Lluvia de Fuego: La Era del Fuego 1

Capítulo 16: Respuestas

Lina se sentó y tomó al bebé entre sus brazos. Su cabello era castaño, como el de su padre; sus ojos de miel, iguales a los de Lina; su piel era tan suave, que daba miedo romperla al tocarlo. Parecía increíble que el ser humano fuera una criatura tan delicada al nacer. Frágil y vulnerable, dependiendo completamente de los cuidados de sus padres para sobrevivir. Jack observaba a su esposa e hijo, sonriendo, feliz. No tenía otra cosa en la cabeza además de lo que estaba viviendo. Ese momento era suyo. Nada más importaba.

—Ya somos padres — dijo Jack a Lina, en el oído, y la besó en la frente.

El bebé dormía, lucía muy tranquilo. Jack sostuvo su pequeña cabeza en su mano —mucho más pequeña que su palma—, acarició su frente con la nariz y Delia aprovechó la ocasión para fotografiar a la joven familia. Padre, madre, e hijo. Su nueva vida quedó plasmada, como el primero de muchos recuerdos.

Ser padres no era una tarea fácil, pero ya saldrían adelante. Por ahora, todo era diversión, todos querían cargar al bebé o jugar con él. Jack, Delia, Lina, inclusive los abuelos se habían reunido en el hospital —padres de la esposa, pues Jack había perdido a los suyos hace bastante—. Aun así, el pequeño Kail —como lo habían nombrado—, la mayor parte del tiempo la pasaba dormido en brazos de su madre. Todos se encontraban muy felices, prácticamente había quedado atrás el mundo, en donde hace unos días, un fuerte terremoto había azotado la ciudad.

Cuando volvieron a casa, fue como volver a la realidad. Aún había objetos regados por el suelo debido al temblor. Algunos cristales estaban resquebrajados y las habitaciones eran un desastre. Jack había venido algunas veces a casa, a recoger más objetos para Lina y el bebé, pero no se había dado el tiempo de volver a poner todo en orden.

Por fortuna, ni a Lina, ni a nadie parecía importarle en absoluto el estado de la casa. El cuarto del bebé se encontraba en perfecto estado, con animales de felpa por aquí y por allá, y eso era suficiente. Jack estaba feliz con su hijo. Sonreía al verlo dormir en su cuna de caoba. Abrazaba a Lina.

Delia se había sentido mal apenas llegaron, apenada, como si no hiciese más falta, pero la pareja la tranquilizó, asegurándose de dejarle claro que podría quedarse tanto como quisiera. Al fin y al cabo, se había vuelto como de la familia en los últimos meses.

Las siguientes noches fueron las que cambiaron todo. A Jack no le importaba despertar en la madrugada a cuidar al bebé, ya que de por sí dormía poco, pero Lina y Delia enloquecían. Los días eran mucho más fáciles, llenos de felicidad, pero el momento de volver al trabajo llegaría pronto. Por fortuna, los permisos de paternidad en Galus eran bastante decentes, así que ambos, tanto padre como madre, podrían turnarse a la perfección para que siempre uno de los dos estuviese con el pequeño. Sin mencionar que Delia se uniría al rol.

Una llamada telefónica irrumpió cuando Jack volvió a encender su teléfono después de días. Era una clara invitación a volver al mundo laboral. Estuvo a punto de rechazarla —pues no quería separarse de su hijo tan pronto—, pero al ver que tenía un sinfín de llamadas perdidas de la misma persona, decidió responder.

—Habla Jack, ¿qué ocurre?

—¡Doctor Relem! ¡Al fin responde! —se escuchó la voz de Niel, por el altavoz—. Tengo grandes noticias.

—Niel, ¿puede esperar? Tengo algunas otras cosas en mente —respondió Jack, un poco agobiado.

—¡Oh no! ¡No! ¡no puede esperar más! ¡Si no es hoy no será nunca! Llevo buscándolo por días. Esto le encantará. —Niel guardó silencio un segundo, se escuchaba teclear en una computadora—. Por fin conseguimos la muestra que estábamos esperando, y no se imagina quien la proporcionó.

Jack suspiró. No quería saber sobre la investigación ahora mismo, quería estar con su familia.

—Niel, de verdad yo …

—¡Es la iguana de Finn doctor! —interrumpió Niel, sin aguantarse las ganas—. Le hemos hecho análisis y por fin tenemos la respuesta que buscábamos.

Jack quedó mudo por un momento. No esperaba eso. ¿Habían usado a Bertha? Finn no lo permitiría.

—¡¿Le habéis robado la iguana a Finn?! ¿Cómo pudisteis? —dijo Jack, exaltándose al momento.

—No, doctor. Un momento… ¡¿Sabía de la iguana y nunca nos dijo?! —recriminó Niel, a Jack. Él guardó silencio—. Como sea… Finn aceptó prestarla para los estudios, bueno… en realidad se puso algo difícil al principio, pero después terminó cooperando. Lo importante es que ya tenemos la respuesta, ya sabemos qué pasa con los reptiles.




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