Me decían que me comportaba raro, que había cambiado un montón.
Como si esta sociedad no se encargarse de convertirme en otra persona.
Una nueva persona que no es capaz de mirarse al espejo como lo hacía antes.
Es inevitable el compararme con otra persona y fijarse en mis kilos de más...
Ya no soy capaz de ponerme un pantalón corto porque se me notan mucho las piernas de elefante.
No puedo ponerme un pantalón de tiro bajo porque me sale la barriga.
Como si no fuera suficiente el tener ojeras, nariz grande y brackets, que se suma la cara de bollo.
Esta sociedad ha conseguido que lo poco que me quería, disminuyera a nada.
Que llegara al borde de la muerte para intentar estar a su altura.
Remedios caseros para bajar kilos, semanas sin comer, otros días vomitando la poca comida que había ingerido.
Cada vez estaba más decaída, cada vez me quería menos.
Intentaba salir a la calle lo menos posible, me daba vergüenza que me vieran así, tan gorda, tan fea...
Y me dicen que he cambiado.
Después de destruirme y sacarme la sonrisa de la cara para siempre, solo con sus malditos comentarios sobre mi cuerpo.
El "no me importa" se convertía en un "hoy no tengo hambre".
Nadie veía el daño que me hacían, hasta que hoy me tienen que traer flores aquí.
Pero ya es demasiado tarde para arrepentirse...