Capítulo 9: Nuevos Caminos, Viejos Fantasmas
Benji
Cuando recibí la carta de la disquera, la dejé sobre la mesa sin abrirla durante horas. La miré como si fuera una bomba a punto de explotar. Grace fue la que la encontró primero, la abrió sin permiso y se sentó frente a mí con esa mirada suya de "vamos a hablar en serio".
—Si el destino te está enviando a California, es por algo —dijo con calma, empujando la carta hacia mí.
Respiré hondo, tomando el papel entre mis dedos. La oferta era buena. Muy buena. Pero también significaba dejar Seattle, dejar a Milan, alejarme de todo lo que había construido con él en los últimos meses. Significaba empezar de nuevo en un lugar que estaba plagado de recuerdos de Emilia.
—No puedo dejar a Milan —murmuré, más para mí que para ella.
—No tienes que hacerlo. Puedes organizarte. Tienes los recursos, Benji. Milan tiene un padre presente, pero tú también tienes un futuro que construir —dijo Grace con firmeza—. No dejes que el miedo a lo que pasó con Emilia te impida avanzar.
Cerré los ojos un momento. No era solo por Emilia. Era por todo. Por la familia Cleverth, por los secretos, por la jodida carga que siempre había sentido sobre mis hombros. Pero Grace tenía razón. No podía seguir congelado en el mismo lugar.
Tomé mi teléfono y marqué un número que no había llamado en mucho tiempo.
—Necesito que prepares todo para la firma del contrato. Voy a California.
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Elissa
Nunca pensé que una suspensión del hospital me llevaría a una nueva oportunidad. Cuando me ofrecieron la transferencia a California en lugar de retirarme la licencia, sentí que me estaban dando un boleto para escapar. Pero, ¿escapar de qué? ¿De mis errores o de lo que estaba empezando a sentir?
La despedida con Hunter fue… confusa. Le reclamó por cómo me había besado en el cementerio frente a todos, y su respuesta fue típica de él: evasiva y cargada de humor.
—No puedes besarme así y luego actuar como si nada —le dije, cruzándome de brazos.
—¿Quieres otro para dejarlo claro? —bromeó, con esa maldita sonrisa suya.
Bufé, pero mi corazón latía más rápido de lo que quería admitir. Hunter Blackwell era un dolor de cabeza, un niño inmaduro...
no dejaba de pensar que ahora diria que estoy siguiendole, cuando se entere que estaríamos en la misma ciudad otra vez. No estaba segura de si eso era bueno o una receta para el desastre.
—¡Joder! ¿por que? ¡Parece que me has echado una maldición Mimi! ¡Crei que eramos familia! pero me odiabas ¿a que si?—
Exclamo mirando al cielo como si Mimi realmente fuese a responderme...
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Emilia
Regresar a la universidad después de haber abandonado los exámenes finales se sentía como caminar por un campo minado. Sabía que tendría que enfrentar las consecuencias, pero lo que realmente me preocupaba era enfrentarme a Ginny. Y a mis propios errores.
Hunter caminaba a mi lado, metiendo las manos en los bolsillos como si no le importara nada. Pero yo lo conocía. Él también estaba nervioso.
—Esto es surrealista —murmuró—. ¿Crees que Ginny haya superado lo suyo?
—Lo dudo —resoplé—. Pero no me importa. Solo quiero arreglar lo que dejé pendiente.
Lo que dejé pendiente… con mis estudios, con mis amigos, conmigo misma. Y, aunque no quería admitirlo, con Benji también.
Al llegar al campus, sentí que todas las miradas estaban sobre nosotros. Algunos susurraban, otros se limitaban a observar. Hunter pasó un brazo sobre mis hombros, como si intentara darme apoyo sin decir una palabra. Pero entonces, la vi.
Ginny.
Estaba a unos metros de distancia, rodeada de su grupo de amigas. Y cuando nuestros ojos se encontraron, sonrió. No una sonrisa amigable, sino una sonrisa de alguien que tenía un as bajo la manga.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
—Esto no ha terminado —murmuré.
Hunter me miró de reojo y luego a Ginny.
—No, definitivamente no ha terminado.
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Editado: 24.03.2025