Lluvia de Medianoche

C15 Silencio...

No tarde mucho en llegar a casa. Sabía que los Persy cenaban temprano. Después de estar un rato más en su restaurante todos nos fuimos, yo me apresure en llegar a casa para bañarme.

—¿Cómo que te invitaron a cenar?— Mi mamá me perseguía por toda la casa, yo iba al baño a ducharme, ella me seguía, iba a cambiarme y ella estaba atrás.

—No lo se mama. Quise decir que no pero... No lo se, todos insistieron en que vaya y después de varios años... No se tal vez no sea buena idea.

—No lo se cariño. Él está comprometido. Su familia lo sabe, es un poco raro ¿No lo crees?

No sé a qué se refería mi mamá, o tal vez no lo quería saber. Sabía que tal vez no me debieron invitar a mi, si no a su prometida. A París, yo no soy su prometida. Tampoco su amiga ni nada,

En parte si eres su prometida.

—¿Crees que tengo que llamar y cancelar?— Pregunte aun buscando que ponerme. Si no pensaba ir tenía que dejar de buscar que podía vestir esta noche. Mi mamá se acercó también mirando mis vestidos, los tocaba y los observaba.

—No, tienes que ir a cenar. Si te invitaron deberías ir. Te invitaron por una razón Diana, tú todavía les agradas así que ve cariño. Yo me pondría este vestido rojo, es bonito— Mama saco mis vestido rojo vino, lo tengo desde hace poco me gusta porque es suelto y muy cómodo.

Decidí hacerle caso a mi madre y asistir a la cena. Solo era una cena, nada tenía que salir mal, ya había cenado muchas veces con ellos, una más no pasaba nada.

Me sequé mi cabello, lo puede atar en un moño. Me coloque el vestido con unos zapatos negros que quedaban bien y eran cómodos. Me coloque un poco de rímel y labial rosa. Quería ir natural.

Cuando termine escuche que mi celular sonaba. Era un mensaje

Damián: En cinco paso por ti.

Diana: De acuerdo.

Sentía que mis pies temblaban. Cuando salí de mi habitación, mamá y Lu estaban en la cocina. Me dijeron que el vestido quedaba increíble.

—¿De verdad? ¿No creen que es mucho?

—No, para nada. Ve y enamóralo nuevamente— Lu siempre hacia esos comentarios, y este no me molesto, me hizo reír.

—La idea no es enamorarlo con un vestido Lu, solo voy a cenar. ¿De acuerdo? Cenaré, y volveré temprano.

—¿Si sabes que eres lo suficientemente grande para no darnos explicaciones no?— Mi mamá me miró de reojo ante el comentario que hizo. Si sabia que era grande y no tenía que dar explicaciones, pero las iba a dar para que confiaran en que no iba a pasar nada

¿Ellas no confían en ti, o tu no confías en ti con él al lado?

Mi cerebro y sus ideas en los malos momentos.

Escuché el timbre sonar. Mire a mi mama y Lu, ellas me hicieron una seña para que abra la puerta la cual me negué. No quería abrir yo.

—Diana, hija, no seas nena y abre la maldita puerta.

—Pero..

—YA..

Me dirigí a abrir la puerta. El casi se estaba yendo cuando la abrí de golpe. Nos quedamos mirándonos por unos segundos y le sonreí. El se dio vuelta y se movió algo nervioso en su lugar.

—Hola— Escuche que soltó un suspiro y luego continuó—¿Estas lista?

—Si claro, deja que agarre mi bolso y nos vamos.

Tomé mis cosas y saludé a las mujeres que me observaban. Damián hizo lo mismo y nos fuimos a su auto. Le di una mirada. Llevaba puesto unos pantalones negros con una camisa blanca. Su cabello rubio bien peinado. Lucía increíble. Cuando entramos al auto, su aroma me inundó las fosas nasales. Usaba el mismo perfume de siempre, pero un perfume espectacular. Trate de mirar para adelante siempre y no verlo de reojo en el camino a su casa. El silenció era muy acogedor.

—Sabes pensé que tenía que esperar un poco más. Nunca fuiste muy puntual— Él me miraba de reojo mientras conducía. El pueblo estaba demasiado tranquilo.

—Lo sé, pero estoy intentado mejorar mi puntualidad en los lugares. Además se que a tu familia no le gusta cenar tarde— Él asintió ante lo que yo dije.

Seguimos el camino en silencio. Siempre el silencio entré los dos era muy cómodo. Extrañaba lo que era el silencio cómodo con alguien, no hace falta hablar todo el tiempo, solo es bueno disfrutar de la compañía del otro.

Llegamos a la casa de Damián, era muy bonita su casa, tal y como la recordaba. El bajo del auto, lo rodeo y me abrió la puerta. Me dio la mano para que pudiera bajar. Llegamos a la entrada de su casa. Damián colocó las llaves y abrió la puerta, seguía igual. Por dentro todo era blanco adornado al medio por una mesa de cristal, las escaleras en forma de caracol en la cual bajaba su madre.

—Diana, estás preciosa. Que bueno que aceptaste la cena.

—Muchas gracias por invitarme. Hacía mucho que no hacía esto.

—¿El que?— Dijeron los dos al mismo tiempo. Me reí, siempre hacían eso, parecían unidos. No me era raro ya que eran madre e hijo.

—El cenar con gente que sí conozco. Muchas veces si no es con la banda, cenamos con desconocidos. Es bueno volver a ver gente familiar.

—Oh que linda, te extrañamos— Su mamá me dio un abrazo. Las dos mediamos lo mismo lo cual era muy fácil abrazarnos.

La señora Persy me guió hasta el comedor, aunque yo ya sabía donde quedaba. Recuerdo que la primera vez que vine a comer a su casa estaba muy nerviosa, pensé que no les agradaba que una chica como yo estuviera saliendo con su hijo, tal vez sus estándares eran más altos. Pero no, Claudia era una mujer increíble, al igual que su esposo.

Cuando entramos al comedor estaba todo decorado, con sus mejores platos y vasos. El señor Persy estaba abriendo una botella de vino.

—Hola Diana, buenas noches.. Que bueno que decidiste venir.

—Bueno, que bueno que me invitaron dado las circunstancias.

—Qué dices niña, tu eres familia, ninguna circunstancia. Ven siéntate.

Nos sentamos y la señora Persy nos trajo la entrada. Nos sentamos como solíamos hacerlo. Yo al lado de Damián, y ellos dos al frente nuestro. Todo estaba transcurriendo muy bien hasta que salió el tema de conversación de la boda de París y Damián.




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