuenta tarde que ese no era el camino, así mis hermanas me ayudaron a averiguar que podía hacer de mi vida y esta fue la solución. La dueña vendía el lugar para irse con los hijos a Vancouver y ninguno de sus dos hijos estaba interesado en una tienda, así que lo compré con mis ahorros.

—Interesante. O sea, llevas…

—Como dueña, casi un año.

—Poco tiempo.

—Sí, me dolería cerrarla luego de que permaneciera abierta por más de treinta años.

—Hay mucha ropa antigua. También adornos antiguos. La gente prefiere un cuadro de rayas abstractas antes que una buena pieza de antigüedad—se arrima al teléfono con forma de sirena—. Una sirena de cerámica.

—Es un teléfono.

Frunce el ceño.




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