Lo esperaron cien años para partir

Solo era un paseo... pero sucedió algo extraño.

Fueron vacaciones en familia. Mamá salió con sus dos hijos menores, Esteban de 19 años y Nico de 17. El paisaje de las sierras cordobesas fue un bálsamo para el alma de la familia, luego de sufrir la temprana e inesperada partida de su padre hacía ya unos años. Desde aquel fatal y absurdo momento, la vida de los cuatro hermanos y su madre fue difícil, siempre sobrellevando la ausencia. Es por eso que aquellas vacaciones eran tan deseadas, una pequeña pero merecida compensación ante tanto dolor.

Disfrutaron del verde, del intenso sol, agua, la noche y sus atractivos, sentían que el verano definitivamente estallaba con alegría en el ánimo de todos. Conocieron bares, plazas, pueblos, ríos, paisajes maravillosos, monumentos históricos y...... el viejo cementerio del pueblo.

La madre estaba convencida que nada cuenta tan bien la historia de un lugar como su camposanto. Allí hay un cúmulo de información que devela aspectos del presente y del pasado de cada lugar: los apellidos muestran el origen de los antiguos habitantes y de los nuevos, las tumbas y mausoleos la clase social de cada familia y hasta las dedicatorias de las lápidas y sus fotos hablan por sí mismas de  una historia de vida a través de la muerte.

La visita a este particular lugar fue idea de la mujer, obviamente. En este sentido, Nico decidió quedarse disfrutando de una profunda siesta en el hotel, mientras que Esteban acompañó a su madre movido por la curiosidad y por el afán de no desperdiciar ni un ápice del viaje. Lo que nunca imaginó el jovencito es que algo de aquella particular visita lo impactaría tanto y lo llevaría a encontrar un sentido mucho más profundo al viaje, un suceso que marcaría el resto de su existencia.

Fue así como madre e hijo caminaron unos metros desde el hotel para allegarse al cementerio del lugar. La tarde desplegaba un sol radiante que abrazaba a los visitantes dentro de la mortecina luz del atardecer, cuando comienza a tocar la noche.

El frente del edificio contaba con viejas paredes grises y en el medio, una vieja y herrumbrada puerta de metal, labrada, debe haber sido muy bella en mejores tiempos. Aún así, conservaba el encanto y el misterio de otras épocas. Apenas traspusieron ese portal, se encontraron con un mundo de pequeñas torres adornando sepulturas, lápidas antiguas donde apenas se distinguía un nombre y fotos descoloridas en algunos casos. En otros, ya no quedaba más que una piedra hundida por el tiempo o también por el abandono, dado que seguramente algunas de esas familias ya ni siquiera vivían en el pueblo, emigraron a otros lugares o, de una descendencia que se diluye a través de los años y las generaciones.

Los panteones merecían una mirada aparte. Los actuales iban desde el lujo hasta el arte, con mesadas de puro mármol y granito y floreros de cristal y bronce. Los más viejos contaban con puertas metálicas con inscripciones en latín, pisos de mayólica, vitrós maravillosos traídos de Europa por las familias pudientes de la zona y ataúdes de trabajada madera oscura, con detalles de metal dorado, flores frescas para los actuales y solo telarañas, polvo, hojarasca y olvido para los antiguos. Inclusive se podía acceder a ellos porque sus puertas se encontraban sin ningún tipo de seguridad o inclusive entreabiertas, invitando a pasar para sumergirse en una experiencia inigualable, rica en historias y suposiciones que disparaban sin dificultad la imaginación.

Mientras la mujer transitaba por ese laberinto fantástico, que conecta la muerte directamente con los espacios más profundos de cada alma, Esteban hacía su propia gira por el cementerio. En un momento determinado, buscó a su madre para decirle: _ Vení a ver esto, es increíble. Entonces, guiada por el muchacho, detrás de un viejo mausoleo apareció un antiguo sector, solamente demarcado por cada una de las siete pequeñas y viejas tumbas de niños, quizás de más de cien años, a juzgar por la artística de las cruces, donde las lápidas chiquitas habían sido devoradas por el natural movimiento de los suelos, donde la tierra ganaba la partida sobre los diminutos féretros blancos, algunos a medias descubiertos por el abandono, el desinterés y la desidia del municipio a cargo del mantenimiento del edificio.

Una ola de incredulidad, tristeza y ternura invadieron repentinamente a estas dos personas, testigos involuntarios de la última morada de aquellos inocentes que, por capricho de un cruel destino abandonaron la vida casi sin comenzarla aún.

Con los ojos llenos de lágrimas y el corazón estremecido de emoción, emprendieron el abandono del lugar, próximo ya a cerrar sus puertas en la caída de la noche. De pronto, la intuición o un sexto sentido agudizado por una situación extraña hizo que ambos se dieran vuelta para ver por última vez las centenarias tumbas. Entonces, pudieron ver a cada uno de los pequeños dueños de esas tumbas, en perfectas y dulces imágenes fantasmales, sonrientes, las nenitas con el cabello muy largo y vestidos rosas y blancos y los nenes con pantaloncitos cortos azules y camisas blancas, todos reían y murmuraban alegremente, jugando con el silencio y el viento.

En ese mismo instante, Esteban supo lo que debía hacer. Ante los ojos azorados de su madre, se acercó a las almitas, se tomaron de las manos formando una ronda y el joven explicó calmadamente, como si no fuera él mismo, inundado de la sabiduría de los destinados a guiar almas: "Sé que quizás no lo comprendan, pero ustedes deben partir hacia un reino mágico, de luz, allí los están esperando para protegerlos y amarlos". Entonces, señalando a cada uno de los niños, los invitó a rezar y a subir por un mágico puente de luz, el que llevaba a las estrellas, invisible a los ojos de los incrédulos, de los que se refugian en el mundo material por temor a descubrir cómo están hecho los espíritus, las almas, las hadas y los duendes, todo eso que podíamos ver hasta que nos dijeron que no existía.



#1616 en Paranormal

En el texto hay: espiritus, cementerio

Editado: 15.02.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.