Llegaste tú [01]

|L l e g a s t e T ú|

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— ¿Cómo esta esa mano? — pregunta Draco al entrar a la habitación con su habitual sonrisa, resulta que la vez que tuve la amistosa charla con el pelirrojo, me desmayé por el dolor producido cuando se me abrió la herida, el haberme movido bruscamente lo causó, a pesar de que ya tenía más de un mes.

La herida es profunda y no sería rápido el tiempo en el que cicatrizara por completo, el doctor Draco ha sido buena compañía cuando tiene tiempo, claro.

— Bien... supongo. Espere, usted debe saber eso, yo no. — respondo.

—¿Y? — inquiere y frunzo el ceño, sin entender a lo que se refiere, ladeo el rostro intentando comprender a que se refiere.

¿Y? — repito esperando que complete y explique a que se refería, lo veo tirar unos implementos médicos.

—El chico de ayer, ¿Era tú novio? — aclara a lo que niego rápidamente.

—Es un idiota, lo consideraba mi amigo, ¿Sabe? Cuando se pierde la confianza, es difícil que otra persona la gane y cuando lo hace la rompe y duele, después llega a justificarse, con miles de excusas y lo único que consigue es que lo odie. — me liberó de lo que siento, comparto mis sentimientos con él, según me dijo, es bueno para librar tensión. —Y no se que hacer o pensar.

— El odio no es un sentimiento bueno, Katherine, el odio te consume por completo, es como una obsesión negativa que termina tomándose como su presa. — dice con un tomo comprensivo y compasivo.

—¿Por qué hace esto? — inquieto.

—Tengo la creencia de que lo que haces se te regresa, si obras bien serás recompensado y si obras mal, serás castigado, eso me lo inculcó mi madre. — Explica de manera breve. — Y te vez como una chica que solo se desvió un poco de su camino.

—Gracias... supongo.

—Supones demasiado. — Ríe. — No le des vueltas, yo no tengo dobles intenciones, solo soy el doctor Draco Stevens, un buen consejero y amigo, si no me crees, pregúntale a Lena.

—Primero; no conozco a Lena, y no le doy vueltas. Solo no lo había pensado... con razón me va tan mal en la vida. — Rio por lo bajo. — Desde ahora obraré bien.

—Ahora yo soy el que supone. — Dice antes de volver a revisar mis signos vitales y la herida. — Estás bien. — Informa después de un rato. — Tu familia es excepcional, se preocupan por ti y estuvieron pegados a ti como garrapatas.

—Lo sé, son increíbles. — concuerdo. — Alucinantes diría yo, somos unidos, nos cuidamos entre todos.

— Tengo que ir a quirófano, un paciente llego con un hueso destruido por completo. Te veo luego, Katherine.

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— ¿Qué esperabas?

— ¡Pudiste traerme unos checos o unas galletas! La comida aquí no es muy buena, Seth y yo muero por comer algo que no sean avenas y gelatinas. — reclamo. —Trae algo de contrabando.

—No tienes permitido comer eso, Jolie, ya deja de insistir, además, solo mi presencia es suficiente para alegrarle el día a la gente, ¡Qué dijo el día, el mes y la vida!

—Olvidaba tu gran ego. — murmuró. — Me está aplastando.

—No seas exagerada, mi ego no es tan grande, — agrega al final, manteniéndose recargado en la cama.

—¿Ya reprobaste?

—¡Qué poca fe me tienes! — dice indignado. — Y no, para tu información, no he reprobado, no creí que fueras una mala influenza, pero lo eres, déjame decirte.

—¡No soy una enfermedad, tonto! Es influencia, — recalcó. — repite conmigo; influencia... vez como mejoras... influencia.... no influenza, influencia...

—Ya deja de burlarte. — me interrumpe.

—Ya... gracias... — dijo en un bajo susurro, me mira con las cejas alzadas, esperando algo,

—¿Qué? — pregunta intentando comprender lo que dije. Miro su rostro buscando algo que lo desmienta, pero solo veo confusión.

—Gracias...— repito aún más bajo, sintiéndome avergonzada.

—No te escucho. — vuelve a decir, pidiéndome que lo repita nuevamente, ruedo los ojos y me preparo para volver a decírselo.

—¡Qué gracias! — subo la voz, procurando que me escuche.

—Sigo sin escuchar. — esta vez solo busca que lo repita para molestarme

—¡No lo voy a volver a decir de nuevo, así que escucha bien! Gracias por llegar a tiempo... también por cuidar a los pequeños clones y por estar allí.

— No fue nada, lo que sí sería algo es que no estuvieras aquí, Jolie, eres como un ángel para ellos, — señala la puerta donde hace un rato salieron los clones. — su salvación a un infierno seguro, ardes en tu propio infierno para mantenerlos a salvo. Buscaste la manera de librarte de tu infierno y te entiendo. ¡Lo hago, joder!

» Y dejaste caer todo, caíste con ellos y las llamas crecieron, sé que lo viste como única opción, que decidiste arrojarlo todo por la borda, pero, por favor, Katherine, permíteme ayudarte a salir de ahí, permíteme ayudarte, aun con cada fallo que tengo, con cada célula que me forma te quiero y me duele verte así.

Asiento, sin poder decir nada más, quiero llorar, esto es lo que necesitaba, alguien que me ayudara a cargar con todo, pero nunca hable de cómo me sentía, no quería que sintieran lastima por mí, lance todo por la borda al estar cansada de cargar con tanto.

Todo comenzó después de la apuesta, todo se descontrolo y salió de mis manos, no sentimentalmente por alguna persona, no. Más bien emocionalmente por mí, todo lo que guardaba explotó, como una bomba, tal vez y yo lo era, una bomba que cada vez estaba más cerca de explotar.

Y lo entendí, entendí que había pasado en mis narices durante tanto tiempo donde yo solo me preocupaba por mí misma.

— Llegaste tú... — susurró. — desde el principio, me ayudarse a sobrellevar todo, sin darme cuenta, creo que ni tú lo sabías, estuviste allí, ayudándome de manera indirecta, Seth.

Desde que me ofreció su amistad aquella tarde nublada, tenía unos pocos días de haber llegado al instituto. Llovía y yo estaba sola caminando por la acerca.

—Tienes cara de Jolie, desde ahora así te llamaré. — musito, caminando a mi lado, irritándome.




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