Lluvia

~CAPÍTULO 3

Que lindo es apenas despertar darse una ducha caliente que te relaje todo el cuerpo.

Cuando terminé de ducharme ví la hora y eran las 7 "temprano todavía". Aproveché de tener 15 minutos para mí mismo y me acosté a leer un capítulo de mi libro favorito "LA FIEBRE". Al terminar el capítulo fui a despertar a Narella antes de que se haga tarde y de vuelta estemos a las apuradas.

Mientras ella desayunaba y yo le planchaba nuevamente el delantal y de repente mi celular empieza a sonar "que raro que tan temprano suene", cuando lo agarro veo que es un numero desconocido.

-¿Hola?

-Buenos días, ¿estaría hablando con Alejo Pardo?- oigo la voz suave de una mujer.

-Si, el mismo, ¿con quién me estaría dando el gusto de hablar?- trato de sonar lo más educado posible.

-Me llamo Roberta, llamaba de la cafetería "La amazonas" porque usted dejó su currículum y le quería preguntar si podría presentarse a las 9 acá para una entrevista- apenas terminó de decir eso yo empecé a dar unos saltitos de felicidad mientras Narella me miraba como si yo estuviese loco.

-¡Por supuesto! a las 9 me tiene ahí, muchísimas gracias- terminé la llamada y salí corriendo para el cuarto para ver que me puedo poner. Algo que sea formal pero no tan formal.

Agarré una camisa celeste y unos jeans negros apretados.

-Eso te hace ver muuuy guapo- me dice mi hermana apoyada en el marco de la puerta. Yo le dedico una gran sonrisa y me miro nuevamente en el espejo.

Una vez ya listo salí con nana para su colegio.

De ahí me iba a ir a la entrevista, recién eran las 8:10 así que tenía tiempo para caminar tranquilo y llegar unos 20 minutos antes de lo acordado.

Al llegar me quedé unos cinco minutos parado en la puerta, estaba muy nervioso, no sabía que decir cuando entre. 
Me armé de valor para entrar y fui directo con la cajera.

-Buenos días, que desea ordenar- dice la chica muy amablemente.

-Yo venía por una entrevista de trabajo, con la señorita Roberta.

-Enseguida la llamo - me dice con una gran sonrisa y se va por una puerta.

Tres minutos después regresa y me dice que vaya por ahí todo derecho hasta la puerta del fondo.

Al llegar veo una gran puerta negra, golpeo dos veces y no tarda en contestar.

-Adelante.

-Con permiso- digo educadamente y ella me hace una seña para que me siente frente a su escritorio.
Era una mujer grande, pero no tanto, 40 como mucho debe tener.

-Mucho gusto, yo soy Roberta y la verdad tu puntualidad ya me dio una buena señal- me sonríe mientras está asintiendo con la cabeza -¿vos qué turnos tendrías disponibles para trabajar?

-Yo solo tendría disponibilidad horaria de lunes a viernes en la mañana- cruzaba mis dedos mental mente para que me diga que quedé dentro.

-Mmm...- dijo ella pensando mientras que miraba una planilla -¿podrías empezar hoy mismo?- me miró bajándose los lentes con una sonrisa.

Esto no podía estar pasando, estaba tan contento, no podía creer que todo esto haya pasado tan rápido.

-S si- dije tartamudeando de lo feliz que estaba.

-Lunes a viernes de 8:30 a 12:30 hs, no te olvides- me dice mientras me guiñaba un ojo -ahora te indico para donde tenés que ir- ella se levanta y yo solo la sigo en silencio -esperame un momento por favor.

Yo me quedo ahí parado mientras veo como ella se acerca a una chica, "supongo que mas o menos tendrá mi edad ", veo que las dos me miran y la chica solo asiente sin decir ni una palabra. Se acercan las dos juntas mientras sonríen.

-Lo dejo todo en sus manos, ella te mostrará el lugar y te explicará todo lo que tenés que hacer, cualquier duda podés pasar por mi despacho ¿entendido?

-Por supuesto, muchas gracias- digo sonriendo, Roberta me devuelve la sonrisa y se da media vuelta. Cuando ella se mete en su oficina escucho una risa que proviene de mi lado.

-Ya podes dejar de sonreír muñecote- dice la chica riendo.

-¿Perdón?- pregunto en el tono más irónico que existe ¿a esta qué le pasa?

-La primera ves que un hombre trabaja acá, al parecer le gustaste muñeco- sigue riendo como si nos conociéramos de toda la vida. Yo solo la miro con las cejas fruncidas esperando que se termine de reír.

Lo que me faltaba, que me tengo que bancar a esta piba que me habla como si hubiera confianza.

-Me llamo Luisa- dice mientras extiende su mano hacia mí.

Es una chica delgada, alta (pero no tanto como yo), pelo castaño claro, ondulado y ojos marrones como almendras.

Yo dudo unos minutos hasta que se la estrecho también.

-Alejo- termino de decir y ella esboza una sonrisa.

-Todo un gusto, mu ñe co- hace referencia a cada sílaba mientras me guiña un ojo y yo revoleo los ojos.

-¿Qué tengo que hacer?- trato de sonar lo más cortante posible, no aguanto a la gente con esa actitud y menos a esta hora de la mañana.

Ella se ríe y me guía a una habitación para buscar un uniforme de mi talla y me lo da.

-Cambiate muñeco, te juro que no te voy a ver- me mira de arriba abajo mientras se mordía el labio inferior y se tapaba los ojos con las manos espiando entre sus dedos.

-¿Hay un baño donde me pueda cambiar?- lo digo de forma cada vez más seca.

-Era broooma hombre- vuelve a reírse como si de verdad estuviera loca. Yo me quedo mirándola serio hasta que ella termina -el baño se encuentra en el pasillo, la segunda puerta- no terminó de decir la oración y yo ya me estaba yendo a cambiar.

Después de ahí Luisa me explicó todo lo que tenía que hacer, yo trataba de mantener la mayor distancia posible porque de verdad era muy cargosa.

Las horas se pasaron volando, limpié las mesas, Luisa me enseñó a usar la cafetera y a hacer los frappes.

Por suerte nos dan de almorzar cuando termina nuestro turno, aunque yo voy a tratar de no comer todos los días acá para después no estar a las corridas cuando empiece la universidad, sin nombrar que es incomodo tener a Luisa mirándome todo el tiempo mientras se muerde el labio y me guiña el ojo tirando uno que otro comentario, pero bueno.




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