Agradezco que Assia viniera a ayudarme tras cerrar su tienda. Ella tiene tantas cosas en su tienda y le encanta organizarla. Mi caso es solo mover algunas cosas y ropa que yo me ocupo de clasificar y etiquetar.
Yo no podría con la tienda de ella. De solo ver, me duele la cabeza. No sé como es que ella sabe cada pieza que tiene y donde está. Yo a veces no recuerdo donde dejo el celular y lo ando buscando sin percatarme que lo tengo en la mano.
—¿Qué tal es Jake en la cama?
Ya se me hacía raro que no hiciera esa pregunta. No es que yo le contara algo, sino que Trey lo vio salir de mi casa en la mañana cuando salió a buscar el periódico y se lo dijo a mi hermana.
No me molesta, no es un secreto y no es la gran cosa. No tengo secretos con mis hermanas.
—Uno de los mejores con los que estuve. No puedo decir mucho porque puede que lo que sea bueno para mí en la cama, para ti no. Según mi experiencia y gustos, no me puedo quejar.
Mi hermana asiente y comienza a acomodar los conjuntos armados que le entrego.
—¿No te molesta que se haya ido antes de que despertaras?
—Me envió un mensaje diciendo que tenía algo de trabajo y que no quiso despertarme. De todas maneras, es mejor así. Acordamos una relación sexual, no otro tipo de relación.
—Tienes razón. Si se muestra demasiado atento o cariñoso se puede mal interpretar y terminarás enamorada.
Sonrío con tristeza.
—Después de tantas decepciones amorosas, no me ilusiono con facilidad y tampoco me enamoro recibiendo un poco de atención. He salido con hombres que se portaban románticos, atentos y cariñosos llenándome de halagos y me dejaban una vez que me llevaban a la cama o se cansaban de mí. Creeme, prefiero a alguien como Jake que sea claro en lo que quiere y no ande con mentiras.
—Esos hombres te dejaban porque eran idiotas o tu antigua personalidad los alejaba. Ya no eres esa Naila. Cualquier hombre sería afortunado de tenerte.
Sonrío con tristeza.
—A veces cuesta creerlo.
—Reviviría a la bruja de nuestra madre solo para matarla de nuevo por destruir la confianza en ti misma.
Suelto una carcajada.
—Mejor déjala donde está y hablemos del regalo de cumpleaños de Nika.
La siguiente hora nos pasamos hablando del regalo de Nika. Queremos regalarle algo que valga la pena y tiene que ser algo especial, tal como es ella, y no sabemos que es. Ya se nos ocurrirá algo.
Cuando Trey pasa a buscar a Assia, me pregunta si deseo irme con ellos y declino la oferta porque quiero terminar un par de cosas en la tienda antes de irme.
Me despido de ellos y cierro la puerta con llave. Observo, a través del vidrio, como Trey besa a Assia, le dice algo que la hace reír y los dos se suben al auto con unas sonrisas en sus orejas. Aunque es más difícil observar el amor de Nika y Gideon porque la devoción que él tiene por ella es muy transparente.
Me alegro por mis hermanas. Ambas tienen buenos hombres, sus recompensas por haber sido buenas personas toda la vida. Pensar en eso me da a pensar que yo nunca seré feliz en el amor porque es mi castigo por lo mala que fui con mis hermanas en el pasado.
La psicóloga que me atendió me dijo que aceptara lo que hice y lo dejara atrás, tal como mis hermanas hicieron con mis errores. Y lucho mucho por hacer eso a pesar de que a veces tengo días oscuros.
Está claro que no puedo pretender que alguien se enamore de mí si yo no estoy lista para eso.
Tal vez mi destino sea quedarme sola y ser la tía genial o encuentre el amor de mi vida a los cincuenta años y a él no se le pare si no usa viagra.
Sacudo la cabeza dejando de pensar en ello y termino de armar los conjuntos para colocarle a los maniquís.
Ya saqué fotos para subir a las redes, Nika está trabajando en mi página web con los cambios que quiero implementar y espero que alguna de las cuatro influencers que encontré en Victoria me responda. Una tiene que responder. No puedo tener tanta mala suerte.
Un golpe en la puerta me sobresalta, miro hacia fuera visualizando a un hombre joven de cabello rubio y espeso saludándome.
El local lleva más de dos horas cerrado y no me da buena espina, aún así, dejo mi paranoia a un lado y me arrimo a la puerta hablando sin quitar el seguro.
—¡Hola! ¡Necesito un vestido!
Siempre están los hombres raros.
—¡Está cerrado!
—¡Lo sé, pero debo retirar un vestido que mi madre encargó! ¡Se me hizo un poco tarde y no puedo ir a casa sin el vestido porque es para mi abuela!
—¡¿Cómo es el apellido?!
—¡Lydia Cornel!
Respiro con alivio porque reconozco el nombre. Una mujer vio en las redes un vestido de los años treinta que desea regalarle a su madre para su cumpleaños porque ella tenía uno similar, el cual amaba y se quemó, así que me hizo un deposito y guardé el vestido. Su hijo lo recogería.
Abro la puerta, él entra y a simple vista veo que es un hombre guapo, joven y elegante que dudo que sería capaz de robar, aunque hay ladrones elegantes como los políticos y los empresarios corruptos.