Lluvia

~CAPÍTULO 9

De repente me encontraba acá, por estos grandes pasillos rodeado de chicos y chicas. Después de tanto tiempo me volví a sentir como un nene chiquito indefenso.
Se me hace tan extraño volver a estos lugares. Siempre la escuela fue mi lugar de escapatoria de la realidad en la que vivía, donde dejaba de lado los compromisos y me podía sentir un chico más.

Empecé a caminar por el pasillo poniendo la frente en alto brindándome seguridad a mi mismo, mientras observaba todo lo que sucedía a mi alrededor. 
Grupos de chicos y chicas riéndose entre ellos, también ví al típico grupito de chicas que se creen mejor que todos los demás (se les notaba a simple vista). 
Yo suspiré y seguí caminando.

Llego al aula y veo que todavía no hay nadie, bajo la vista a mi muñeca y miro mi reloj, 13:40, ¿acá son todos impuntuales?. Aproveché para elegir el lugar del fondo. Me senté y me puse los auriculares, como siempre, sin que estén encendidos para que nadie me moleste, pero también, poder estar atento a lo que sucede a mi alrededor y me dispuse a leer.

De repente empieza a sonar el barullo cuando los alumnos empiezan a entrar, pero yo no le doy importancia y sigo en lo mío.

—¡Qué onda! ¿Me puedo sentar?

Yo ni levanto la vista, hago como que no lo escuché. Luego el chico se sienta a mi lado. 
Cuando entra la profesora yo me saco los auriculares y pongo atención. 


 

—Bueno chicos, una última cosa, para la semana que viene tienen que leer el PDF que les voy a estar enviando por el correo y... ya veo que están todos sentados de a dos, así que lo hacen con el compañero que tienen al lado, todo un manuscrito de 30 hojas. Ahora si, les dejo estos últimos cinco minutos y luego se pueden ir.— apenas terminó de hablar se fue a sentar.

Yo empecé a guardar mis cosas así podía leer un rato.

—Soy Max.

Yo me volteo para mirarlo al chico que se encontraba al lado mío, el extendió la mano esperando que yo haga lo mismo.
No soy de los que les gusten socializar, pero voy a tener que hacerlo si tanto quiero una vida normal.

—Soy Alejo— digo y estrecho mi mano hacia la de el — un gusto.

—¡Todo mío!, ¿te parece si nos juntamos el fin de semana para hacer el trabajo?.

Yo me quedé unos minutos pensando. ¿Qué voy a hacer con Narella? la podría dejar con Marta. Es la señora que me ayudó todo este tiempo con ella, gracias a ella pude salir adelante.

—Mañana te afirmo ¿dale?.

—¡Dale!, ¿te parece bien si...

—Bueno chicos, ya pueden irse, nos vemos la próxima clase— dice la profesora interrumpiendo a Max y luego se va del salón.

—Como decía, ¿te parece bien si vamos ahora a tomar algo con unos amigos míos?

Veo la hora y son las 15:15, tenía un tiempito libre.
Y para ser sinceros, no me vendría nada mal.

—Perfecto, ¿son tus amigos de afuera?— digo mientras los dos nos levantamos y nos vamos caminando atrás de todos los demás.

—Son de la misma uni, solo que tienen diferentes materias, pero igual salimos todos a la misma hora así que nos vamos a encontrar en el buffet.

Íbamos de charla en charla mientras caminábamos por los grandes pasillos, hasta que de repente me choqué con un cuerpo.

—Ay, perdóname, andaba distraído y no te vi— dije mientras me volteaba a ver y me encontré con unos grandes ojos marrones oscuros, pero que tenían una luz que me iluminó hasta el fondo de mi alma.

Yo quedé ahí congelado viéndola fijamente, sentí algo adentro mío que nunca había sentido.

—No pasa nada, yo también andaba distraída— se encoge de hombros y sonríe tímidamente sin despegar sus ojos de los míos.

—Yo soy Alejo— digo mientras le regalo una sonrisa.

La chica estaba por hablar, pero de repente escuché un grito  interrumpiéndola atrás nuestro.

—¡MAX! Te extrañé tantoo— yo me di vuelta al parecerme conocida la voz.

Max se abraza con una chica que no puedo llegar a verle la cara, el la levanta y la empieza a girar mientras ella iba pegándole patadas a todos los que pasaban por ahí. Yo me reí por la situación y volteo de vuelta a la chica, pero ya no estaba.

Yo empecé a mirar por todos lados, ¿En que momento se había ido? No me había llegado a decir su nombre.

Después de unos minutos más así el la baja mientras que se alagaban sus nuevos peinados. Igual no podía prestarles atención porque solo tenía en la cabeza a esa chica de ojos marrones.

De repente un grito me saca de mis pensamientos.

—¡VOS!— Yo levanto la vista y me encuentro con... ¿Luisa?.

—¿Qué haces acá Luisa?.

—Vos que haces acá muñeco, ¿así me vas a recibir?— dice mientras se ríe y yo ruedo los ojos.

—¿Se conocen?— pregunta Max confundido mientras nos mira a los dos.

Luisa y yo nos miramos y nos empezamos a reír.

—Preguntale a la chica que echaron del trabajo por casi dejar pelada a una compañera— digo sin parar de reírme.

—Shhh, el no puede saber eso— se interrumpe a ella misma riéndose —nada, hace una semana atrás éramos compañeros en el trabajo.

—¿Y ya no trabajas más?.

—Después te cuento bien— le dice a Max, restandole importancia a la situación.

Los tres nos vamos caminado hacia el buffet.

Este lugar era tan grande que parecía un restaurante, llenos de mesas y tenía grandes paredes solo de vidrio. Un un rincón vemos a dos chicos con una chica sentados en una mesa mientras hablaban. Cuando nos vieron uno de ellos hace una seña a nosotros.

—¡Qué onda grupo!— Grita Luisa mientras se tira arriba de ellos.

—¿Cómo está la flaqui más molesta del mundo?— dice uno de los chicos riéndose y Luisa solo rueda los ojos.

—¿Cómo estás mi Olivia hermosa?— dice mientras se tira arriba de una chica rubia y ella solo se ríe.

Yo estaba ahí parado viendo como todos se saludaban y yo no sabía que hacer.




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