Llegaste tú [01]

|E l F i n a l|

ADVERTENCIA: Contenido  fuerte, este capitulo
 

toca un tema demasiado delicado como lo es el suicidio, se recomienda discreción, dejare una nota donde comienza, por si desean saltarlo. 
 

 

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— Qué aburrimiento hace hoy, ¿No lo crees querida hermana? Últimamente el aire se siente más pesado, más denso ¿Y si jugamos a ir por una cartulina? — Oh, dios, no, por favor no.

— ¿Apenas James? — Sonríe inocentemente, dejo el lápiz sobre la hoja llena de garabatos mal hechos y trazados a los que Charlotte le llama matemáticas, su letra es horrible siendo sincera, esta toda chueca y sin rumbo. — Son las... ¡Doce de la noche! ¿Dónde crees que encontraremos alguna papelería abierta?

— Tu eres la "súper mamá" debes saber. — Dice antes de caminar hacia la salida. — También unos ejercicios de matemáticas, necesito despejar X y supongo que sabes cómo.

— No me llames así, me haces sentir vieja, tienes teléfono e internet, ponte a investigar como despejar X. — Me limitó a contestar, sabiendo que ya se está alejando. — Tienes que multiplicar la variante por esto, cuando termines lo divides, ah, una cosa más, intenta hacer la letra un poco mejor y más lento, te servirá. — Le digo a Charlotte, en vez de decirle tal cual, "tienes la letra del asco" — Te dije que fueras a dormir. — Le digo a Sofie, quien está en la sala viendo la televisión.

Sí, estoy en modo "súper mama" como dice James, me encargo de que todo esté en orden, de que se alimenten bien, de que cumplan con tareas y duerman temprano.

— Si, perooo — Alarga la o. — ¡está saliendo Bob Esponja! — Se escucha demasiado emocionada, para demostrármelo, mueve la cabeza de un lado a otro. — ¡Es un episodio nuevo!

— Este episodio lo viste ayer. — le recuerdo. — Si te vas a dormir ahora, te dejo ver mañana treinta minutos más.

— ¡Bien! — Su euforia es demasiado clara, toma su cobija y de un salto baja del sillón, sale corriendo hasta la habitación que comparte con Charlotte, sí, se peleó con James y se niega a quedarse conmigo por alguna razón desconocida para mí,

Su cabello oscuro esta suelto y demasiado largo, tal vez se lo corte en unos días, tomo mi teléfono y llamo a Seth, cerca de su casa hay una papelería, él es el encargado de llevarnos cartulinas, plumas, lápices y correctores al instituto, no sé cómo lo lograba, pero si le llamadas, a los pocos minutos aparecía frente a ti con el pequeño ego que se carga cobrándote la cartulina.

Marco su número, espero a que conteste, la llamada va a buzón de voz, vuelvo a llamar y esta vez en el quinto timbre contesta, lo primero que escucho es música demasiado fuerte.

— ¿Ya te me vas a declarar? Debo decirte que por teléfono no es muy buena idea, se más original, ten en cuenta que no me gustan las rosas, son muy caras y solo duran dos días, mejor una deliciosa pizza. — ¿Va a volver con lo mismo? ¿Tan poco ego se carga? Nada más le falto toda la que llega el cielo.

— No seas idiota, no tengo tiempo para eso. — Ruedo los ojos, camino a la cocina y me recargo en el mesón. — Necesito una cartulina.

— ¡Ni que fuera papelería! — Escucho risas a su alrededor. — Vuelvo en un minuto. — La voz se escucha lejana, como si tapara su teléfono para que yo no escuche.

— Sé que puedes, además, si me traes la cartulina antes de mañana te doy una bolsa de sabitas. De tus favoritas. — agrego mirando la bolsa sobre la mesa.

— ¿Cuadriculada o lisa? — Pregunta de inmediato, rio.

— Una y una. — Respondo.

— Ya duérmete, cierra la ventana que te roban. — Va a volver con lo mismo, desde hace poco comenzó con ese tonto chiste, haciendo referencia a que yo entro a casas por las ventanas.

— Ya déjalo, tonto. — Cuelgo sin decir más.

Pasaron dos días desde lo ocurrido con Jace, lo he estado evitando, no lo quiero ver, más que tristeza, siento enojo, ¿Por qué querida Katherine? Es sencillo, me abrí hacia él, le conté demasiadas cosas y me dice eso en mi cara.

Una sola palabra lo describe a la perfección, IDIOTA y con mayúsculas, todos quieren a un Jace en su vida y lo sé, es un encanto pero, al igual que todos no es perfecto y esto lo demostró.

No iba a llorar por un hombre, ¿Debería? Claro que no, no puedo aunque quisiera, las lágrimas se agotaron de momento.

Quiero comer algo.

Camino hacia el refrigerador, no miro nada de mi agrado, lo cierro y me siento en una de las sillas, saco mi teléfono para entrar a Instagram, he estado desconectada de redes sociales.

Lo primero que veo es una publicación de mi banda favorita, habla sobre su próximo tour, habrá un concierto aquí en la ciudad el próximo mes, no digo que no me gustaría ir pero tengo miedo.

No, no pienses en eso, despéjate, pon algo de música.

Me digo a mí misma, me hago caso, enciendo la reproducción automática, la primera canción que sale es Gasolin de Hasley la canción tiene buen ritmo, comienzo a tararearla y mover la cabeza al ritmo de la canción.

Al terminar la canción y empezar otra, me levanto nuevamente de mi cómodo asiento, abro nuevamente el refrigerador esperando encontrar mágicamente pero nada, mi mirada viaja a las Sabritas sobre la mesa, la oferta es tan tentadora pero no.

Justo hoy llego Andrés y me van a dar cólicos, creo que es hora de dormir, camino hacia mi habitación, esta casa era de mis abuelos, trabajaron demasiado para comprarla, se aburrieron de la monotonía de estar aquí.

Levantarse, ver las noticias, comer, limpiar, de vez en cuando recibir visitas de sus hermosos nietos y esperar a que el día termine, por lo que esos sabios viejitos se les ocurrió ahorrar su pensión por meses para comprar una casa en las hermosas playas y mudarse a kilómetros de distancia. Los abuelos son quienes nos visitan, desde entonces solo hemos ido dos veces.




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