Prefiero estar muerta a vivir una tortura.
Prefiero morir a aguantar sus puñetazos.
Mejor estar encerrada a soportar ser insultada.
No soporto tener cada día más complejos, acompañados a su vez por moratones nuevos.
Me cortó la alas para tenerme encerrada, pero mis piernas corrieron a la libertad.
No corrí sola, pues al buscar tranquilidad encontré el paraíso, resultando no ser un lugar, sino una persona, esa persona que sabe lo que has vivido y te ayuda a superarlo, que te quiere más a medida que consigue que te quieras a ti misma.
Porque de nada vale que te quieran, si no te quieres tu primero.
Siempre me hablaron del paraíso, cada uno a su manera.
El paraíso puede llegar a ser un lugar, un momento, o incluso una persona.
Estando en el paraíso, no solo estás en un lugar.
Yo encontré mi paraíso cuando te encontré a ti.