En el crepúsculo, los ecos de un adiós,
resuenan en el silencio, en un lamento atroz.
Cada sombra se alarga, cada luz se apaga,
y el corazón se siente en una tristeza amargada.
Las horas se desvanecen en un gris penumbroso,
y el crepúsculo pinta el cielo con un tono doloroso.
Ecos del crepúsculo, un susurro de tristeza,
que envuelve al ser en su profunda pesadez.
Cada destello de luz es un recuerdo que muere,
y el crepúsculo avanza, sin piedad ni deber.
Ecos del crepúsculo, un lamento constante,
que arrastra al alma en su tristeza vacilante.
El horizonte se funde en una sombra incierta,
y el dolor se siente en la noche que se despierta.
En el crepúsculo, los ecos son un grito callado,
un reflejo de un adiós que nunca se ha olvidado.
La oscuridad avanza, cargada de pesar,
y los ecos del crepúsculo se vuelven a escuchar.
Cada sombra es un testigo del dolor que persiste,
en el silencio del crepúsculo, donde el corazón resiste
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Editado: 25.07.2024