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— ¿Quieres que vallamos de una vez a mi casa? — me pregunta.
— Aún no. — Digo sujetándome de él, vamos a toda velocidad por la carretera, necesito despejarme un poco, mi mente esta nublada por demasiados recuerdos que en su momento me rompieron en mil pedazos.
Si nadie me amo, lo hice yo.
Me reconstruí sola, siempre estuve así mis dos hermanos estuvieron para mí, sabiendo solo un poco de lo que en verdad paso. Nunca permití que me vieran vulnerable, no quería que me vieran así.
Todo empezó hace dos años, fue cuando todo explotó, cuando mi padre le fue infiel por primera vez a mi madre.
Todavía recuerdo esa sensación, todo ocurrió el mismo día, no pude decirles nada a mis hermanos, no podía arruinarlo todo para ellos. Estaba en primero de preparatoria, para mí todo era felicidad, vivía en un mundo rosa.
Era viernes, estaba saliendo del instituto con quien en ese entonces era mi novio, Dante, estaba feliz, íbamos tomados de las manos y todas las miradas estaban en nosotros, o más bien en mí, había demasiadas personas hablando a mis espaldas, riéndose.
No entendía que pasaba y... y...
— Katherine. — Llama mi atención Seth, levanto la cabeza, mirándolo a los ojos. — Tenemos varios minutos estacionados y estás llorando, ¿Estás bien?
— Claro que estoy bien, es más, estoy perfecta. — le respondo limpiando mis lágrimas.
— Siento lo que pasaste, pensé que tú y tu familia estaban bien. No tienes por qué pasar todo sola, estoy aquí Katherine y nunca me iré. — me asegura. Siento un líquido caliente deslizarse por mi mejilla, la limpio con fuerza.
— No asegures algo que no sabes si podrás cumplir. — le respondo. — Ellos no son mi familia Seth, siempre he estado sola, bueno, solo mis hermanos. — Suelta un suspiro y me mira.
— ¿Entiendes que no estás sola? Tienes amigos que te quieren y se preocupan por ti. — Ahora soy yo la que suspira, cansada.
— Solo les evito que se decepcionen de mí, soy buena asiendo eso Seth, les estoy ahorrando un mal trago. Los apoyo a mi manera y esa es no estar ahí.
— Bien, esa es tu decisión, no te volveré a presionar, sé que lo detestas, pero espero y te arrepientas de ella.
— No lo haré. — digo.
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Todos nos miran, llegue junto con Seth y las especulaciones están en su máximo esplendor, malditos chismes. Camino a su lado, viéndome un poco más baja que de costumbre, no es que sea una persona de baja estatura. Sino que uso botas de tacón.
— ¿Ya te cansaste de tu estilo habitual? Debo admitir que no tenías estilo, ni lo tienes todavía, pero algo es algo. — ¿Enserio? Lo dice la chica de cabello verde usando camisas naranjas y pantalones cafés.
Claro que uso esa ropa el día que nos conocimos, ahora ha mejorado su estilo de vestimenta.
— Vete al infierno cabeza de escoba. — le digo de forma tosca.
— Tienes que esté tranquila, respira, recuerda la apuesta. — me recuerda Seth, susurrando cerca de mi oído, encojo los hombros, sintiendo cosquillas.
— Voy a acercarme a él, voy con ustedes en unos minutos. — Seth asiente levemente y me voy directo al salón de química, que lamentablemente me toca casi todos los días. Tres veces por semana.
Voy a mi asiento habitual y miro a Jace ahí, leyendo un libro, bien, veamos, es uno de mis libros favoritos. Fire Black.
Es de un chico que tiene – amnesia selectiva- como lo llama la prima del protagonista, quien se va descubriendo poco a poco y hurgando en su pasado, descubriendo secretos y armando misterios.
— Hola Jace. — Saludó lo más amigable que puedo y él me da una enorme sonrisa la cual tardo unos segundos en imitar.
— Katie, te ves algo diferente. — Respira Katherine, él no te dijo así. En estos últimos días me siento más temperamental.
— Ese es uno de mis libros favoritos. — Su sonrisa crece y me gustaría ver cómo se le parte la cara por la enorme sonrisa que siempre lleva.
Cálmate. Respira. Calma.
— También el mío, Fríe Black es un libro que me hace dar vueltas la cabeza cada vez que llego a la mitad. — responde. Yo admito que solo lo leí porque vi la película y dejo dudas, así que compre él libro y lo leí.
— Tengo aquí otro libro, lo único que no me gusta es que ella siempre perdona a la persona que la lastimo, ¿Quién sería tan tonto para perdonar una y otra vez lo mismo? — Tú lo serás cariño.
— Lo mismo opinó, son demasiado tontas para regresar una y otra vez a un lugar donde tanto daño les hicieron. — Y en mi historia tú serás el tonto que siempre regresa.
¿Pero sabes qué? El final será muy diferente, aquí, yo no me voy a enamorar, ni voy a cambiar por nadie. Esa es la gran mentira de las historias.
Las personas no cambian por alguien, te aceptan como eres o que te acepten una mierda. Las personas cambian porque quieren hacerlo, porque quieren superarse, porque se cansaron de ellos mismos, porque madurado o simplemente por eso, por cambiar.
Una persona no te hace cambiar, te hace desear ser diferente y superarte.
Esa es la gran diferencia entre la ficción y la realidad.
— Si, y en la realidad eso pasa día tras día, por eso muchas mujeres llegan a perder la vida por eso mismo. — Vuelvo mi atención a él. — Primero empiezan con celos asfixiantes, discusiones, golpes y los perdonan, porque creen que cambiarán pero no, si sucede una vez ¿Que te asegura que no lo hará de nuevo?
— Exacto, porque creen que eso de verdad es amor, pero no lo es. Es obsesión y manipulación.
— Buenos días jóvenes... y señorita Evans. — saluda el profesor, dando por finalizada nuestra conversación.
— ¿Me extraño profesor Stuart? — Le doy una sonrisa cínica y el imita mi acción, elevando sus comisuras hacía arriba.
— ¿Eso cree usted? — responde con mofa antes de dar comienzo a su aburrida y tortuosa clase. — Trabajen en equipos, tal y como están sentados, el trabajo vale más de la mitad de la calificación.