Llegaste tú [01]

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Seth

— Bueno... digamos que ella está descansando en paz. — Los tres pares de ojos grises se posan sobre mí, asombrados y confusos. Sollozos no pueden hacerse esperar, James se aferra a Charlotte como si fuera lo único que tiene que lo mantiene en la realidad, en el rostro de todos está claro el dolor.

— Ella... no puede estar muerta. — Solloza Charlotte. — No ella. Katherine es lo bastante capaz de mantenerse a flote, no puede haber muerto.

— ¿Quién está muerta? — Giro mi rostro hacia una muy adormilada Tamara que sacude a Jorge para despertarlo, él es de los menores de todos nosotros, tiene apenas dieciocho años, igual Katherine. Yo estoy a mediados de los dieciocho.

— ¿Que? — Pregunta este, tallando ambos ojos, intentando ser concierne de todo lo que ocurre.

— Qué alguien murió. — responde Tamara, incorporándose por completo, agitando una de sus manos dormidas, antes de sacudir su cabello.

— ¿Quién murió? — Pregunta un exaltado Víctor, dios esto es estresante, todos los ojos se posan en mi persona, esperando una respuesta de mi parte, antes de mirar con compasión a los pequeños Evans.

— Katherine. — Intenta recomponerse James, diablos, este es un pequeño orgulloso, me pregunto de donde habrá salido.

— ¡¿Qué ella que?! — Dicen todos al unísono, pero la castaña es quien continúa. — Déjese de idioteces, voy a entrar a verla, mi mejor amiga solo nos juega una broma de mal gusto, así es ella, voy a entrar a verla. — niega ella varias veces.

— ¿Qué? ¡No! Ella no está muerta, digamos que solo está durmiendo un poco. — Intento ser lo más suave posible por la presencia de los tres mocosos, haciendo que los mayores me entiendan.

— ¿Va a despertar? — Pregunta la tierna e ingenua Sofie, sus grandes ojos grises están cristalizados, sus mejillas están sonrosadas y su nariz roja, su cabello oscuro esta todo revuelto, una mini copia de Katherine, me causa tanta ternura mirarla, me dan ganas de apachurrar sus mejillas.

— Probablemente no. — No quiero ser pesimista, pero probablemente no sobreviviría, me duele decirlo, claro que sí, es mi mejor amiga, está en coma y sus clones se detienen de mi para asegurarse de que ella estará bien.

— Ella despertara Sofie, no le hagas caso a Seth, no sabe lo que dice. — Y yo sé lo que digo, aunque no lo parezca, ya viví esto una vez y los resultados no fueron positivos, ¿Cambiara algo esta vez? No, no lo hará. Muchas personas quedan dormidas por siempre, no despiertan, simplemente nunca lo hacen.

— Jorge, Víctor. — Los llamo. — Cuiden a los mocosos, Tamara tu vienes conmigo, necesitamos hablar. — Salgo del hospital con la castaña pisándome los talones, mostrando su enojo.

— ¿En qué pensabas, ¿eh? Son solo niños, Seth. — Me toma del brazo y me gira bruscamente. — No puedes hacer eso.

— Por eso mismo lo dije, ¿Querías que los llenará de esperanzas falsas? — No quiero hablar de esto ahora, no con ella.

— Al menos que no las rompieras. — Gruñe fastidiada. — Si aprecias a Katherine al menos un poco, demuéstralo con sus hermanos.

— Tienes la lista de cosas que Katherine quería para su funeral, las voy a conseguir, entre ellas esa enorme estatua gigante con su rostro — Sí, todos dijimos cada estúpida cosa que quisiéramos si en algún momento nos pasara algo, lo dijimos en forma de broma.

— ¡Seth! — Tam me golpea en el pecho y yo rio.

— Estoy bromeando. Un poco de humor dentro del caos no hace daño. Hasta te puede relajar un poco. — le digo.

— Pero eso es humor muy negro. — exclama.

— ¿Qué haremos con los mocosos? — me gustaría ofrecerles mi casa, pero el espacio es el problema, solo hay una habitación extra y la cama es pequeña.

— Se pueden quedar en mi casa, ¿Tú la encontraste? — Asiento levemente, joder, eso podría haber sido demasiado traumático para los mocosos.

Iba a dejarle las cartulinas con una pequeña nota.

"Anota $2 dólares más a tu cuanta, me compre unos chicles, esos corren por tu cuenta"

Cuando entre por la ventana de la sala me sentí que algo andaba mal, lo ignore y fui a la cocina a tomar un vaso de agua, el mismo que cayó al suelo cuando la vi.

Katherine estaba tendido en el suelo, el piso estaba llena de su sangre y ella llena de la misma, sus ojos se veían vacíos, estaba pálida, sus muñecas abiertas, un papel en una de sus manos y no tarde en llamar una ambulancia, dijeron que tardarían al menos diez minutos en llegar, eso era demasiado.

Con mucho cuidado la tome en mis brazos, la metí a su auto y maneje a toda velocidad, no tarde ni cinco minutos cuando llegue, mucho más rápido la jodida ambulancia. Si los hubiera esperado, ella no estaría en ese curto.

Estaba helada, sus ojos estaban abiertos y juro que me cagaba de miedo en ese momento, ya en el hospital llame a Víctor y a Jorge quienes no tardaron en ir por los mocosos y traerlos.

— Sí, yo la traje. — Siento un escalofrío recórreme la espina dorsal al recordar lo fría que estaba su piel.

— Mis padres están al tanto y aceptaron que se quedaran por un tiempo y ya sabes, usan ante la ley ahora somos hermanos adoptivos, mis padres los adoran de igual forma. — La familia de Tamara nos trata como sus hijos, no como unos más del montón, nos han ayudado en distintos problemas y nos dan sermones, a los chicos y a mí más que a nadie.

— ¿Ya le disté las gracias a Lina por el pastel de Piña? — Me da una mala mirada y asiente, solo intento aligerar el ambiente.

— Déjate de eso ahora, estamos en un tema demasiado serio y me sales con pasteles de Piña. — Dios, esto es demasiado complicado. — ¿Dónde están Jace y Lea?

— Deben de estar besándose por ahí, tristes de que su plan fallara. — Siento la ira volver a nacer en mí, esos dos son un asco, lo esperaba de Lea, ella no es alguien leal, tampoco es alguien a la que le puedas contar tu vida entera, más bien es a quien no quieres en tu vida, ¿Pero Jace? Ese chico me defraudó, nos falló a todos. Lo apreciábamos.




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