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Salgo del consultorio mirando sobre mi hombro, esperando que el semáforo se ponga en rojo para poder cruzar, no me voy a arriesgar a ser exprimida por alguna de esas bestias que van a toda velocidad.
Con la manga de mi sudadera limpio mis mejillas, asegurándose que no quedo ningún residuo de lágrimas, hoy fue el día donde me libre de un gran peso que tenía encima, de alguna manera espere que ella me juzgará, pero no lo hizo, se mostró comprensiva pero distante y fría, una extraña continuación, lo sé.
— Mi trabajo es descubrir que causo estos problemas en tu personalidad y, ayudarte a sanar poco a poco, pero necesito que pongas de tu parte, Katherine. — Mi mirada sigue puesta en mis manos, las cuales están en mi regazo.
— Yo... sí, estoy consciente de lo que lo detonó. — Murmuró bajando la mirada, odio hablar sobre esto, a nadie le gusta hablar sobre lo que pasa en su vida, ¿No? Mucho menos cuando son sucesos trágicos.
Ella continua en silencio, logrando incomodarme un poco, tonta psicología humana, me mira fijamente y soy consciente de eso, es muy obvio.
— Fue hace poco más de dos años, ese día salía de mi antiguo instituto, todas las miradas estaban puestas en mí y yo no sabía que, ocurrido, ese mismo día, me di cuenta de que habían filtrado un video mío, con mi actual ex novio, él lo hizo. — Comienzo a hipar, me rodeo con mis brazos, dándome reconforte. — Desde ese día me han culpado de tantas cosas, cambie de instituto y cree mi carcasa.
Me detengo para poder respirar correctamente, lágrimas incontrolables bajan por mis mejillas hasta perderse en mis manos.
— Si no te sientes lista, no lo cuentes hasta que sea el momento. — Me dice y asiento agradecido, mira su reloj y suspira, acomodando sus lentes sobre su fina nariz. — La sesión termino.
Miro hacia el auto, miro a los tres renacuajos mirarme sobre sus largas pestañas, hoy Jace no pudo cuidarlos, dijo que surgió algo con su tía, no podía simplemente llevar a mis hermanos con él, le dije que no había problema por eso están con Seth sobre mi auto.
— ¿Y su niñero? — Les pregunto al llegar y no encontrarme a Seth.
— Él nos dijo; "Miran esa chica, pues voy a la heladería de al lado, quédese aquí, mocosos, los estaré vigilando" — lo arremeda James con una mueca de asco.
— ¿También te cae mal? — Le pregunto y asiente.
— Me cae mal, Jace, Seth, Víctor... — Comienza a enumerar. — Y todo chico que se acerque a mis hermanitas, Jorge me agrada, él se mantiene alejado de ustedes. — Agrega el menor.
Veo a Seth corriendo hacia acá, trae un bote de nieve grande en sus manos y unos vasos de plástico y algunas cucharas.
— ¡Chisme, chisme, chisme, chismeeee...! — Llega canturreando. — Tengo un chisme fresco. — Informa.
— Eso ya lo sé, Einstein. — Indico acomodándome en mi asiento.
— Como digas, Lea estaba con el raro. — informa entrando al auto, abre el bote y le hecha nieve a un vaso. — Tengan mocosos. — Le da un vaso a cada uno después de repetir la acción.
— ¡Yo no tengo cuchara! — Se queja James.
— Con el dedo. — Se burla el chico a mi lado. — Es broma, mocoso, ten.
— Esto está delicioso, Seth, ¿Cómo sabías que me gusta el helado de menta? — dice Charlotte.
— Por qué eres extraña y te gusta la pizza con piña, así que dije, si le gusta la pizza con piña, también el helado de menta. — responde.
— Si vas a contar un chisme cuéntalo bien. — Me quejó ahora yo.
— Está bien, está bien, no desesperes, vi a Lea y a Jade besándose en la heladería. — Y es como si una cubeta de agua helada callera sobre mí, ella va a jugar con él y claramente, ya gano la apuesta.
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— ¡Vamos chica, son solo cien! No seas tacaña, prometo pagarte. — Le pido por encima vez.
— Dime para que lo quieres y te lo doy. — Agrega una condición Tamara, digamos que ella es la rica del grupo.
— Perdí una apuesta. — Murmuró entre dientes, cumpliendo su condición.
— Ten, pero no continúes apostando y menos con Lea, la conoces, o al menos un poco. — Antes de que formule la pregunta, agrega. — No apuestas con nadie más, solo entre nosotros. Ya sabes, diez a que se cae.
— Gracias, Tam, te debo una. — Le agradezco antes de salir corriendo hacia mi auto.
— ¡Me debes cien! — Escucho su grito y rio.
¿A dónde voy? A pagarle a Lea y terminar esto de una buena vez, le diré a Jace todo, no voy a dejar que ella juegue con él y no, no son celos de que me gano, es más bien que lo considero un amigo y no voy a dejar que lo dañen gracias a mis estupideces.
Estación mi auto frente al lugar donde todo terminara, bajo y corro hasta la puerta, golpeó una vez y espere a que abran.
— ¿Qué haces aquí? ¿Vienes a dar pena? Ahórratelo. — Tranquilízate y respira tal y como dijo la psicóloga, exhala, inhala.
Diablos, así no era, inhala, exhala, inhala.
— Ganaste, felicidades, pero no juegues con él. — Le tiendo el dinero y no duda en tomarlo.
— No, cariño, yo hago lo que me venga en gana, no lo que tú me digas. ¿No me digas que ye te enamoraste? — Inquiere con burla.
— No, no estoy enamorada, él es mi amigo y no voy a dejar que juegues con él. — Bramo molesta.
— Estas equivocada, cielo, yo no soy la que juega con los demás, tu sí. — Detrás de ella aparece la figura de Jace, mirándome inexpresivo. — ¡Dile la verdad, Katherine! ¡Dile porque pusiste tus ojos en él desde el primer día!
— Dímelo, Katherine, dime la verdad por una sola vez en tu vida. — Pide el pelirrojo, trago saliva instintivamente, no seas cobarde y díselo. Me animo a mí misma.
— Ella y yo hicimos una apuesta, quien te enamorará primero y jugará con rus sentimientos, ganaba 200 dólares. — Contesto sin titubeos, veo por unos segundos algo desconocido pasar por su rostro, pero se recompone y regresa a la postura del Jace que conozco.