Capítulo 10: Viejas Sorpresas
Benji
Llegar a California es como respirar un aire distinto. Más caliente que Seattle, más caótico en algunas cosas, pero hay algo que me hace sentir en casa. Quizá sean los viñedos que se extienden por todo el Valle de Napa, recordándome las historias que mi abuelo me contaba cuando era niño.
Cuando estaciono el auto en la entrada de la vieja casona familiar, respiro profundo. No es la primera vez que vengo aquí, pero esta vez es diferente. Esta vez vengo para quedarme.
Mi abuelo, El viejo Cleverth, está en el porche con su infaltable vaso de whisky en la mano. Me observa con esa mirada de quien lo ha visto todo en la vida, con una sonrisa de orgullo que rara vez muestra.
—Mira nada más quién ha decidido volver a sus raíces —dice con voz firme, sin moverse de su sitio.
—Hola, abuelo —respondo, acercándome para darle un abrazo. No es un hombre de muchas demostraciones de afecto, pero al menos no me aleja.
—Pensé que tardarías más en aceptar que este lugar también es tuyo.
—Bueno, digamos que algunas cosas cambiaron.
—Ya me contaron. Así que ahora eres una futura estrella de la música —se burla con una sonrisa ladeada—. No me sorprende. Tu madre siempre decía que llevabas la música en la sangre.
Asiento, sintiendo una punzada de nostalgia. Mamá lo sabía desde siempre. Ella ha sido la primera en apoyarme.
Pasamos la tarde hablando del viñedo, de la historia de nuestra familia y de la disquera. Le cuento que finalmente firmé el contrato, que mi primer sencillo sale en unos días. Su respuesta es un simple movimiento de cabeza, pero veo en sus ojos que está orgulloso.
—Solo recuerda algo, Benji. La fama es tan efímera como una copa de buen vino. Se disfruta en el momento, pero si la dejas demasiado tiempo sin control, se arruina.
Sonrío. Clásico de mi abuelo.
—Lo tendré en cuenta.
*******************************************************
Elissa.
Mi nuevo apartamento es... bueno, digamos que he visto habitaciones de hospital más acogedoras. Es un pequeño estudio en un edificio viejo, las paredes tienen manchas de humedad y la cocina apenas funciona. Pero está cerca del hospital y, lo más importante, es lo que puedo pagar.
Suelto mi maleta y miro a mi alrededor. Esto es mi nuevo comienzo. No es un penthouse ni una mansión, pero es mío. O al menos, hasta que pueda permitirme algo mejor.
El primer día en el hospital es abrumador. Todo es nuevo, las caras, las normas, incluso el ritmo de trabajo. Pero en cuanto empiezo a atender pacientes, todo lo demás desaparece. Esto es lo que amo hacer. No importa el lugar.
Durante mi turno, atiendo a un niño de seis años con una fractura en la muñeca. Está asustado, su madre intenta calmarlo, pero él solloza sin parar.
—Hola, campeón —le digo con una sonrisa mientras reviso la radiografía—. ¿Sabes que eres más fuerte que muchos adultos que he visto aquí? La mayoría ya estaría gritando de dolor.
Él me mira con ojos húmedos.
—¿De verdad?
—Totalmente. Ahora, serás mi ayudante. Necesito que cuentes hasta diez mientras te acomodamos la muñeca, ¿vale?
Lo hace, concentrándose tanto que casi no nota el procedimiento. Cuando terminamos, me mira con asombro.
—¡No dolió tanto!
—Te lo dije —le guiño un ojo.
Su madre me agradece con una sonrisa de alivio. Es un momento simple, pero me recuerda por qué elegí esta profesión.
Después de varias horas de turno, cuando finalmente tengo un respiro, mi celular vibra con una notificación. Es una noticia en redes sociales.
Benji Cleverth firma contrato con importante disquera y lanza su primer sencillo.
Miro la foto de él en el artículo. Se ve feliz, realizado. Algo dentro de mí se emociona de saber que esta tambien en la misma ciudad, pero se que es ese sentimiento y lo ignoro. Porque prometi hacerme a un lado y no voy a flaquear. Te olvidare Benji, lo prometo.
****************************************************
Hunter
Los exámenes finales fueron un infierno, pero pude presentarlos gracias a la consideración del director por la muerte de Mimi, me dieron otra oportunidad y a Emilia también porque le dije que nuestras familias eran cercanas. Ambos aprobamos después de días enteros estudiando, durmiendo poco y bebiendo demasiado café.
El problema de Ginny nos tiene exasperados, aún así hemos estado tan ocupados que no hemos podido prestarle la atención, lo que la a Ginny furica y desquiciada.
—Asi que no quieres verme Hunter.
Musita atravesándose para cortarme el pasó.
—Aparta Ginny, tengo partido. No tengo tiempo para tus estupideces.
—Pues saca tiempo, porque sino publicaré la cara orgásmica de Emilia mientras tú haces lo suyo dentro de sus piernas, por todos los pasillos.— me amenaza. Suspiró. Estoy cagado de miedo pero no por mí, sino por Emilia, se lo complicada que fue el final de su adolescencia, lo mal que la paso en el embarazo, las ganas que tenía a entrar en esta universidad y lo que le costó hacerlo: perder al amor de su vida, por una estupidez.
—Cuando terminé el partido nos veremos, haré lo que desees.— le digo para calmarla.
—no, cuando termine el partido no, bésame ahora aquí delante de todos.— viro los ojos con fastidio. No quiero ni verla, menos besarla.
—Luego, dije que estoy ocupado.— la empujó y sigo mi camino. Ella me sigue hasta el baño del gimnasio.
—Un clic y está en en mis historias de Instagram — me amenaza.
—Joder, venga ya.—Digo acercándome para besarla. De repente me viene el beso de Elissa a la mente. No puedo hacerlo. Me detengo.
—¿Te enamoraste de Emilia Hunter? ¡ERES UN PERDEDOR!— Agrega.
cojo fuerzas para besarla.
—Muy bien como así te quiero, a mis pies como antes—
Musita y luego se va.
Y luego viene el partido de fútbol. El estadio está lleno, la adrenalina en el aire es electrizante. Desde la primera jugada, sé que será un juego rudo. Veo a Ginny en las gradas con un cartel que dice: "Hunter el amante deseable"
#6714 en Novela romántica
#1747 en Chick lit
amor mentiras deseo amistad, amor lujuria pasión, amor celos
Editado: 24.03.2025