-Se te descubrió la mentira - comento, cuando en la mañana, después de bañarme, comienzo a vestirme. Me miro al espejo, este devuelve una silueta pálida y desencajada, por tanto, tiempo de sufrimiento. Sin pintura parezco más joven y el cabello, recogido descuidadamente, me beneficia. Pienso, en silencio, que he idealizado a un hombre traidor que me ha engañado ruinmente, ocultando la existencia del hijo. Por un momento, llego a pensar que, quizás, mintió para protegerme, porque fue testigo de mi sufrimiento ante la imposibilidad de convertirme en madre, pero después medito que el hecho de llevar una doble vida, es ya una traición imperdonable. Salgo de la casa temprano en la mañana, con una mezcla de temor, angustia y curiosidad. Rento un auto, que me lleva hasta la puerta misma del lugar. Al bajarme del transporte, puedo vislumbrar, frente a mí, una vivienda que se encuentra en buen estado arquitectónico, visiblemente amplia, pero, en la que no se aprecia apenas actividad humana. Ya frente a la puerta, respiro ansiosa y la golpeo con firmeza. Escucho pasos que, rápidamente, se acercan y después una manipulación al abrir.
Una muchacha blanca, rubia, que aparenta unos 20 años abre la puerta y al verme, muestra un rostro sorprendido y verdaderamente asustado. Se apoya en el brazo de un sillón cercano buscando la fortaleza para enfrentarse al encuentro inesperado, pero ya imposible de postergar. Es bonita, delgada y de mediana estatura. La examino, minuciosamente y sin disimular. Durante algunos minutos, su consternación no le permite pronunciar palabra.
- ¿Puedo pasar? - pregunto para romper el hielo.
Ella hace un gesto, un poco tímido, invitándome a entrar.