Llamado del Corazón

CAPÍTULO 6

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░★░.

Alaric caminaba en círculos, sintiendo que su cabeza iba a explotar. El enfrentamiento con su ex fue realmente doloroso y tenerla tan cerca después de tantos años no le resultó nada fácil, mucho menos darse cuenta que a pesar de todo, ese amor que alguna vez sintió por ella, no había muerto por completo. Podía estar dolido, lleno de resentimiento, pero era innegable lo que su corazón sentía. Sin embargo, el pasado de Hania seguía pesando más que nada.

No podía dejar de pensar en su traición, en cómo ella había admitido, mirándolo a los ojos, haber sido una prepago.

Recordó con amargura cómo su socio la había descrito como "la puta más deseada", y las asquerosidades que aquel gordo infeliz se había jactado de haberle hecho, haciendo que la furia lo consumiera por completo aquel día y lo golpeara hasta casi mandarlo al hospital. Esa sociedad, por supuesto, terminó en ese mismo instante.

Se llevó las manos a la cabeza, luchando contra las lágrimas de rabia que amenazaban con escapar. El dolor de aquellos recuerdos mas su amor no sepultado por completo, se sentía como un veneno que lo consumía lentamente.

En aquel entonces, cuando Hania seguía insistiendo en que la escuchara, una parte de él quiso hacerlo. Estuvo a punto de buscarla, de intentar entenderla, hasta que su propia hermana Stacy Moretti, tras enterarse de la cancelación de la boda y la ruptura, lo convenció de lo contrario. Stacy le aseguró haber visto a Hania en una ocasión saliendo de un hotel con otro hombre y eso solo terminó por confirmar lo que el ex de Hania le dijo.

Podía dudar de aquel hombre, pero no de su hermana. Ella no tenía razones para mentirle, no cuando sabía cuánto estaba sufriendo. Cada evidencia, cada palabra, cada imagen, lo había convencido de que Hania era una mujer infiel y descarada.

Respiró hondo y exhaló lentamente tres veces, luchando por recuperar el control de sí mismo. No podía permitirse que nadie lo viera en ese estado.

Lo que no sabía era que una niña de rasgos suaves y angelicales, tan parecidos a los de su ex, lo observaba en silencio a solo unos pasos.

Maya sintió su corazoncito más acelerado de lo normal y se llevó una mano al pecho. Sintió pena y compasión al ver a su salvador llorando.

¿Qué le ocurría al señor de los ojos bonitos?

Se puso a pensar en la razón del sufrimiento de su salvador, y lo único que se le ocurrió fue que le dolía algo debido al golpe que se dio.

Tal vez la cabeza, el culito o la espalda.

La culpa la invadió rápidamente al recordar cómo él la había protegido cuando el caballo la lanzó al suelo. Quizá se había golpeado muy fuerte.

Decidida a ayudarlo, acortó la distancia entre ellos y, con su pequeña mano, tiró suavemente del pantalón de Alaric para llamar su atención.

El italiano se sobresaltó y rápidamente se limpió las lágrimas que no había logrado contener.

Al ver a Maya, Alaric se puso tenso y un extraño temblor le recorrió el cuerpo.

Estaba frente a la niña que Hania aseguraba con tanta convicción que era su hija. ¿Podría ser?

Su corazón comenzó a latir con la misma intensidad que la primera vez que la vio. Era extraño porque no le pasaba con nadie más.

Cuanto más tiempo la miraba a los ojos, más se aceleraba su corazón. Era como un grito, un llamado del corazón que él se empeñaba en ignorar.

—Señor, ya no llore, por favor... —le pidió la pequeña y se aferró a sus piernas brindándole un cálido abrazo.

Hania se secó las lágrimas y se puso de pie. La tristeza que le provocó el enfrentamiento con su ex, fue tan grande que no soportó estar de pie y acabó sentada en un tronco viejo.

—No voy a llorar más —se prometió a sí misma—. Hice todo lo que estaba en mis manos, Dios mío —murmuró, alzando la vista al cielo. El azul claro había desaparecido, reemplazado por nubes negras que anunciaban una tormenta inminente—. Intenté que me escuchara, intenté hacerle entender la verdad, pero su dolor y orgullo son demasiado fuertes. No importa cuántas veces le jure que jamás le fui infiel, que nuestra preciosa Maya es hija de los dos. Ya no insistiré más, hablaré con Kendra para decirle que no cantaré en su boda, tomaré a mi hija y me iré lejos de aquí.

Con esa determinación, comenzó a caminar en dirección a la casa.

Cada paso que daba se sentía más pesado y su corazón un poquito más roto, pues sabía que una vez que dejara el rancho atrás, todo su pasado con Alaric Moretti quedaría sepultado.

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***

Alaric estaba estático. Maya todavía se encontraba aferrada a sus piernas, pues su pequeña estatura no le permitía llegar más arriba de la cintura de su salvador. Era un hombre grande como superman.

¿Y si era una especie de superhéroe y por eso la había salvado?. Ese pensamiento inocente la hizo sonreír.

Levantó su cabecita y buscó los ojos bonitos de su salvador que ahora estaban un poco enrojecidos.

—¿Ya está mejor, señor?

Alaric se perdió un momento en su mirada angelical. Su sonrisa le recordaba a Hania, excepto por los hoyuelos, que esos más bien parecían haber sido copiados de él.




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