Lo llaman Halcón

08

Me levanto rápidamente y voy con ellos hasta la sala de recepción. Al llegar están las otras tres aves ya sentadas en los sofás mirando la tele. Cóndor sube el volumen permitiéndonos escuchar mejor.

La presentadora de la 1 se arregla el pelo sutilmente y comienza a sonar la típica cancioncita de las noticias.

"Ya han pasado 48h desde la desaparición de una estudiante universitaria, Elia Bellafiora, después de ir a una fiesta en el bar Clandestino, aquí en Madrid. Las cámaras de seguridad de un restaurante cercano la captaron por última vez a las 01:32 de la madrugada del pasado Viernes. Se subió a un coche y no se la ha vuelto a ver"

Aparece en pantalla el vídeo que ha mencionado mientras ella sigue hablando.

"Las cámaras también captaron a cuatro hombres que hablaban muy cerca de la desaparecida. Según datos de la policía pertenecen al clan de Halcón, como ya saben, un mafioso muy peligroso. Todo apunta a que ellos la siguieron en el coche y la secuestraron. Pero por ahora no podemos afirmar nada, solo queda esperar y dejar que la policía haga su trabajo. Les mantendremos informados"

Apago la tele. Todos se miran entre sí temerosos por la reacción de Halcón. Por lo que escuché, él no les permitía estar allí esa noche.

—Cuantas veces tengo que deciros que no podéis ir a fiestas públicas —Halcón se lleva la mano a la frente y la pasa por todo su rostro.

—Nosotros solo queríamos...—comienza a hablar Cuervo, pero el jefe lo detiene.

—Me da igual lo que quisierais, ahora por vuestra culpa nos relacionan con ella y no solo eso, sino que se suman más antecedentes penales a nuestro gran repertorio. —camina enfadado de un lado a otro.

—No creímos que hubieran cámaras allí. Revisamos todo el perímetro y...

—¿Y qué hacías tu allí? —Halcón se gira y me mira furioso.

—Yo estaba intentando dar contigo.

—¿Por qué creíste que estaría allí? —se acerca desafiante.

—En la página de la INTERPOL aparecía una foto tuya y se veía también el letrero del bar. Yo, no creí que fuera a meteros en problemas...

—¿¡Como no nos vas a dar problemas si nos engañas en el bar, nos sigues y ahora nos culpan a todos de secuestro!? —Buitre alza la voz y se levanta rápidamente. Viene hacia mí más enfadado que nunca. En ese instante, vuelvo a temer por mi vida.

—Yo solo...

—¡Cállate! —me coge de los hombros y me estampa contra la puerta de cristal tan fuerte que temo que se rompa. Ahogo un grito de dolor.

—¡Déjala! —Cuervo viene en mi defensa otra vez. Con tanta tensión y nerviosismo se me pasa por la cabeza decir el verdadero motivo por el que estoy aquí, pero no puedo hacerlo. No puedo echar a la basura tanto trabajo. 

—¡Suéltame! —le grito tan fuerte como puedo. Pataleo y para mi suerte, le doy donde más le duele. Inmediatamente me suelta y se inclina intentando minimizar el dolor.

Todos en la sala me miran perplejos. No quería darle allí, pero ya lo he hecho, y tengo que asumir que tendré problemas con él hasta que me vaya, o incluso después.

—Hija de...

—Ya basta —el tono de Halcón es duro y provoca un eco por toda la sala, haciendo que nadie emita el más mínimo ruido. —Tu —se dirige a Buitre —, no vuelvas a tocarla. Y tú —me mira—. Ni se te ocurra llamar a nadie ahora. Rastrearán el teléfono y darán contigo los que no son nuestros amigos precisamente. —A pesar de que me haya defendido, creo que sigue odiándome. Es culpa mía que estén todos en el punto de mira una vez más. Aunque la verdad, no creo que un antecedente más les perjudique mucho.

Buitre se endereza y me mira con odio. Halcón lo fulmina con la mirada, pero él hace lo mismo. Escupe al suelo con rabia y se marcha.

—Vete, tengo que hablar con ellos —todos me miran fijamente. —Ya conoces el camino —desvía sus ojos a la puerta. Miro al suelo y me voy de allí.

Subo las escaleras y me dirijo hacia mi habitación atravesando todos los pasillos de esta mansión. Otra vez esos malditos cuadros que cuestan seguro más de lo que vale mi vida. Paso de largo y al fin llego a la habitación que me han ofrecido. Veo una bandeja de comida en la mesilla de noche, pero no tengo hambre. Me tumbo en la cama despacio y observo la enorme lámpara de araña que cuelga del techo. Es hermosa.

Me levanto y voy al escritorio. El portátil no funciona, quizás necesita cargar. Lo enchufo y una luz se ilumina al lado derecho. Hay un portalápiz de metal dorado. Me llama la atención un bolígrafo con luz. Se parece al que tenía yo cuando era niña. Venía junto a un diario de Barbie que comprabas en una juguetería. El bolígrafo era de tinta invisible y con esta luz se podía ver lo que habías escrito. ¿Quién no ha tenido uno alguna vez?

Ilumino la pared unos segundos recordando mi infancia, pero algo me detiene. ¿Eso son letras? Me acerco rápidamente a la pared y hago sombra con mi mano para poder ver mejor. Efectivamente, hay algo escrito. Corro y bajo la persiana un poco para crear más oscuridad. Vuelvo a iluminar con el bolígrafo.

"03/03/2020 HELP"

Mi corazón se acelera y mi respiración se vuelve entrecortada. Será posible que...

Salgo rápidamente enfadada de mi habitación. Me da igual que estén hablando, pienso presentarme allí y no irme hasta que Halcón me explique qué coño ha pasado en esa habitación. Cruzo otra vez todos los pasillos y bajo las escaleras.

—¿Qué te traes entre manos Halcón?

Todos me miran perplejos. Buitre está también allí.

—Hablando de la reina de Roma... —cuchichea el moreno.

—¿Por qué me has metido allí? ¿Quieres venderme también o quieres matarme? —llego hasta él y le planto cara. —Hay algo en la pared donde pone "HELP"

Frunce el ceño.

—Tu hermana nunca habría permitido que una cualquiera nos pusiera en peligro y menos que nos humillaran.—Halcón se gira bruscamente y lo mira. —Esta furcia no se merece esa habitación.



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En el texto hay: misterio, romance, periodismo

Editado: 13.10.2021

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