Lluvia

~CAPÍTULO 7

—¿Cómo que no hay clases?— exclamo de verdad molesto.

—Disculpe, pero no podemos dar las clases con falta de agua— dice la profesora en la puerta del colegio de Narella.

Ahí estaba yo, con Narella de la mano sin saber que hacer. Tenía que ir a trabajar y no la podía llevar, pero tampoco podía faltar. Suspiro frustrado mientras pienso en alguna idea. 
Mientras tanto vamos de regreso para casa.

Cuando llegamos a casa veo que ya son 8:30, ya era tarde. Así que me decidí a mandarle un mensaje a Luisa.

*- Hola Luisa, le podrías avisar a Roberta que no voy a poder ir hoy, porque no tengo con quién dejar a Narella -*

A los minutos a mi celular le llega una notificación.

*- Si querés puedo ir a cuidarla yo, bello ;) -*

*- Pero, ¿vos no vas a ir a trabajar? -* me quedo con el ceño fruncido esperando respuesta.

*- A partir de hoy ya no trabajo más ahí, después te cuento. -*

Sin responderle voy a la pieza donde esta Narella jugando con sus Barbies sentada en al piso.

—Nana— digo con voz suave mientras entro despacio.

Ella levanta la vista dejándome ver sus hermosos ojos verdes y me sonríe. 
Yo me acerco y me siento a su lado.

—Hoy una amiga mía del trabajo va a venir a cuidarte— digo mientras acaricio su pelo.

—¿Ella es buena?— pregunta mientras apoya su cabeza en mi pecho y yo la abrazo.

—Siii, buena y muy divertida.

De repente suena el tiembre, Narella se queda en su cuarto mientras que yo voy a abrir ya sabiendo que era Luisa.

Cuando bajo a abrir la encuentro cargando dos grandes bolsas y una gran sonrisa que no le podía faltar.

—Wowowo ¿contraté a un animador y no me enteré?— digo mientras miro todo lo que trajo y voy a ayudarla a cargar las bolsas.

—Y bueno, hay que divertirnos de alguna forma— me guiña un ojo mientras pasa para adentro.

Cuando entramos voy a buscar a Narella para presentarlas mientras Luisa me espera sentada en el sillón con el celu.
Vuelvo con Narella de la mano y Luisa levanta la vista y sonríe.

—Nana, ella es mi amiga Luisa y por hoy te va a cuidar mientras estoy en el trabajo— Luisa se para y camina para donde estábamos. 
Narella no me suelta la mano ni un segundo.

—Hola Narella, me podes llamar Lu— le dice mientras se agacha para quedar a su altura —Sos más hermosa de lo que imaginé.

Narella le regala una sonrisa y se esconde atrás mío con vergüenza. Yo solo me río al ver a mi hermana así de tímida. 

—¿Cualquier cosa podes llamarme, sí?— le digo mientras la abrazo fuertemente. —Quiero que te portes bien y que hagas toda tu tarea antes del mediodía— le digo arqueando una ceja.

Ella asentía a todo lo que decía mientras yo la llenaba de besos y abrazos.

Luisa baja conmigo para abrirme porque solo una copia de llaves tengo. No decimos ni una palabra hasta estar en la vereda.

—Gracias por todo esto.

—No hay de que, guapo— dice mientras se apoya en el marco de la puerta.

—¿Después me vas a explicar que pasó?— apenas termino de decir eso, ella bufa mientras rueda los ojos.

—Una boludes— dice mientras se empieza a reír —Ahora cuando llegues nega todo lo que te digan.

—¿Negar que co...?

—Después vas a saber, vos solo negalo— me interrumpe y yo solo pienso que es lo que habrá pasado.

—Después me contas todo— dije antes de darme media vuelta e irme.

Ya eran las 9:05. Por primera ves no me importaba la hora, total ya había avisado que llegaba tarde.

Estaba caminando tranquilo sin apuro y el olor a lluvia ya se podía oler, yo solo pensaba que ojalá llueva a la tarde, cuando yo ya haya vuelto a casa.

De repente unas gotitas saladas empezaron a caer sobre mí.

—¡Mierda!— exclamé mientras empezaba a mojarme.

Comencé empecé a correr, correr por la gran ciudad mientras varios recuerdos se me venían a la mente. 
Odio la lluvia, gracias a ella se me viene a la cabeza todos los recuerdos que me hacen mal. Todo aquello que quiero dejar atrás como un simple recuerdo del pasado, cuando llueve no solo lo recuerdo, también lo revivo en un simple segundo.

Seguí corriendo mientras todos esos recuerdos me golpeaban, hasta que llegué a la cafetería, tenía la respiración agitada y mi corazón parecía que se me iba a salir del pecho.

Entré tratando de dejar todos mis pensamientos de lado. No podía dejar que unos simples recuerdos me arruinen el día.
Fui derecho a tomar agua porque la corrida me dejó agitado e iba a ir derecho a cambiarme la ropa que estaba empapada.

Cuando estoy por entrar al baño escucho unos pasos que vienen hacia mí, rápidos y firmes.

—Necesito que hablemos en mí oficina, ahora— Escucho la voz de Roberta detrás mío, me doy vuelta y la veo con los brazos cruzados.

—¿Me puedo cambiar y voy?— pregunto de una forma obvia y ella me mira de de arriba abajo.

—Te espero en 5— dice y se va.

Yo solo pienso que habrá pasado porque no  entendía nada.

—Permiso— digo entrando a la oficina.

Roberta está ceria mirando algo en la pantalla de su computadora, me mira y me hace una seña para que me siente al frente de su escritorio.

—Una de las reglas fundamentales es no tener demostraciones amorosas— me mira a los ojos mientras golpea sus uñas contra el escritorio.

—¿Perdón?.

—En horas de trabajo estabas en el fondo con Luisa haciendo cosas, que como te repito, no están permitidas en las reglas.

—Eso no es verdad— digo sin mover un pelo.

—Roma los vio...

—Eso no es verdad, ella nos vio pero no estabamos haciendo absolutamente nada— la interrumpo —¿Hay pruebas?

—No porque en esa parte del local no hay cámaras...

—No hay nada más molesto que me acusen sin pruebas, me parece una total falta de respeto— Entré tanto en el personaje que  ya me la estaba creyendo.




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