—¿Qué dices amiga, vienes? —.
—Yo… yo… no lo sé —conteste bajando nuevamente la mirada.
—Venga por favor —presionó Patricia juntando ambas manos a modo de súplica.
No podía decir que si, jamás había estado fuera de casa con alguien que no fuese Fredy a parte de mis padres, no conocía el comportamiento de un adolescente normal, el miedo estaba dominándome otra vez. Mire a Nicolás y algo cambio dentro de mí, un valor extraño me hizo aceptar la invitación sin pensar.
—Está bien —suspiré y Patricia gritó de felicidad abrazándome.
—Genial, nosotros invitamos —concluyó Nicolás sonriendo y colocándole la mano en el hombro a su amigo antes de volver a decir— Ahora tenemos que irnos.
—Hasta luego chicas —Se despidió el rubio y ambos se alejaron.
—Vaya, vaya, parece que alguien acaba de caer en la mira del príncipe solitario —señaló Patricia con una sonrisa juguetona.
—¿Qué dices? —pregunté confundida.
—Digo que llevo más de una semana desde que Nic se separó de su novia intentando que salga con Armando y conmigo y siempre nos decía que no —respondió Patricia.
Capté enseguida lo que quería decir y era imposible, negué rápido con la cabeza, él no podía haberse fijado en alguien a quien ni siquiera puede ver a los ojos.
—No digas tonterías —.
—Yo no digo tonterías, será la mejor noche de viernes de la historia —anunció Patricia aplaudiendo para volver a decir— Ah, y no hay chance de que vayas con eso —señaló el gorro y las gafas.
—El gorro tal vez no, pero me quedo con las gafas —afirmé con tono autoritario, sabía lo que le pasaría si no las llevaba.
—Pero no vas a ver nada con eso en el club —explicó Patricia asombrada.
—Si no voy con gafas, no voy —.
Insistí súper convencida y entonces Patricia se rindió diciendo.
—Vale, como quieras —.
Sonó la campana de fin de recreo y las dos volvimos al salón. El resto del día paso sin novedad. Al llegar el horario de salida convencí a Patricia para darle un aventón hasta su casa ya que continuaba lloviendo y ella no tenía transporte. Ambas salimos al aparcamiento donde Fredy esperaba, pero en la entrada nos encontramos con tres chicas y tres chicos que al parecer nos estaban esperando.
—Bueno, bueno, ¿Qué tenemos aquí? —dijo una de las tres chicas.
Ella tenía el cabello rubio y los ojos verdes, lucia el uniforme súper ajustado resaltando las curvas de su cuerpo, unos botines cerrados con tacón ancho en los pies y un maquillaje bien definido. La mire y un escalofrió recorrió mi cuerpo, esa chica definitivamente no me daba buena espina, Patricia da un paso delante y dice con seguridad.
—Sal de mi camino Zafiro, no queremos problemas —.
La rubia tan petulante que ahora respondía por el nombre de Zafiro sonrió con arrogancia.
—Yo tampoco, solo quería conocer a la mosquita muerta que se está metiendo con mi novio —. La rubia me miró de arriba hacia abajo y sonrió para proseguir— Parece que no tengo competencia.
—¿Eso crees?, ya supéralo, Nicolás no volverá contigo muñequita —contrataco Patricia cruzando los brazos y sonriendo.
Zafiro cambió la cara inmediatamente y chasqueo los dedos, al hacerlo uno de los chicos me empujo haciéndome caer al suelo, mi bolsa se abrió dejando esparcidas las cosas y las gafas se me cayeron, cerré los ojos fuertemente intentando buscarlas a ciegas.
—Pero que patético es esto —señaló Zafiro riendo a carcajadas.
Patricia me dio las gafas y me ayudo a recoger las cosas mientras miraba al chico que me había empujado.
—¿Eres tonto Pedro? Pudiste lastimarla —.
—Ups, lo siento —dijo Pedro aún riendo.
—Escuchen bien fenómenos de circo, Nicolás volverá conmigo porque yo soy la reina de este colegio y tú cieguita no me llegas ni a los talones —declaró Zafiro sonriendo con malicia y con un tono de amenaza.
Sentía la rabia acumulándose en mis ojos, la sangre ardía en mis venas contra esa chica, Patricia sonrió e intervino antes de que yo perdiera el control.
—¿Está segura de eso? Porque si así fuera, no estarías haciendo todo esto —.
Zafiro volvió a ponerse seria y amenazo nuevamente.
—Ríe mientras puedas Pato, no será así siempre, que seas la hija de unos empresarios de quinta y la consentida de la directora no te protege de mi —.
—No te tengo miedo, rubia oxigenada, que te quede bien claro eso —exclamó Patricia acercándose a ella frente a frente.
La tome de la mano al ver llegar el transporte y la jale para que me siguiera. Ambas subimos al auto y Fredy preguntó.
—¿Quién es la señorita? —.
—Ella es Patricia Conde, una amiga, Paty él es Fredy mi chofer y amigo de la familia —respondí pasándome las manos por la cara y respirando hondo.
—Es un gusto —dijo Patricia y se volteo para verme.
—El gusto es mío, ¿Todo bien señorita Nova? —preguntó Fredy dirigiéndose nuevamente a mí.