Llamada al amor

Capítulo 8: Naila

Coloco las velas en el pastel de Nika, asegurándome que Regina no meta el dedo para saborear la crema. Me gusta malcriarla, pero hay límites y el pastel es uno.

Me siento tan feliz de poder estar aquí festejando los treinta años de mi hermana mediana. Mi cumpleaños es el próximo mes y una vez Nika sugirió que podríamos festejarlo juntas, la idea me pareció rara y mamá intervino diciendo que eso era una tontería. Nika celebró ese cumpleaños con sus amigos en una fiesta que le hicieron y yo el mío con mamá porque papá ya estaba muerto, Assia se había ido y Nika se fue inmediatamente luego de que mamá comenzara a criticarla durante la cena antes del pastel. Y yo le seguí el juego.

No importa porque eso ya pasó, Nika no guarda rencor y hoy estamos unidas, por eso quiero que tenga el mejor cumpleaños antes de que se vaya con Gideon a Vancouver.

—Vaya pastel.

No necesito voltear para saber que se trata de Jake. Reconozco su voz y su perfume. No entiendo por qué me pone nerviosa estando fuera de mi departamento cuando me conoce desnuda y la noche anterior estuvimos juntos y desnudos en mi cama explorándonos mutuamente.

Llevar la relación casual ha sido más fácil de lo que pensé, sin embargo, debo estar atenta para no pasarme de línea y terminar enamorándome de él o algo parecido. Natasha me dio algunos tips y entre ellos me dijo que limitara mis conversaciones con él. Si podía ser su amiga además de su amante sin involucrar sentimientos, estaba perfecto, de lo contrario, sugirió que eligiera entre ser su amiga o su amante. Por ahora, prefiero ser su amante.

Debo tratar a Jake por ser el mejor amigo de Gideon, aun así, no significa que deba prestarle más atención de la debida.

—Sí, Nika lo merece.

Termino de colocar las velas y sonrío.

—¿No era más fácil colocar una vela con el número treinta en lugar de todas las velas?

—Las treinta velas son parte del diseño y el número treinta está en los globos de la mesa dulce.

Me doy la vuelta y me choco con Jake, él sonríe, me toma de la cintura y me besa con deseo. Le devuelvo el beso durante un momento, luego lo aparto.

—¿Quieres escaparte unos minutos?

Sonrío.

—¿No te alcanzó con las cuatro veces de anoche y las dos de esta mañana?

Ríe.

—No.

—Lo siento, tendrás que esperar porque estoy ocupada y este fin de semana me quedo con Regina hasta el lunes que Nika y Gideon regresen.

Acaricia mi mejilla y hace a un lado mi cabello.

—Cuando Regina se duerma…

—No, me quedaré aquí en su casa y hay límites que respetar. Si no puedes aguantarte, busca a otra.

—¿Por qué dices eso? Acordamos exclusividad y no soy un maniaco sexual. Antes de ti llevaba meses sin sexo.

—Lo siento, no lo dije con mala intención. Nuestra relación es sexo, así que es correcto hablar de ello, no obstante, cuando no lo tengo, prefiero otros temas.

Se aparta, agarra una cereza del plato y se la lleva a la boca. Mejor dejo de mirarlo.

—Anoche intenté hablar de otros temas y parecía que no querías hablar.

—Mejor no me hagas caso. Estoy estresada.

—Te entiendo. Podrías contratar a alguien que te ayude.

Me río.

—No puedo pagar una ayudante. Al menos ya conseguí una influencer a la que le encantó el estilo de mi tienda mezclando lo nuevo con lo viejo y la próxima semana se dará una vuelta para ver la tienda, así que estoy dejando todo perfecto. Las ventas online han aumentado con los cambios que le hizo Nika a la página web por pedido mío. Les encanta poder combinar los conjuntos usando su propia foto.

—¿Usando su propia foto?

—Sí, hay un espacio donde los clientes pueden subir su foto de cuerpo completo, luego seleccionan la ropa que quieren y se ven a sí mismo luciéndolos.

—Vaya, eso es una idea estupenda.

—Se me ocurrió después de ayudar a Regina a vestir a sus muñecas.

—En un mes revisaré los números y te diré si vas bien, si tienes que mejorar o darte por vencida.

—Gracias. Igual me tengo fe—señalo la bandeja al lado del refrigerador—. Te guardé una porción de pastel de manzana. Lo traje esta mañana para desayunar y voló. Sé que es tu favorito.

—Gracias. Igual quiero uno completo y con eso me doy por pagado el asesoramiento.

—Eres barato.

Ríe.

—Contigo… Me refiero a que lo soy porque eres la hermana de Nika y cuñada de Gideon. Los aprecio.

Vuelvo la atención al pastel.

—Lo sé—levanto la bandeja—. Es hora del pastel, antes de que Gideon y Nika se vayan.

Salimos al jardín, Regina corre hacia mí, con su atención en el pastel y ella dice que quiere una porción grande. Su amor por lo dulce es infinito.

Acomodo el pastel sobre la mesa y todos se acomodan alrededor para cantar el feliz cumpleaños a Nika.




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